Camila acababa de entrar rápidamente por la puerta principal de su casa dejando caer la mochila en el sillón de la sala sin percatarse de las miradas confusas de Yania y Edgar mientras jugaban videojuegos frente al televisor de la misma.
A ambos les extrañó el comportamiento de la niña, ya que ella siempre que los veía jugando, de la manera más tímida, les preguntaba si podía unirse a ellos sin poder aguantar sus ganas.
Pero esta vez no.
Una vez en su cuarto, Camila sacó una hoja de papel del bolsillo de su vestido escolar cuadriculado y lo desdobló.
En el interior estaba escrito con crayola verde y una letra algo deforme "Me gustas ¿quieres ser mi novia?".
Camila a sus 9 años había visto a muchas de sus amigas tener novio, los cuales eran niños de su salón o del grupo opuesto, quienes compartían sus cuadernos o les compraban cosas en la cooperativa, pero a ella nunca le había pasado, y por la vergüenza comenzó a ponerse tan roja como el labial que la profesora Tania usaba todos los días.
Cuando Leonardo le había dado la nota rápidamente al final de la clase mientras sus amigos reían por lo bajo como si hubieran hecho alguna travesura, ella lo único que había podido hacer mientras guardaba sus útiles en la mochila, fue agarrar la nota y, reteniendo el impulso de tirarla a la basura a causa de la vergüenza, la guardó en su pequeño bolsillo del uniforme.
Así pasó las dos cuadras corriendo de camino a casa aguantando la incertidumbre para abrirla.
Ella no hablaba mucho con Leonardo, de hecho casi nada, pero siempre lo notaba viéndola y tirando cosas o papeles hacia ella de una manera no tan disimulada.
Por su corazón latiendo fuertemente no notó que alguien había entrado a su habitación y se encontraba inclinado por encima de su hombro leyendo la nota.
Cuando se percató de ello se volteó rápidamente para encontrar a Edgar casi tan rojo como ella.
-- ¿Qué quieres, Edgar? -- preguntó ella al tiempo que escondía la nota en su espalda haciéndola bolita.
Edgar dio dos pasos hacia atrás y poniendo cara dura, tanto como su rostro podía aparentar, respondió.
--Nada... ehhh nada mas vine a ver qué pasó. Llegaste corriendo y no nos dijiste nada... -- luego cambió el objetivo de su mirada intentando ver la nota que estaba escondida en las manos detrás de Camila -- ¿Eso es una carta de amor? ¿Ya tienes novio?
Camila se puso más roja aún y comenzó a tartamudear.
--¿q-que? Yo, n-no. -- se aclaró la garganta -- Obvio que no tengo novio, y tú no deberías andar de metiche.
--¿No? ¿Quieres que le diga a tu mamá que tienes novio? ¿O a tu hermana?
Camila entró en pánico, ella no quería que su mamá se enterara y sufrir aún más vergüenza, y mucho menos por algo que no era verdad. Ella no era como las niñas de su salón que tenían muchos novios "de mentiras" desde la primaria.
--¡No puedes hacer eso! Además no es cierto. -- Habló con voz más aguda de lo común, luego lo pensó mejor. -- Además que yo no le he dicho a tu mamá que tenías novia, pero le puedo decir.
La cara de Edgar cambió de enojo a susto, y nuevamente a enojo. Así sin más, Edgar salió del cuarto de Camila dando pasos fuertes y con puños apretados.
Una vez sola, se tiró en la cama para después, con lágrimas en los ojos, comenzar a romper en pedazos minúsculos la nota de manera que no se viera lo que en ella estaba escrito y la tiró al cesto de basura.
Al día siguiente, una empequeñecida y apenada Camila le dijo que no a Leonardo frente a sus amigos.
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Yo seré tu primera vez
RomanceA ella no le importaba nada, lo único que quería era dejar de ser virgen, así que dejaría que cualquiera (con experiencia, claro está) se encargara de ello lo antes posible. El lo sabía, había sido varias de sus primeras veces, así que no la dejaría...