Un amigo.

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La vida en la base es una vida ocupada pero sencilla, hace apenas unos días desde que llegué aquí y no hemos tenido ni siquiera una pista del paradero de mi hermanito, la preocupación no me deja dormir, a veces pienso en todo lo que debe estar pasando y el apetito rápidamente se me quita, siento el afán de salir corriendo a salvarlo, el problema es que no sé hacia donde.

Siento que tengo encima todos los problemas del mundo y me ahogo, ya no tengo uñas de tanto morderlas, es lo único que puedo hacer con la ansiedad que me entra a veces, también me siento muy solo... Mis compañeros del grupo tampoco hacen fácil mi estadía en el lugar, apenas al llegar donde se encuentra el grupo reunido siento como el ambiente se tensa con mi presencia, claramente no me quieren ahí.

Ya no soy tan enclenque y me acostumbre a la rutina, me costo trabajo pero ahora puedo soportar mi propio peso y hacer bien algunos ejercicios, supongo que sólo era cuestión de intentarlo y esforzarme. También trabajo en mi flexibilidad por la noche cuando no puedo dormir y lo único que puedo hacer es llorar. En cuanto a la pelea cuerpo a cuerpo me ha tocado aprender a defenderme contra los ataques de los omegas de mi grupo, si no quién sabe con cuantas costillas rotas terminaré... Me toca aprender y asimilar todo rápido, este lugar no espera a nadie.

-Oye nuevo- Me llamó alguien. Voltee dejando de golpear el saco de boxeo con mis puños.

-Tengo nombre- Le dije a un tipo que se acercaba, al parecer era humano.

-Pues yo no me lo sé- Fue toda su respuesta.

-Black Daniel- Le dije entonces siguiendo con lo mio, la verdad no quería problemas, y desde que llegué al lugar parece que tuviera un letrero en la frente que dice que si.

-David Belle- se presentó -Así que tu eres el omega del que todos se quejan- Más bien aseguró.

-Puede ser, ¿quienes me hacen propaganda?-quise saber.

-Naturalmente tus compañeros... También tus instructores, lo siento chico, no les gustas-Me dijo burlesco ¿Quién era este hombre?.

-Ya lo suponía. Claro, aunque no pensé que de verdad fueran a quejarse con alguién más ¿Y con quién más se han quejado?-pregunté temiendo un poco que hubieran ido a quejarse con algunos de los señores Rosen y que luego por causar problemas me dijeran que me tenía que ir.

-Solo conmigo, naturalmente, no molestarán a nadie más por algo tan absurdo- contestó mientras encendía un cigarro con desinterés.

-¿Entonces por que se quejan contigo y no con los demás?-quise saber curioso, este humano gritaba desinterés por todas partes.    

-Porque a mi me pagan por escuchar quejas... -Le dió una calada al cigarro -Soy uno de los psicólogos y consejeros de este lugar-completó la información.

-No sabía que tenían... Está prohibido fumar en este lugar, va contra las reglas- le informé por si no sabía.

-Las reglas me chupan un huevo- Me soltó como si nada semejante frase tan vulgar, yo abrí la boca incrédulo de que dijera algo así, luego sonreí como no lo hacía desde hace una eternidad, me hizo gracia su grosería, debo estarme volviendo loco. -Bueno, en cualquier caso tú tampoco deberías estar aquí, se supone que tienen que estar en cama antes de las nueve, por eso guardaremos el secreto- me guiñó un ojo mientras soltaba el humo por su boca. Cielos, este tipo tan extraño ¿no se suponía que tenía que dar el ejemplo?.

-Ok... Esta bien, nadie dirá nada- Acepté -Y... ¿qué es lo que se dice exactamente de mí?-Le pregunté casualmente, el tipo rió.

-Está prohibido hablar sobre lo que te dicen tus pacientes, esa es la regla- quiso cortarme de una.

DIOS NOS JUNTÓ.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora