Érase una vez, en un pueblo bañado por el sol, en el medio de la nada, un niño de cabellos oscuros como la noche y piel tan blanca como la luna.
El pequeño no se juntaba con otros niños, para él, era suficiente estar con sus amigos del bosque. ¿Dije que el pueblo estaba en el medio de uno? Oh, sí, solía perderse entre los árboles días y noches. Sus padres ya no se preocupaban por buscarlo, de todas formas siempre volvía a casa sano y salvo.
Le gustaba jugar a las escondidas con sus amigos, ellos se escondían, aplaudían y él debía encontrarlos, aunque nunca llegaba a hacerlo y había veces, donde pasaba semanas buscándolos, hasta que se rendía y volvía a su casa hambriento y sucio.
Rechazado por los de su misma especie, el niño creció junto con los árboles y cada vez tuvo más y más amigos, era feliz a su lado y ellos con él. El poco tiempo que pasaba con otros humanos, el niño sentía las miradas clavadas en su espalda, los susurros indiscretos y sobretodo, la palabra "fenómeno" resonando en cada esquina.
¿Por qué era un fenómeno? ¿Qué es lo que tenía él para ser uno? No lo sabía, pero no se sentía bien.
Empezando por su piel, tan blanca como el papel, distinta a la de los otros habitantes del pueblo, quienes poseían una tez morena; siguiendo por sus amigos que, por cierto, nadie más que él conocía y finalizando con su poca afinidad por juntarse con otros de los suyos.
Entonces, ocurrió, el circo arribó a las afueras del bosque y todos, sin excepción, fueron a verlo, incluso él.
Una noche trágica aquella, cuando la carpa se prendió fuego y él fue el único sobreviviente. Curioso fue, que al día siguiente, estuviera intacta, sin rastros del incendio.
«Vámonos de aquí. ¿No quieres vengarte de aquellos que se burlaron de ti? Busquemos a más como ellos.»
Y Min Yoongi, pasó a ser el dueño del circo junto con sus amigos.
