Mi queridísima chica de las cuentas

743 63 12
                                    

10 de Febrero del 2015

Querida Aurora:

He decidido escribirte una carta por el octavo aniversario de nuestro matrimonio. No podría estar más feliz de tenerte en mi vida como mi amada y hermosa esposa. Hace ocho años decidí que quería pasar el resto de mi vida contigo. Aquella vez que te escuché tocar el piano por primera vez, me enamoré. Y, cuando te vi, supe que eras para mí. Desde esa noche que pasamos juntos mi vida cambio completamente, mi Ro.

Primero conocí a la chica más extraordinaria que jamás había conocido. Estaba realmente asombrado. La manera en que tus ojos brillaban al hablar de tu vida como pianista, al contarme tus aventuras como hija de Romina de Anda (reí un montón con el refrán que le hiciste: "siempre copa de vino en mano y bigote sobre el labio"). Me di cuenta que estaba perdiendo el tiempo estando con Minerva cuando la chica de mis sueños estaba justo frente a mis ojos. Así que, como bien ya sabes, te invité a salir al día siguiente. Salimos a las cuatro de la tarde y para las dos y media yo ya había terminado mi relación con Minerva.

Después de esa cita todo era seguro: quería saber más de ti y pasar todo el tiempo posible a tu lado. Unas semanas después tú ya eras mi novia. Y debo decir que tuvimos los dos años de noviazgo más increíbles. Para nuestro primer aniversario me escribiste una canción y para el segundo yo te escribí un poema.

Y entonces decidí que era el momento de pedirte matrimonio. Era el momento de que fueras mía por el resto de mi vida. Compré el anillo más bonito que vi y dos boletos a Viena. Te pedí matrimonio el mismo día que llegamos.

Finalmente llegó el día de la boda. Estuve muy nervioso, pues no podía esperar para verte caminar hacia mí, sonriendo, aceptando ser mi esposa y mirarme a los ojos al decir que sí. Cuando te vi estaba tan feliz, tan emocionado, no podía creer lo que estaba pasando. Fueron tantas emociones que salieron lágrimas de mis ojos. Esperaba que nadie me viera, pues todos te veían a ti. Pero tú solo me mirabas a mí y yo no podía dejar de llorar. Te veías preciosa con esa sonrisa que te sigue acompañando.

El primer año de casados fue fenomenal. Compramos nuestra casa y los primeros tres meses dormimos desnudos. Bueno, fue divertido durante la luna de miel pero cuando regresamos recordamos que teníamos vecinos y que a veces tu madre llegaba en la mañana de improvisto. Así que dejamos de hacerlo.

Para el segundo año de matrimonio nos llevábamos el desayuno a la cama todos los fines de semana. Uno de esos días, jugando, lancé un panqueque al techo. Se quedó pegado y te molestaste tanto que no volviste a subir comida a la habitación. Tres días después de eso te cayó en la cara mientras dormías. La verdad fue un momento muy cómico, pues te habías asustado tanto que casi llamas a la policía. Me burlé de ti por un buen rato y para quitarte lo enojada solía besarte hasta que olvidaras qué te había molestado.

En el tercer año pasó lo peor. Tuvimos que aceptar que nunca tendríamos hijos biológicos. Sé que ya ha pasado mucho tiempo de eso, pero no está de más recordarte que no tiene nada de malo y que te amo con todo mi ser y mi alma entera, tal y como eres, con hijos o sin hijos yo me enamoré de ti y no pienso dejarte nunca por eso, quiero pasar el resto de mi vida contigo, Ro. Y también sé que dije que estaba seguro de que no adoptaríamos pero si es lo que tú quieres, hagámoslo. Te amo, Aurora.

Cuarto año: Siempre habías querido viajar a Australia y vivimos medio año ahí. Hubiéramos vivido más tiempo en Sydney pero extrañabas mucho la comida mexicana, así que tuvimos que regresar a nuestro país natal.

Para el quinto año ya habíamos escrito catorce canciones juntos.

De seguro para este tramo de la carta ya notaste lo que hice. Sí, algo que te gusta. He contado cada uno de nuestros años juntos y remarcado mi parte favorita. O al menos la parte que para mí marcó ese año de matrimonio. Eres mi mejor amiga, Aurora. Eres mi amada, mi confidente, mi chica de las cuentas, mi esposa y mi razón de ser. Quiero que sepas que nunca nada ni nadie nos va a separar. No importan las veces que nos hemos equivocado o que nos hemos lastimado el uno al otro, porque fueron sin querer.

Proseguiré con el sexto año, cuando pasamos por una pequeña crisis monetaria. Tu mamá dijo que para ella no sería problema darnos dinero. Pero tú no querías, eres demasiado orgullosa como para aceptar manutención de tu madre. Hasta que se agotó tu suministro de galletas saladas y ya no cabían en el presupuesto semanal. Tuvimos que pedirle dinero a tu señora madre, pues Aurora Anda no puede estar un solo día sin comer galletas saladas.

El séptimo año las cosas mejoraron bastante. Hoy hace un año fuimos a cenar a tu restaurante favorito. Jamás me cansaré de verte comer spaghetti a la boloñesa, es una cosa tan cómica. ¿Ves? Me haces reír y me haces feliz. Y por eso y muchas cosas más soy dichoso al tenerte en mi vida, al tenerte como esposa.

Finalmente, el octavo. Hoy hace ocho años mi vida cambió para siempre. Uní mi vida a la vida de la mujer más espectacular, inteligente, talentosa, risueña y perfecta del mundo. Este año ha sido maravilloso. Sé que a veces nos perdemos un poco en la rutina diaria, pero al final del día tú siempre estás ahí, sonriéndome, platicándome cómo estuvo tu día y haciéndome reír. Eres una inspiración, Ro mía. Y te amo por haberme dado el privilegio de conocerte y dejarme entrar a tu vida.

Gracias por haber compartido conmigo los mejores ocho años de matrimonio. Sé que los que siguen estarán llenos de amor, cariño y alegría.

Te ama muchísimo,

Tu Diego.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Jul 01, 2019 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Diario de una fascinaciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora