El amor suele ser una flor hermosa, si se cuida con cariño, es regado con dedicación y asoleado cuando es necesario, él se había enamorado de un hombre que vio pasar, una vez, en un gran camión que llevaba animales y, el extraño había confesado, una carpa de circo. No recuerda su nombre, pero tiene grabado a fuego, el sonido de su voz al rapear y unos labios impresos en los suyos. Sí. Agridulce era la memoria de aquel personaje besándolo, ambos bajo la luz de la luna y el torrente de sentimientos en una efímera caricia, junto a las palabras pronunciadas por el mayor que lo persiguieron día y noche.
"¿Quieres ser mío por toda la eternidad?" y el pequeño, de 8 años, asintió eufórico.
Min Yoongi fue la perdición del dulce e ingenuo Park Jimin. Su vida se volvió sumamente retraída, ya no salía a jugar ni hablaba con nadie. Solía sentarse en el lago, donde alguna vez conoció el amor y pensaba,fantaseaba y suspiraba por aquella imagen de cabellos oscuros y piel blanca como el azúcar; por esos labios delgados de color rosa que sabían a caramelo y futuros posibles e inimaginables.
"Está loco. Ha perdido la cabeza. No es normal. Es un fenómeno." Se escuchaba decir a las señoras que salían a barrer las veredas o a las que iban a la peluquería. Decían, las que lavaban la ropa, que había caído bajo el hechizo de un brujo. Los panaderos, que le había vendido su alma al diablo. Sus padres lo defendían de cada comentario, diciendo que su hijo sólo estaba enamorado.
20 años habían pasado, donde Jimin creció a la sombra de un Sauce Llorón, y al fin, el circo había regresado en todo su esplendor.
La carpa se armó, la bandera se izó, los animales hicieron ruido y Jimin corrió a los brazos de Yoongi.
"Mis amigos y yo te llevaremos a un lugar mejor, lejos de todo aquel que alguna vez se burló de ti"
Tomados de la mano, vieron a la carpa prenderse en llamas y con un beso, escucharon el suplicar de los que, en ese momento, clamaban por su ayuda.