➼ 2

2.9K 225 60
                                    

Nicole's POV

Miré el reloj que colgaba en la pared por encima de la puerta de comisaría mientras estaba sentada en mi mesa con algunos papeles en la mano. Cinco minutos y sería libre, por fin. Aunque bueno, lo de poder levantarme de la silla era otro problema. Nedley no sabía que me había hecho bastante daño, así que no pedí la baja laboral. Cualquier cosa menos eso. Si ya me molestaba tener que estar como una simple oficial, más me jodía quedarme en casa sin hacer nada.

—Buen trabajo el de ayer, ¿eh? —Me dijo Nedley con su chaqueta en la mano. Yo apoyé las manos en el reposabrazos y me levanté sintiendo una punzada de dolor en el costado, pero intentando mantener la compostura.

—Gracias, sheriff. —Waverly me saludaba desde la puerta con la mano y una sonrisa. Yo no podía gesticular mucho porque Nedley seguía hablándome sobre el buen trabajo que había hecho, pero no apartaba la mirada de ella.

—Y eso, no te preocupes por no estar con Wynonna y Dolls, el pueblo necesita agentes como tú. —Me dio una palmada en el brazo y casi sentí cómo si me clavaran un cuchillo en el costado. —Hasta mañana, Haught. —Se despidió, sonriéndole a Waverly cuando salía.

—Hola, llevo esperándote aquí treinta minutos. —Tomé su cara entre mis manos y la besé con ternura, dejando varios besos en sus labios más cortos.

—Waves, no tienes que esperarme tanto. Dime dónde estás e iré a verte, nada más. —Reí levemente, apretando los ojos porque el costado me dolía al hacerlo.

—Me gusta verte trabajar, ya lo sabes. —Me guiñó el ojo bajando luego la mirada con algo de pudor. —¿Te acompaño a casa?

—¿Quieres quedarte conmigo? He comprado más mantas. —Salíamos de comisaría, y se agarró a mi brazo mientras caminábamos calle abajo.

—¿Has comprado más mantas para mí? —Se separó para mirarme.

—Claro, cielo. —La sonrisa de su rostro y sus ojos brillantes eran el ejemplo de que cualquier cosa la hacía feliz. El más mínimo gesto era suficiente para contentarla. Eso me hizo pensar en que Waverly no había tenido mucho cariño en sus relaciones pasadas, o en su vida, y eso hacía que algo me presionase el pecho. Tristeza, quizás.

—Pero yo no te las pedí. —Saqué las llaves de casa de mi bolsillo y la encajé en la cerradura.

—Sé que las quieres, nada más.

Dejé que entrase Waverly primero y le quité el chaquetón colgándolo en el perchero de la entrada junto al lado del mío. La acompañé al salón, y vi cómo se frotaba las manos tiritando.

—¿Quieres encender la chimenea? —Me quité la pistola del cinturón y la dejé en la mesa del salón, junto con el walkie y el cinturón. Waverly se quedó mirándome unos segundos, hasta que sacudió la cabeza. —No puedo agacharme, ¿puedes encenderla tú, por favor?

—Es lo menos que puedo hacer por ti. —Me agarró de las manos y se puso de puntillas para poder llegar hasta mí y darme un tierno beso, mordiéndose el labio inferior. Se dio la vuelta y comenzó a preparar la chimenea.

Mientras, yo entré en la habitación y cogí aquella crema que el médico me había dado y un jersey de lana azul. Miré el tubo con el ceño fruncido y caminé de nuevo hacia el salón, donde Waverly ya encendía la chimenea.

—Waves, ¿me pones esta crema? —Moví el tubo con los dedos, dejándolo en la mesa delante del sofá. —Debería mejorar esto. —Comencé a desabrocharme la camisa botón a botón, y Waverly se levantó del suelo para acudir hasta mí.

against all odds   ➼ wayhaughtWhere stories live. Discover now