¿Y tú calsetín? (II)

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Ramón se encontraba, como habitualmente lo hacía, en una finca en la cual trabajaba cortando, cargando y transportando arroz en caballos y mulas. Aun que también practicaba otras actividades que requerían un esfuerzo físico considerable, gracias al cual pudo desarrollar un cuerpo robusto cual luchador.

Ramón, creo que hoy no podrás ocupar las horas extras ¿Ya oíste las noticias cierto? Le informa uno de sus jefes.

Ah, si las escuche Le aclara, sin saber de lo que habla. Pero aun así quiero tener las horas extras por favor.

Vaya, sabía que eras un tipo trabajador, y se porque trabajas tan duro, pero no pensé que aun con lo que está pasando allí afuera alguien quería seguir, me impresionas. Bueno, toma, no estoy tan loco como tú para quedarme aquí sabiendo lo que podría pasar Dice el sujeto mientras le entregaba unas llaves.

Tomaré eso como un alago Exclama Ramón mientras tomaba las llaves y el sujeto se dirigía a la salida-.

Lo es, por cierto, dale mis bendiciones a tú esposa, espero que mejore su estado. Siempre oramos por ella en casa Dice el sujeto antes de salir por una puerta.

Gracias Juan, le diré sobre tu detalle Responde Ramón sin mirar a Juan, el cual termina de irse. Pero esperar y orar para que un milagro suceda, no me ha funcionado nunca.

Eran ya las 12:00 AM y Ramón decidió por terminar sus horas extras e irse como siempre hacia sin antes revisar todo para que no ocurra algún contra tiempo, revisaba los caballos, borregos y vacas que allí habían. Al revisar a una yegua blanca con pequeñas manchas negras asemejándose a un perro raza dálmata, se percato de que esta tenía una de las patas delanteras enredada con el lazo que la sujetaba, esto sucedía cada noche y ramón se ocupaba de desengancharla para que esto no le cortase la circulación.

Terminado esto y al asegurarse de que todo estaba bien, se marcho dirigiéndose a una mal lucida camioneta, con partes oxidada y las partes inferiores del vehículo embarradas de lodo, también tenía un cartel de ¨Se vende¨ descolorido por el tiempo. El motor de la camioneta hizo un ruido molesto luego encendió y Ramón emprendió su viaje hacia su casa, la ascienda o finca en la que trabajaba quedaba a las afueras de la ciudad y a unos 35 minutos de su vivienda.

Ramón al salir del campo en el que se encontraba y entrar a la carretera, se percató de algo muy inusual en esa zona, un tapón en la autopista.

¿Qué demonios? ¿Un tapón? Dijo desconcertado pues en esa zona de la ciudad casi no pasaba ese tipo de cosas, y menos a las 1 A.M. Dios lo que me faltaba suerte que no tengo ganas de ir al baño porque esto sería un desastre. Espera un momento, todos van hacia afuera de la ciudad ¿Qué habrá pasado? ¿Tendrá algo que ver con lo que dijo Juan? Un silencio lo invadió por unos segundos ¡Espera un momento, Tania! ¡Tengo que ir por ella!

Ramón se dirigió directo a la ciudad, como ese tapón exagerado no lo dejaba ni ingresar a la carretera opto por ir fuera de esta, por un pequeño sendero sin asfalto que había a un lado de la autopista.

Al paso de algunos minutos, Ramón decidió entrar a la carretera pues ya no había más autos por ahí, ya en la carretera aceleró lo más que pudo. Cuando ya estaba entrando a la ciudad, se percató de la soledad de la misma, pareciera que había una evacuación de la ciudad entera, pero él no sabía el por qué, sin perder más tiempo se dirigió hacia su casa a unos 10 minutos de donde él estaba.

La Guerra CelestialDonde viven las historias. Descúbrelo ahora