El tiempo dirá.

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Daniel y Camiel se pasaron toda la mañana tirados en el suelo sólo compartiendo calor y olfateándose. Daniel había caído en cuenta que ya podía oler a Camiel de nuevo y nada podía ser más tranquilizador que eso, poder olfatearlo y estar en sus brazos.

-Tu comida se enfrió- Le avisó Camiel, como si eso importara.

-No se puede decir lo mismo de mí- Dijo sin poder evitarlo.

-A mi no me digas nada, sé muy bien que ni mi lengua ni mis dedos te bastan pero tu aun no lubricas y no voy a volver a hacerte daño de esa forma-

-¿Ni aunque yo lo desee y tu lo disfrutes?- Sabía que no debía provocar a Camiel de esa manera, pero sentía una gran necesidad de tenerlo dentro de él.

-¿Cuando te volviste tan descarado?- Camiel no podía creer la manera en que Daniel media su autocontrol.

-Cuando empezaste a gustarme, creo que desde los siete años- Diciendo esto empezó a reírse.

-Eras demasiado inocente a los siete para eso, eres demasiado inocente aun ahora- Le contestó Camiel.

Daniel frunció el ceño, con que demasiado inocente ¿he? se notaba que no sabía lo que era un celo.

-En realidad dejé de ser inocente en mi primer celo, que si mal no recuerdo fue a los quince y no te imaginas todo lo que pensaba que te haría cuando me moría en el sofoco sexual-

Camiel lo miró como si le hubiera salido otra cabeza, no se podía creer que Daniel le contara algo así, usualmente los omegas evitaban hablar de sus inicios en la vida sexual.

-Claro que debo reconocer que mis fantasías si eran muy inocentes comparado con lo que hemos hecho, tú superaste todas las expectativas.- Siguió el omega.

-No sé si esto hace parte de tu venganza contra mi o en realidad tú sólo me provocas sin querer- El hecho de que su Omega confesara que en el inicio de su vida sexual se había tocado pensando en él lo ponía a mil, eso despertaba un orgullo algo demasiado primitivo para su gusto, en realidad se lo había imaginado y aquel recuerdo de ese niño arreglando el jardín había servido mucho, no es que Daniel hubiera cambiado mucho desde esa vez que lo vió en el jardín a través de la ventana, en realidad no había cambiado casi nada, pero imaginarse a alguien con esa inocencia tocandose para evitar el dolor y mientras lo hacía lo estuviera llamando a él desesperado, sin saber que ocurría, sin tener a su Alfa a su lado para que lo aliviara o por lo menos lo orientara. Recordó lo que el doctor le había dicho, él esperaba inconscientemente que Daniel estuviera más preparado según el doctor, pero se daba cuenta que lo había hecho esperar demasiado, ahora que lo analizaba seguro que Daniel lo había pasado muy mal cuando los celos empeoraron, sabía que Daniel pudo haber conseguido a un Alfa que calmara su dolor, pero no lo hizo, lo esperaba a él, y cuando por fin había sucedido él había sido un maldito bastardo. Se daba cuenta de todo lo que se había perdido, se había perdido la introducción de su Omega al mundo sexual, sus primeros orgasmos, no había podido ayudarlo con sus inseguridades ni con sus miedos de Omega inexperto... Sabía que esa parte de no haber estado con él en sus inicios no era su culpa, no sabía lo mucho que le gustaría Daniel, para él sólo era un Omega más en esos momentos y él no había tenido manera de saber que lo preferiría a él sobre todo, pero aunque no fuera su culpa aún se lamentaba por todo. Volteó y lo besó en la frente, a modo de disculpa silenciosa. -Vamos, ve a ducharte, recordé que tenemos cita con el médico y ya vamos tarde-

Daniel extrañado con ese beso se levantó, quiso preguntarle porque había sido pero se le olvidó apenas mencionó al doctor -¿A qué vamos?-

-Sólo arreglate- Le pidió.

Mientras iban de camino al consultorio del doctor, que como cosa rara no estaba en el hospital si no en otro complejo, la gente los miraba, era obvio que el olor de Camiel estaba sobre él, pero era normal que eso pasara después de ser marcado, no entendía porque la gente se sorprendía tanto.

DIOS NOS JUNTÓ.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora