Juntos en el hogar.

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-Dios, Dios, Dios- Se repetía Daniel mientras intentaba aplacar los nervios, estaba mirándose en el espejo, incrédulo de vestir al fin el soñado vestido blanco.

-Oh por Dios- Fue lo que dijo David al verlo a penas entró en la habitación, la chica que lo ayudaba con el vestido se apartó y luego salió de la habitación a señal de David -Estás magnífico, es más, eso se queda corto, eres hermosisimo, hasta me dan ganas de ser yo el novio- Dijo mirándolo a través del espejo.

David había elegido bien el vestido, era un vestido tradicionalmente blanco perla de seda con mangas de encaje que permitía ver las clavículas ya que tenía corte en v que iniciaba en los hombros y terminaba en el pecho, la espalda también era en una v profunda que llegaba a su espalda baja y permitía ver la delicada piel de toda la línea de su columna, aunque el detalle estaba en que la parte más baja de su espalda, a la altura del ombligo se había añadido más encaje hacía abajo para rellenar el fondo de la V, de manera que esa zona baja estaba protegida con tela y decorado por una especie de cordón a modo de corsé, era sólo decoración ya que el vestido encajaba deliciosamente en su figura. No era raro que un Omega usara vestido para la boda, algunos no lo hacían, pero con Daniel definitivamente era un vestido.

En la parte de adelante no tenía nada, era sencillo, pero el collar largo con perlas azules y un medallón de plata con forma de rosa al final que usaba complementa el vestido, era un vestido largo estilo sirena, nada espumoso. David había acertado en su talla y todas sus medidas, el vestido le quedaba maravillosamente bien.

A Daniel lo había peinado la mujer que acababa de salir de la habitación, ella era la genio que se había encargado de ayudarlo con el vestido, el maquillaje y con el peinado. A petición de Daniel le había dejado dos largos rizos para que le cayeran el pecho, ella había insistido en que si el cabello le cubría la espalda habría opacado la majestuosidad del vestido, por eso los demás rizos habían tenido que ser recogidos de manera en que cayeran de nuevo sólo que más cortos, a la altura del cuello, el peinado le quedaba bien y lo mejor era que fácil de deshacer, lo único que tenía que hacer era quitarse una pinza que lo sujetaba. El maquillaje se había enfocado mucho en los ojos, el pestañina había triplicado sus pestañas, las sombras de tono marrón en sus ojos resaltaban sus ojos tan azules, el rubor discreto sólo lo hacía más hermoso, los labios de un tono rosa natural, todo no hacía más que resaltar la belleza que el muchacho poseía.

-¿Crees qué a Camiel le guste? - Le preguntó algo inseguro mientras se observaba en el espejo.

-Le encantará, pareces un ángel- Sonrió para tranquilizarlo. Tomó la mano de Daniel y la besó -Ya es hora. -Le avisó entregándole el ramo de rosas rojas que tenía.

-Ustedes dos están locos ¿Cómo prepararon todo tan rápido? ¿cómo...? -A Daniel todo le parecía increíble, un sueño, uno muy vívido y a la vez no, se sentía en una nube y temía estrellarse, las cosas no podían ser tan fáciles para él, era tan extraño casarse sin más.

-¿Es enserio? ¿Acaso tú estás tratando de ganar tiempo? ¡Tú! él que se moría por casarse...- David lo había descubierto.

-Ya, es que estoy nervioso, todo esto fue tan repentino, esta mañana tú sólo me despertaste y me trajiste a esta habitación de el templo y... -

-Lo que pasa es que no te crees que tu boda suceda tan fácil, sin luchar, sólo sucediendo como debe ser, es normal con todo lo que ha pasado pero, Daniel, Todo va a salir bien- Le aseguró apretándole la mano. Daniel lo miró a los ojos y asintió, había que creerle si lo miraba con toda esa ternura, sus temores de que algo ocurriera para estropear su felicidad se esfumaron, era su boda, tenía que ser muy feliz y gozar ese día tan especial.

David empezó a guiarlo. En el trayecto de salir de la habitación hasta llegar a las puertas de la iglesia jamás soltó su mano.

Bajo la luz dorada del inicio del ocaso Daniel llegó al gran arco de la puerta central del brazo de David, la melodía de I Can't help falling in love de Elvis Presley en violín y piano comenzó a sonar apenas ellos hicieron presencia. Había mucha gente, demasiada, llenaban todas las bancas. A lo largo del pasillo habían arreglos de rosas blancas, todo estaba perfecto, excepto porque tenía unos nervios terribles, por primera vez en su vida temió tropezar con lo tacones, olvidó a que había ido en primer lugar, se sentía demasiado consciente de todo, la gente mirándolo, los pasos que dada, su respiración. Daniel sintió tanta emoción que sintió ganas de llorar, sus ojos se cristalizaron un poco dándoles un toque brillante, entonces lo vió, de pie, esperándolo a la mitad del pasillo, fue como si el tiempo se detuviera y el camino para llegar a él no le pudo parecer más largo. Cuando llegaron hasta donde Camiel David apretó su mano y se acercó para besarle la mejilla y abrazarlo, Daniel le correspondió el abrazo, se sentía inmensamente agradecido con David, había sido su protector en el camino hacía Camiel y le había enseñado tantas cosas que jamás creyó fuera capaz de hacer, estaba tan agradecido y lleno de dicha por haberlo conocido.

DIOS NOS JUNTÓ.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora