1- Hilo y aguja

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Llegué rápidamente en mi automóvil a la casa donde el agente inmobiliario me citó.

La casa era hermosa desde afuera​, su arquitectura y sus bellos detalles la hacían tan diferentes a las demás, me carcomía las ganas de verla por dentro.

Al entrar me di cuenta que era perfecta, lo que necesitaba. La venta se cerró y la casa ya era mía.

Al salir los vecinos me miraban fijamente, y algunos murmuraban algo que no alcanzaba a escuchar.

Basto una semana para mudarme por completo, ya estaba instalada ahí cuando salí al jardín a sembrar algunas semillas de diferentes arboles. Al excavar un poco me encontré con un pequeño carrito de juguete muy deteriorado.

El día era lluvioso y salí de tomar una ducha, tenía que llegar a tiempo al trabajo, al ser la encargada de todo el departamento de justicia penal las críticas eran constantes y más por ser mujer.

Peinaba mi oscuro cabello cuando visualice una pequeña silueta detrás de mi, gire de inmediato pero un fuerte trueno sonó junto con un chispazo de luz. No había nada y no creía en lo paranormal así que no lo tomé en cuenta.

Pasaron los días y una mañana al salir una vecina limpiaba una parte de su calle. La saludé y respondió de la misma forma, habia mantenido un poco de acercamiento con ella.

Así que llegué y le pregunté algo que no tenía mucho sentido.

—Buen día vecina– me acerque estrechando la mano.

—Hola buen día, ¿todo bien?

—Si claro,– respondí algo dudosa– le quería preguntar... desde que llegué me he dado cuenta que cada que salgo algunos vecinos me observan y murmuran cosas que no alcanzo a escuchar, se que es algo sin importancia, pero no se si mi presencia les incómoda.

—No es eso, Karla–miro hacía los lados como observando que no hubiese nadie– esa casa es muy extraña, no tiene una muy buena historia, todos son rumores no se sabe nada exacto, nadie ha vivido ahí y por las noches se escuchan cosas extrañas.

Lo que decía se me hacía un poco ridículo, pero seguí prestando atención–¿Que cosas?

—lamentos, risas de niños, gritos de una mujer– levanté un poco la ceja y decidí despedirme, como ella decía todo eran rumores.

Cada mañana al despertarme y hacer la misma rutina frente al espejo la pequeña silueta siempre aparecía, me fui acostumbrando de poco a ella, al principio llegué a pensar que era una mancha en el espejo o en la pared que reflejaba. Pero no era así, cada vez se hacía más precisa y se alcanzaba a ver las pequeñas facciones de un niño. El me sonreía y yo respondía de la misma forma, tal vez me estaba volviendo loca pero podría jurar que lo veía. Su presencia se fue haciendo cada vez más constante y no precisamente en el espejo en toda la casa, si esa era su casa yo no podía quitársela.

Un domingo al levantarme era medio día, podía asegurar que fuera había un espendido sol pero mi habitación está sellada para que ni un pequeño rayito entrara pues el pequeño niño me había pedido eso.

Se encontraba a un lado de mi cama recostado conmigo cuando gire a verlo su cara era horrible su tiernas facciones ya no estaban sino que su boca tenía un par de hilos sus ojos se encontraban igual y su cara parecía carcomida por gusanos, me pregunto que me pasaba y su cara rápido cambio a la que yo ya conocía le dije lo que había visto y comenzo a contarme una horrible historia.

—te contaré todo pero me ayudarás a que ella no me escuche–frunci el ceño algo confundida pero asentí​.

Hace algunos años yo pasé por este mundo y mi estadía aquí no fue buena. Nací con una enfermedad que hace un siglo no se sabía que era, pero me consideraban una abominación. Mis padres tenían dinero y me abandonaron en un casa para personas como yo. Aquí no nos trataban muy bien no recibíamos visitas, no jugábamos, no reíamos, no hablábamos y muy pocas veces se acordaban de alimentarnos.

Había una mujer en especial, ella tenía muy poca paciencia, nos trataba como animales nos servía comida en cubetas y nos tenía que durar días. Un día se fastidió y nos amarro a sillas, después se molestó porque balbuceaba y me cocio los labios con una aguja, dolió y llore por días, ese dolor jamás desapareció y algunos murieron del dolor o por partes podridas. Al pasar yo la miraba y ella decidió cocer mis ojos con un grueso hilo. Pasaron unos días y cuando por fin pude abrir los ojos ya no sentía hambre o frío, podía ver, y ya no estropeaba las cosas, es como si me hubiera curado, pero ella seguía torturando a algunos enfermos y un día ví algunos amarrados a las sillas igual como me hizo a mi, les quite las sogas que tenías pero el hambre y sus rabietas hicieron que algunos la persiguieran por toda la casa y la golpearon hasta matarla y el hambre los hizo que comieran su cuerpo a pedazos. Ellos huyeron de esta casa pero yo jamás pude salir de aquí, yo no puedo cruzar la puerta, estoy condenado aquí y no me gustaría vivir aquí por siempre​, solo..

Me quedé atónita como alguien pudo hacer algo así, voltie hacía la puerta del baño y ví una sombra que no era la del pequeño, no lo quise asustar así que preferí no decir nada. No salí de la casa ese día solo me quedé a ver películas y recoger un poco lo desordenado.

Volví a la cama a dormir y al despertar no podía abrir los ojos alguien estaba sobre mí y escuchaba a lo lejos los sollozos del niño, pidiendo auxilio y la voz de una mujer gritando.

—No debiste vivir aquí, no debiste ayudarlo, ahora pagarás las consecuencias–queria gritar pero no podía sentía un dolor agudo en mi boca ella la estaba cociendo y nadie podía ayudarme.

Abrí los ojos y me di cuenta que todo era una pesadilla, hice mi rutina normal frente al espejo y la silueta ya no se encontraba. Tomé mis cosas y abrí la puerta para salir a la calle. Pero no pude pasar a través de ella, estaba atrapada, condenada en esa casa, no entendía no podía gritar, estaba confundida.

—Te lo dije, tu espíritu jamás podrá salir, te quedarás por siempre aquí, conmigo, ya no estaré más solo... MAMÁ

Sin Culpa (Mente Perversa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora