Peter está viendo un par de ojos color café cuando despierta, o cuando finalmente es consciente de lo que sucede a su alrededor. Realmente no sabe exactamente que sucede, porque tampoco recuerda cómo llegó a ese lugar. Son dos ojos cafés, aunque no siente que el nombre de ese color alcance a describir ese par de ojos.
Son grandes y aunque Peter nunca ha estado en Marte está seguro de que esos ojos parecen ese planeta o tal vez uno más bonito, uno que brilla cada vez que le dicen que es hermoso.
Hermoso. Perfecto.
-Tranquilo -Murmura Peter mientras le acaricia una de sus pequeñas manos -Tranquilo, papi está aquí -El bebé responde con un sonido que escapa de sus labios y Peter quiere imaginarse que dice ''papá'' -Te amo.
No sabe cuánto tiempo pasa así, sosteniendo al bebé en sus brazos hasta que lo ve un poco más grande, la cabeza de alguien está recargada en su hombro y cuando se gira se encuentra con unos ojos azules. Los mismos ojos azules del bebé que estaba intentando dar pasitos. De pronto el niño que estaba en sus brazos ya no está dormido ni es un bebé, es un niño de tres años que está sosteniendo un enorme libro con enormes letras y enormes dibujos.
-¿Papi esto es un pez?
Un pez, eso es un pez y de pronto el pez ya no está en el libro sino en la mano del niño.
-¿Pet? Peter despierta.
-Estoy despierto, Christopher.
Ya no hay bebés, solamente dos niños. Unos con los ojos de Marte y el otro con los ojos del Neptuno.
-Dame un besito aquí -Peter le da un besito en su manita, luego en su bracito, sus hombros, sus mejillas y finalmente le besa la nariz. El niño ríe y ríe y luego ya no es un niño tan pequeño, es algo más grande y está usando sus patines de nieve por primera vez.
-Mírame, papi, mírame.
Peter quiere decirle que él siempre los está mirando, pero no puede, hay un cristal que evita que lo haga.
-Tranquilo, tómalo con calma.
Las palabras no suenan para él, pero sabe que se refieren a él.
-Lo intento, pero -Hay una pausa que parece enorme -Lo extraño.
Peter no extraña a nadie, tal vez a Talia y a Derek, pero a veces no se acuerda, porque siempre tiene cuatro manitas exploradoras que siempre le traen nuevas criaturas para que las conozca.
-Joder, Theo.
Theo. Así se llama el de los ojitos azules.
-Devuelve ese sapo al estanque.
-¿Por qué?
-Porque va a extrañar a su familia.
-Pero yo lo voy a extrañar a él.
-Theo, por favor.
El niño suelta mucho aire por la boca, murmura algo en voz baja y camina de regreso al estanque a devolver al sapo. Tres días después una familia de sapos pasa por enfrente de ellos y Theo está seguro de que es el sapo al que él dejó libre. Peter no lo corrige y la persona junto a él tampoco.
Hay aromas, hay sabores, pero sobre todo hay voces, voces que él conoce y que nadie puede imitar. Le toma un tiempo darse cuenta de que está dormido -o algo parecido- y que lo que está viendo no es una película, son recuerdos.
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El cielo todavía no ha visto lo mejor de nosotros
FanfictionDías Dorados, donde Peter realmente huye con Chris aquella noche.