Capitulo 11

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Katara estaba nerviosa. De hecho, decir que estaba nerviosa era realmente subestimar lo que estaba sintiendo. Tuvo que recordarse que esta había sido su idea desde un principio, que la que había aceptado la propuesta de Zuko había sido ella misma.

Habían pasado ya cuatro años, cuatro años en los que Aang no se había vuelto a comportar como en el pasado hacia Zuko. Katara no estaba aliviada del todo, sabiendo que eso se debía demasiado al hecho de que ahora ya no se reunían tan seguido como antes, todos los asuntos que se debían discutir entre la Nación del Fuego y los demás pueblos habían sido resueltos mientras Aang había estado alojado en el palacio con Zuko y la única ocasión en la que se vieron más de dos horas había sido en la boda del mayor que había ocurrido un año antes.

Ah, la boda del Maestro Fuego era otra de las cosas que la había convencido de aceptar la propuesta del mayor de casarse en la Nación del Fuego. Katara se sentía más tranquila con el hecho de que su principal "amenaza" ya estuviera atado a su mujer y sentía que, si se casaba enfrente de sus ojos con Aang, eso dejaría bien en claro las posiciones de ambos. Ella no tenía realmente pruebas que le aseguraran que Aang y Zuko tenían algo. Maldición, ni siquiera tenía pruebas de que alguno de los dos pensara siquiera en eso, pero algo dentro de ella le decía que no debía confiar en lo que las apariencias le querían hacer creer y que, por ningún motivo debía bajar la guardia con Zuko, que era muy peligroso.

Así que, sabiendo que esta era su oportunidad de mostrarles a todos, sobre todo al Señor del Fuego, a quien le pertenecía el corazón de Aang, tranquilizo al monje, quien se había negado amablemente ante la oferta y le dijo a Zuko que con todo gusto aceptaban hacerlo como él había propuesto.

-ahí está el palacio!- dijo Aang, quien había estado hablando sin parar de lo maravilloso que sería volver a ver a los chicos sin saber si ella estaba poniendo atención o no y, a estas alturas, Katara casi podía jurar que al menor eso no le importaba mucho. Esto la saco de sus meditaciones e hizo que se tensara aún más. Se tuvo que recordar algunas cuantas veces que Zuko estaba casado y que Aang y ella estaban en este lugar con ese mismo propósito, que no había de que preocuparse funciono, aunque a medias.

-pareciera que llevas una vida sin ver a Zuko- le dijo ella, tratando de que su tono sonara neutral, un poco divertido, aunque el sentimiento dentro de ella fuera todo lo contrario

-se siente como una vida completa desde la última vez que lo vi- por un mínimo instante a Katara le pareció que el delgado cuerpo de su prometido se estremecía, pero deshecho el pensamiento, recordándose que precisamente esa clase de ideas fueron las que causaron sus problemas no mucho tiempo atrás. Finalmente aterrizaron en el jardín, cerca del cobertizo de Appa, donde Zuko, Mai y Ty Lee ya los estaban esperando.

Unos cuantos sirvientes se acercaron para ayudarle al Avatar con el bisonte mientras que Katara y Aang desmontaban del enorme animal, seguidos por Momo. Katara se alegraba de ver a las otras chicas con las que no había tenido contacto en tanto tiempo y se acercó a Mai para abrazarla mientras Ty Lee se abalanzaba sobre Aang y casi lo ahorcaba con su abrazo de bienvenida.

-bienvenida Katara, hace mucho tiempo que no nos veíamos- le dijo la chica con su cabello arreglado al estilo de la Nación del Fuego

-es verdad, como has estado Mai? Aun no hay planes para un heredero?- esto hizo sonrojar a la otra chica, que desvió la mirada y contesto secamente.

-no, todavía no- Katara le sonrió y tuvo que voltear cuando escucho la suave risa de Zuko resonando detrás de ella. Lo observo mientras el Maestro Fuego acariciaba a Momo y le entregaba una galleta mientras tomaba un enorme melón de las manos de un sirviente y se lo entregaba a Appa, solo para que el animal lo bañara en saliva. Katara sonrió, no quería abrazar a Zuko y esta era la excusa perfecta. Rápidamente se acercó y, justo como lo había pensado, Zuko dio un paso atrás y la detuvo.

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