「Flor Marchita. 」 InkError

❀ Final¹ ❀

✎ Este Final sigue el orden del capítulo anterior —capítulo 7—

✎ Si el capítulo le es muy largo, diganmelo para que lo divida en dos partes.

✎ Disculpen la demora.
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Había una vez un esqueleto negro, viendo a través de varios portales familias felices y llenas de sueños y esperanzas. Los veía con tristeza y envidia. Envidia por no poder llegar a experimentar la alegría verdadera.

Veía y veía, pero un día todo eso acabó, ¡Puff! ¡Se esfumó! Por culpa de alguien. Pero el no señalaría al culpable, claro que no. Diría que había sido su culpa, pisó mal y cayó él solito a su perdición. Aguantaría sus lloriqueos por verlo feliz, aunque no sea con el.

Pero no siempre sería así. El lo quería y amaba mucho. Lo admira y aprecia, sus celos no estarían encerrados por siempre.

Trataría de ser mejor para que el lo notara. Pero fracasó. Tantos esfuerzos para nada.

Vio un método para desahogarse: destruyendo.

Obviamente a su amado no le agradó tal idea, asi que intento detenerlo una y otra y otra vez. Lo detendría toda su vida si fuese necesario.

El destructor observó que para que el lo notara tendría que destruir todo lo que creaba. Y asi lo hizo, para querer verlo era si o si luchar con el.

Lo lastimó tanto. Lo hirió y lo convirtió en el villano, el no quería serlo, pero pasó y cada vez que intentaba hablar con cualquier monstruo se alejaban de éste. Se alejan como si fuera el peor monstruo de todos, y el ni siquiera era el malo. Mucho menos pidió serlo.

Pobre, el nunca eligió el camino.

Sonreía forzado y todas las noches lloraba. Nadie vio que aquel al que todos odian sufría tanto psicológicamente. A nadie le importó.

Salvo a sus hermanos.

Los quería tanto, aunque no lo hacia ver muy a menudo. Eran una familia tan unida.

Pero lamentablemente no todo es para siempre, pues uno murió y el otro siguió con su vida, por no decir muerte, ya que habia conseguido amor con aquel Dios, y por mucho que le costaba decir lo amaba tanto.

¿Y qué pasó con aquel destructor? Se quedó estancado en su adorado mundo de fantasías.

Un mundo donde era alegre con el amor de su vida. Un mundo que siempre deseo pero nunca vivió, sólo en sus sueños.

Un mundo irreal.

Oía las gotas de lluvia caer una por una. Las nubes están llorando, están tristes y agobiadas. Nadie se pregunta el porque, excepto aquél pequeño destructor. 

¿Porqué lloran? Pregunta sin escuchar alguna respuesta. ¿Es la misma razón por la que yo lloro? ¿Por eso lloran?

Suspira y acaricia su mismo cráneo. Está débil y decaído, cansado de todo y todos. Oía las risas de los demás monstruos, jugando y divirtiéndose, cosa que él no podía disfrutar. Escucha las animadas vocesitas de los niños...

Oh, cuanto deseó aunque sea tener uno, pero nunca pudo. Nunca tuvo la gracia de cargarlo y cuidarlo, ya sea por su hafefobia o la desgracia de poder matar a la criatura, ¿porqué matarla? Pues al ser un “destructor ” tal vez mate accidentalmente al niño. No quería eso, no lo soportaría.

Tenía una maldición.

Una maldición que solo podía romper muriendo.

Está agotado, cansado. Él sólo quería ir al Anti-void y quedarse a dormir para siempre.