Hermano menor

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— ¿!Co-cómo que hermano menor¡?— Pregunta sorprendido Romano.

— Si a primera vista parecía una hermosa fille!— Exclama el Francés mientras pequeñas cascadas caen de sus ojos y muerde un pañuelo que quien sabe de dónde lo saco.

Alfred hace un puchero— Acaso no me escuchan, dije que él es mi hermano pequeño, así que no le digas fille o lo que sea que signifique— Dice mientras abraza a Matthew protectoramente.


El sorprendido grupo compara a uno con el otro y no saben de dónde sacar el parecido, en eso Romano lo mira con algo de resentimiento — ¿No era yo el que no te decía las cosas?


Alfred respinga al darse cuenta de que él tampoco le había contado nada de la existencia de su hermano, lo mira con culpabilidad y una tonta expresión de "lo siento"


—Fusososo— Llega hasta la escena un animado español riéndose de nada y con un jugo de tomate en la mano, al ver a todos reunidos en torno al chico recién transferido al parecer abrazando a algo, se detiene sin entender lo que pasaba— Ano...¿Qué fue lo que sucedió mientras no estaba?— Todos se giran a mirarlo, ahora con diferentes expresiones de lástima.


—Jeje,Has llegado muy tarde— Dice el Francés negando con las manos alzadas.
—Kesese, te perdiste de mucho, más sin mi gloriosa presencia a tu lado kesese.


—Je, Always the last...— Con una pequeña sonrisa lastimera el Inglés.
En ese momento suena la campana y aquel alboroto se desase con cada uno volviendo a sus respectivos puestos y pequeños comentarios de la situación, dejando a un confundido Antonio delante de los hermanos abrazados y al par de italianos.


— ¡Jeee, Antonio!— Corre a su lado un feliz Veneciano— Nee, te perdiste de la presentación del hermano de Alfred.


— ¿...Hermano...?— Mira con cuidado el espacio que hay entre los brazos del Americano. Abre su boca cuando se da cuenta de que hay una persona ahí y que esta sea un chico, ya que al mirar de reojo no parecía haber nadie pero con un poco de cuidado parecía una delicada chica—Yo-yo...
Antes de que pudiera decir algo lo interrumpe la voz del profesor exigiendo que vuelvan al salón de una vez. Alfred de mala gana suelta definitivamente a Matthew y con unas breves palabras se despiden.

La tarde se les hacia interminable no solo a Romano y Alfred si no que al resto de los estudiantes también. Algunos cabeceaban, otros solo dormían o se distraían jugando con sus lápices hasta que finalmente la campana tan esperada sonó anunciando el termino de la jornada.


—Que bien al fin termino esto-aru— Se despereza en su asiento.


—Concuerdo contigo en lo de estar feliz Yao-kun—Se acerca hasta su puesto un paciente Japonés.


—Tu nunca pareces alterado Kiku— Apoya un codo en el pupitre y su cabeza en la mano levantada.


—Oh, pero claro que lo... —Es interrumpido por un repentino escalofrió en su espalda, seguido de un brazo que pasa alrededor de su cuello.


—Claro que a veces se altera, y más cuando estoy yo cerca ¿No es cierto demoiselle?—Dice olisqueando su característica rosa, para luego hacer un recorrido por el pálido cuello del Japonés, quien lo mira con incomodidad pero sin decir nada. Una mirada asesina era dirigida a Francis por parte del Chino.


—Oi, suelta a Kiku-aru!— Reclama con voz severa, raro de escuchar en él.
Los dos se sorprenden por la tonalidad de las palabras. En un comienzo la cara de Francis solo se veía la sorpresa que luego quedo remplazada por una sonrisa traviesa. Siguiendo con su juego se acerca más al asiático entre sus brazos.

La  misiónWhere stories live. Discover now