II

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Como dije, se habló mucho tiempo del caso en Argentina (y también en el exterior), pero la completa falta de explicaciones acerca del por qué de las muertes hicieron que, después de un tiempo, se dejara de discutir el caso como un tema importante del día a día. Por ponerlo de alguna forma, para la generalidad del público el caso fue visto como un caso atípico y paradigmático digno de ser tratado en cualquier debate sobre temas de asesinatos, sucesos extraños y/o paranormales, o conspiraciones ocultas, pero no un tópico del "mundo real". Pero esto, claro está, no podía durar mucho.

El segundo evento aconteció tres meses después del primero, aproximadamente. La situación, en general, fue bastante similar. Una cierta noche, un bar se quedó completamente mudo de repente (a excepción de la música, que siguió sonando por una hora y media más, según se descubrió más tarde al cruzar referencias entre las declaraciones de los vecinos y los peritos). Esta vez fue el bar Ozmos, ubicado en la zona de Palermo. Como la entrada principal del bar es una simple puerta en un lugar poco transitado y no tiene vista a la calle, esta vez nadie que pasara notó nada extraño. Se dio también la curiosa casualidad de que, desde el momento estimado del desastre en adelante, ninguna persona entró al bar, así que nadie tuvo consciencia de lo que había ocurrido hasta la mañana siguiente. 

Fue por una mera casualidad que el abogado del dueño de Ozmos se presentó en aquél preciso momento a recoger unos papeles y descubrió lo que había ocurrido, alertando de inmediato a las autoridades. En situaciones normales, hasta la hora de apertura del bar nadie más hubiera ingresado al edificio, pero esta circunstancia fortuita permitió que la policía se presentara casi a primera hora de la mañana, cuando apenas habían pasado unas pocas horas desde el incidente. La situación que halló la policía fue, sin exagerar ni dejarme llevar por influencia personal, idéntica a la del Insurgente, hacía ya tres lejanos meses. En total 24 cuerpos esparcidos por el lugar, en posiciones curiosas que hacían pensar que habían simplemente caído muertos de un momento a otro sin previo aviso. Algunos tenían pequeños golpes y heridas, producto de caídas repentinas, al igual que en el primer escenario. Los peritos se mostraron, de nuevo, completamente desconcertados. Inmediatamente dieron aviso a autoridades superiores, y el asunto creció en importancia con una rapidez inusitada. Alguien, como ocurre de costumbre, ignoró el protocolo y dio aviso a los medios. Serían apenas las 10 de la mañana y ya un ejército de periodistas se congregaba sobre la puerta del bar, acosando con preguntas a todos los policías que intentaban inútilmente alejarlos de la escena. La información trascendió rápidamente y se reavivó la ya casi muerta flama de aquél desastre del Insurgente. Las redes sociales estallaron, y los conspirólogos volvieron a salir de debajo de las rocas como los mosquitos en un día caluroso. La Logia Masónica, los Illuminati, los políticos, los musulmanes, Obama, Donald Trump, Rusia, los chinos, Corea del Norte, todos fueron rápidamente juzgados y hallados culpables por un ejército de internautas desesperados por proveer una respuesta a un hecho que ni los mejores peritos forenses podían explicar.

Las autopsias no arrojaron, como era de esperarse, ningún resultado concluyente. Aquellos 24 desgraciados estaban simplemente muertos, sin causa de muerte aparente. No había rastros de ningún veneno ni toxina letal en la sangre de ninguno de ellos, pero la evidente ausencia de heridas mortales forzó a que el envenenamiento persista como al causa de muerte más aceptada por la mayoría. No obstante, en los reportes oficiales se indicó claramente que la causa de deceso era "indeterminada". 

Unos días después del hecho en cuestión, y debido a la trascendencia que había alcanzado, el Ministro de Seguridad de la Nación dio una conferencia de prensa que fue transmitida en vivo por todos los canales, dando la versión oficial de los hechos. Esta no difería mucho de lo que ya era un secreto a voces, propagado inescrupulosamente por los medios. Veinticuatro personas en total habían sido halladas sin vida en el bar Ozmos de Palermo, en una situación muy similar al episodio del Insurgente. El Ministro admitió la incerteza de la causa de la muerte, y aseguró que todos los resultados obtenidos serían enviados al exterior para ser analizados en laboratorios de primer nivel, a la búsqueda de una explicación. También desmintió los rumores de conspiración, y afirmó que "la ausencia de una explicación no es por sí misma un indicio de otros hechos". Esta frase fue interpretada por el grueso de la población como una clara evidencia de completa ignorancia al respecto, y todos comprendimos que ni la policía ni la alta esfera en Seguridad tenían ni la menor idea de lo que estaba ocurriendo.

Hoy, tanto tiempo después, yo puedo ofrecer una explicación. Pero lamentablemente, esta explicación será considerada un desvarío por la mayoría y nadie, excepto unos pocos, le otorgará credibilidad alguna. Los hombres creemos hoy en día, en pleno siglo XXI, tener un conocimiento casi completo acerca del mundo y un conocimiento bastante vasto acerca del Universo, y hemos desechado a la remota oscuridad todo el conjunto de antiguas tradiciones y conocimiento que consideramos obsoleto. Muy pocos de nosotros somos capaces hoy en día de concebir una explicación que no caiga dentro del marco teórico de lo habitualmente aceptado como ciencia. Es por eso que no voy a dar la explicación por si sola, sino a describir con el mayor grado de detalle posible como fue la investigación que me llevó a obtenerla, dentro de lo que puedo recordar. De esa manera, si bien aún tienen la posibilidad de tildarme de loco al leer estas páginas, estoy convencido de que muchos llegarán a las mismas conclusiones que yo llegue a partir de los indicios y evidencias que describo. Naturalmente, podrían decir que lo invento, y están en toda su libertad de hacerlo. Muchas de las evidencias que descubrí ya no podrán volver a ser encontradas fácilmente, y no puedo dar ninguna prueba concluyente. Pero de nuevo, ¿quién puede? Ha pasado más de un año desde el primer suceso y aún no existe ninguna explicación mejor fundamentada que la mía.

Fue con el segundo evento, el del bar Ozmos, cuando comencé a interesarme personalmente en el caso. Como todos los demás, pensé que la ocurrencia de dos sucesos idénticos e inexplicables en rango de unos pocos meses no podía ser una coincidencia, y decidí comenzar a investigar un poco. Mi situación fue idónea para ello. En lo que iba del año, yo estaba pasando por un estado de fuerte depresión que había destruido la mayor parte de los aspectos de mi vida, y me encontraba transitando el lento proceso de recuperación. Tenía licencia psiquiátrica en el trabajo, lo cual significaba mucho tiempo libre, y mi terapeuta me había indicado encontrar una actividad con la que pudiera mantenerme ocupado. Pero cuando uno se encuentra en una situación como la mía, las actividades típicas de la vida cotidiana no pueden satisfacerlo en absoluto. Me planteé la idea de investigar el caso como una oportunidad de salir un poco de mi rutina y pensar en algo atípico, algo distinto a lo que hubiese hecho en toda mi vida. Con el paso del tiempo, y a medida que empecé a hurgar más y más hondo, se convirtió en una verdadera obsesión.




El pianistaWhere stories live. Discover now