¿Sientes lo mismo cuanto estoy lejos de ti?

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Peter se despertó con el lugar junto a él completamente frio y vacío. Observó el lugar que normalmente ocupaba Chris con el ceño fruncido, había pasado tanto tiempo compartiendo la misma cama que la simple idea de no tenerlo junto a él lo hacía sentirse incompleto. Habían estado juntos desde que Peter tenía diecisiete, nunca había tenido sexo con nadie después, no había vuelto a coquetear con nadie más que con él y ahora se encontraba completamente solo porque el maldito cazador se había atrevido a decirle que estaba exagerando, que le dejara a los niños y él volviera a Beacon Hills, como si Peter pudiera estar de acuerdo en tirar por la borda dos horas del parto de Stiles y cinco del de Theo, además de todos esos años que les invirtió hasta convertirlos en lo que eran.

Tomó su móvil de la mesita de noche, tenía una llamada perdida de Chris, durante unos segundos contempló la idea de llamarle de regreso y preguntarle cuando pensaba ir a él, porque estaba algo caliente y no iba a hacerse una paja luego de años de asombroso sexo. Decidió no hacerlo, decirle a Chris que lo extrañaba solamente por el sexo era peor que decirle que lo extrañaba solo porque si.

Entró a la cuenta de Instagram de Stiles, su última fotografía era del señor Rochester caminando por el bosque, pero antes de esa estaba una de Stiles y Theo sentados uno al lado en una tienda de helado. Los dos estaban usando sus chaquetas de Harry Potter y tenían esa sonrisa enorme que solamente significaba que segundos antes habían estado riendo.

Theo se ha comido el helado de Mascarpone creyendo que era vainilla. Te amo, hermano.

Peter sonrió, recordaba perfectamente ese día, habían estado a 27° y Stiles no paraba de decir que quería helado, luego Theo se unió a la petición y terminaron yendo a la ciudad solamente para comer el helado más grande que hubiera en la tienda. La siguiente fotografía era la portada desgastada de Jane Eyre, luego un Chris medio borroso en el campo de tiro, el regalo de cumpleaños de Stiles, Theo tirado en el suelo acariciando al señor Rochester, el caballo de Stiles, una gallina montada en el cofre del auto, Stiles sentado en el porche con un batido en sus manos.

Papá es mi mejor fotógrafo + batido de frutos rojos de la tía Daria.

Chris había tomado esa fotografía, solamente porque su hijo estaba quieto observando a ningún lugar en específico mientras se tomaba su batido. La siguiente era una foto de Stiles con el pómulo roto y Theo con cara de culpabilidad.

En muchas ocasiones habían tenido que separarlos casi a fuerzas porque estaban peleando y en otras habían tenido que ir a la escuela porque se habían peleado con alguien más defendiéndose mutuamente. A veces creía que sus hijos eran lo mejor que le habían pasado, dos niños que le decían papá y le abrazaban con fuerza cada vez que sentían la necesidad. Pero luego se daba cuenta que, sin Chris, sin el odioso cazador que se pasaba el día entero rondando por su cabeza, no habría tenido a esos dos niños. Y probablemente ya no eran tan niños, pero eran suyos y eso era suficiente. Cuando lo eran se colaban a su habitación, se metían bajo sus sábanas y le exigían el segundo mejor abracito que tuviera porque el primero debía ser usado en una ocasión especial.

Decidió levantarse, ya pronto sus hijos se despertarían y seguramente querrían desayunar, aunque siempre podían prepararse algo ellos solos, pero quedarse en cama lo haría pensar en si Chris todavía llevaba su anillo o lo había guardado.

-¡Tía Lee! -Fue el grito de Stiles que lo hizo retirar las sábanas. Sus dos adolescentes estuvieron pronto sobre su cama, los dos pegados al teléfono y terminando las frases del otro -Sí, estamos comiendo bien.

-¿De verdad? -Lee sonaba un poco seria -Tú estás muy delgadito, Stiles y tú muy bajito, Theo.

-¡Tía Lee! -Theo se cubrió la mitad de la cara con una mano.

El cielo todavía no ha visto lo mejor de nosotrosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora