Capitulo 10

3.6K 247 174
                                    

Aang era feliz. De hecho, Aang podía decir con mucha seguridad y sin miedo a equivocarse que él era la persona más feliz sobre la tierra. Que más podía pedir? La paz al fin parecía establecida, Zuko al fin había aceptado no solo ser su pareja sino también satisfacer todos sus deseos. En verdad, estos últimos cuatro meses habían sido los más felices desde que había despertado del iceberg y, casi sin duda, de toda su vida. Dos meses antes había sido el cumpleaños de Zuko también y ese día Aang había decido darle un regalo muy similar al que él había recibido. Oh si, nunca volverían a ver el árbol cerca del estanque de los patos tortuga igual solo esperaba que los guardias y los sirvientes no los hubieran visto o escuchado, y si lo habían hecho, que no comentaran demasiado de todas maneras, él y Zuko tenían planeado darles las buenas nuevas a todo el palacio dentro de dos días.

Ya era bastante tiempo y, viendo como las cosas ya se habían calmado lo suficiente, era hora de dar el gran paso. De todas maneras, Aang no creía que hubiera alguien lo suficientemente idiota como para oponerse a los deseos del Señor del Fuego y mucho menos a los del Avatar.

Sea como fuera, Aang era feliz, más que feliz y caminaba por el palacio como si fuera el dueño del universo casi se sentía como si lo fuera.

-buenos días, Avatar Aang. Veo que hoy esta de muy buen humor- Len le dio una profunda reverencia

-sí, Len, tienes mucha razón hoy me siento como si estuviera en la cima del mundo- la amplia sonrisa no hizo más que respaldar sus palabras

-el Señor del Fuego le está esperando en el comedor, señor- le informo la mujer al ver que el menor se dirigía a su habitación

-oh, gracias Len- contesto el menor antes de corregir su camino y llegar lo más rápidamente posible al comedor.

-buenos días, Aang- Zuko lo saludo desde su asiento. Aang se acercó a él y le dio un profundo beso en los labios, sonrojando por completo al Señor del Fuego –Aang, que te he dicho de hacerlo aquí?

-ah, vamos! Se lo comunicaremos a todo el palacio dentro de muy poco, porque no dejar que se vayan acostumbrando a la idea? Además, creo que algunos pudieron escuchar bastante y sacar muy buenas conclusiones el día de tu cumpleaños, Zuko no sé de qué te preocupas ahora- esto solo hizo que el mayor se sonrojara aún mas.

-ese no es el punto, no quiero que se enteren de esta forma, quiero ser yo quien de las buenas nuevas

-bien, pero esta noche tendrás que compensarme- le dijo el menor, moviendo sus cejas sugestivamente

-me estas chantajeando?

-digamos que solo estoy pidiendo un pago justo por mi silencio- Zuko se levantó y, contrario a todo lo que le había pedido al menor, le planto un sensual beso, dejándolo sin aliento

-bien, veremos qué puedo hacer para que no hables- y le cerró un ojo con una mirada maliciosa ambos almorzaron animadamente y se despidieron poco tiempo después, ya que Aang tenía un viaje que realizar, no sin antes recibir unos cuantos mimos más de parte de su adorado Señor del Fuego. Aang caminaba como si fuera el dueño del universo y, como no hacerlo? Si tenía a la persona más maravillosa del planeta a su lado, dándole tanto amor como el mismo daba.

Era de noche. La brisa cálida del verano entraba por las ventanas acariciando la piel de ambos adolescentes mientras descansaban tras otra ronda de maravilloso sexo, como siempre. Aang estaba completamente cansado, pero no podía dormir. Estaba completamente hipnotizado viendo como dormía el chico que se había convertido en el dueño de su corazón. Estaba tan feliz que casi podía llorar, pero la sonrisa que se había instalado en su rostro se lo impedía por completo.

Al principio, lo que lo mantenía despierto muchas noches era saber cómo harían él y Zuko para tener herederos; el necesitaba hacer crecer la población de Maestros Aire para que su raza no se extinguiera y para que hubiera quien le enseñara Aire Control al siguiente Avatar y Zuko no podía dejar el trono sin un heredero. Pero ahora mismo, estando así tranquilos después de hacer el amor y con tanta alegría en el corazón, a quien podría importarle algo como eso? No creía conocer a alguien con tan poco corazón como para romper un momento tan especial como ese pensando en esas tonterías ya tendría tiempo de buscar una solución a su problema sin tener que separarse de su Maestro Fuego. De eso ni hablar, había batallado tanto para que el mayor se rindiera ante él y lo aceptara como para dejarlo ir así como así.

Hacer  lo   que sea necesarioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora