Cazadores

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Había pasado una semana desde que se entero de que ese era su padre, se sintió morir al saberlo, pero lo peor es que parece que el haberse alterado así había provocado que su doble regresara, lo peor es que se sentía más solo que nunca, Tom jamás le creería no tenía como contarle lo que estaba pasando ni decirle lo que significaba el hombre del retrato para él.

─ ¿que tienes mi amor? Dime, yo haré lo que este a mi alcance para que estés bien ─ le dijo Tom preocupado ya que apenas comía y lo sentía gritar por las noches.

─ quiero ver a Tita ─ le pidió sobándose la barriga, eso hizo poner una mueca al pelinegro, ¿porque quería ver a esa?

─ ¿para que? ─ le pregunto bastante celoso, pero sin alterarse no quería exaltar más Robin, temía por la niña.

─ solo con ella, puedo hablar, es la única que me cree ─ le dijo el rubio cerrando los ojos, últimamente no dormía bien, a sus casi seis meses de embarazo eso era malo, pero tampoco quería engañarlo y decirle que creía todas esas cosas que eran demasiado ilógicas.

─ veré como la consigo

Estaba dispuesto hacer lo que sea contar de calmarlo hasta tragarse la rabia.

El de ojos gatunos sentía los ojos pesados, pero no quería dormir sabía que lo vería.

Después de una media hora de dormitar un dolor lo sobresalto, era en su espalda, era una contracción.

─ ¡creo que ya va a nacer! ─ grito el menor

─ ¡un es demasiado pronto! ─ exclamo un angustiado Tom, se levantó apresuradamente para llevarlo al hospital el corazón de Robin latía rápido al ver sangre bajar por sus muslos.

─ ¡ahh! ─ jadeo de dolor cuando lo pusieron en la sala de partos.

─ no te preocupes sacaremos a mi hija rápidamente ─ le dijo una voz que reconoció con horror, su gemelo fantasma estaba frente a el sonriéndole de una manera imposible con el bisturí en la mano.

─ ¡aléjenlo de mí! ─ grito mientras sus ojos buscaban a Tomás al que no veía por ningún lado.

─ no te preocupes, va a terminar rápido ─ el espectro le clavo el instrumento en el vientre, el rubio estaba inmóvil, pero sentía el dolor de una manera agónica, como la hoja afilada cortaba la carne, lagrimas salían a mares de sus ojos, hasta que sintió que metieron las manos en él y sacaron un pequeño bulto ensangrentado que apenas se movía, trato de decir algo, pero su boca estaba paralizada apenas si podía mover los ojos.

─ ¿siempre fue niña? ─ pregunto su pareja, pero no a él si no a si otro yo que tomaba la recién nacida en sus brazos como suya.

─ si ─ le contesto dándole un beso y saliendo abrazados lo que le rompió el corazón a Robin mientras sentía como se desangraba.

─ amor despierta! ─ le pidió el ojiazul palmeando levemente su cara.

El menor abrió sus ojos lentamente se encontraba en la cama de su habitación, todo había sido un sueño, o mejor dicho una pesadilla.

─ es que yo...

Al moverse un poco sintió un terrible ardor en el estómago y humedad.

─ ¡que hiciste! ─ grito Tomás al ver la sangre que empapaba la sabana, el menor estaba en shock, claro no era la primera vez que algo que le hacia esa cosa pasaba más que en un sueño, pero ahora ponía en riesgo a su bebe.

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El doctor no estaba muy contento suturando heridas a las 3 de la madrugada, pero había sido una emergencia, aunque se veía peor de lo que era, había cortes en el vientre de Robin, pero no lo sufrientemente profundos para perjudicar a la niña, habían sedado al rubio ya que no dejaba decir incoherencias sobre un ser que quería hacerle daño.

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