El arte de morir

2.1K 164 32
                                    


Después de todo, quizá morir es bueno. ¿Qué pasaría si ninguno de nosotros muriéramos? Si nuestros antepasados nunca hubieran muerto, si nadie jamás lo hubiera hecho. Hoy no seríamos siete mil millones de personas en el mundo. Seríamos quizá el triple... ¡o qué decir el triple! Seríamos trillones, cuatrillones, quintillones... y el doble, triple, cuádruple de estos, o mucho más. Seríamos un número tan grande de personas que ni siquiera alcanzaría medio metro cuadrado para cada quien, ni habría comida suficiente.

Morir no es una opción, es una necesidad.

Y efectivamente para que otros nazcan, hay que morir. Para que nuestros descendientes puedan vivir, nosotros tendremos que morir.

Pero duele. El morir duele. Duele perder a un ser querido, a una persona a la que estabas tan acostumbrado a ver. 

Sufrirán.

Sufrirá Georgette al verme morir aquí, mañana, en esa silla. La silla eléctrica. Ni siquiera me permitirán darle un beso antes, una despedida. Tendré que mirarla a los ojos para tratar de trasmitirle mi amor, mi dolor, mi esperanza de verla en el otro lado. Aquel lado desconocido.

Pero está bien. Morir se sentirá bien. No le temo. No me da miedo irme ahora. Quizá me hubiera dado miedo cuando era un niño, o incluso hace unos años, cuando vivía en el mundo libre y no en este cuchitril. Morir es mejor que estar aquí. Quizá incluso mejor que en el mundo libre.

Morir me sentará bien.

Hace unas semanas pensé incluso en el suicidio. Estar aquí y estar a punto de morir te hace pensar mucho en eso.

Pero no importa. No importa lo que pensamos en vida, lo que dijimos, lo que hicimos. Sólo les importará a los vivos. Y quizá ni siquiera les importe, porque un día esos vivos, al igual que yo, se convertirán en muertos. Todo será olvidado. Todos serán olvidados. Seremos, me incluyo.

Todos nos iremos. Las personas a la que maté se fueron, y las personas a las que no, también. Yo me iré. Me iré por matarlas y no me iré arrepentido. En lugar de eso, me iré feliz de acompañarlas.


—Fragmento de El arte de morir,

Copyright © 2014 por Diego Coria. 

Diario de una fascinaciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora