Parte 3. No te fumes mi mariguana

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Iba caminando por la calle con la respiración aún acelerada, tenía en mente ir a casa de Ayleen, ya que ella creía mucho en lo paranormal y estaba muy involucrada en esos temas, tal vez podría ayudarle.

Pasó por una plaza dónde había muchos árboles y pequeños puestos ambulantes cuando, una señora de un aspecto demacrado con prendas rotas y sucias se paró frente a ella, la miraba fijamente.

-Ten mucho cuidado, niña, él viene por ti -le dijo advirtiéndole con su dedo.

-Discúlpeme señora ¿Pero de que habla? ¿Quién viene por mí? No entiendo -dijo confundida.

-El demonio que se mete en los sueños, aparece cada diez años, y una vez se metió en tus sueños ¿O no es así?... pues aquí viene de nuevo.

-Disculpe, no estoy entendiendo nada, ¿Un demonio que se mete en los sueños? Me parece algo muy irreal.

-Pues llámame loca, pero yo te estoy diciendo la puritita vedad, si no me quieres creer, allá tú... o bueno, tal vez te cayó de sopetón, mejor te dejo que razones. Pero quiero decirte que yo sé cómo hacer para vencerlo, sólo tienes que creer en mí. Mira, si me quieres creer, estaré sentada en esa banca todo el día, pero eso sí, piénsale rápido, tienes hasta mañana, o ese demonio puede matarte, no importa si es un sueño, puede ser real.

Frida siguió su camino hacia la casa de Ayleen, tenía un lío en su cabeza, ya no sabía que pensar, en los últimos minutos le habían pasado cosas muy extrañas, primero, su gato es poseído y después una señora de la calle le dice cosas extrañas. Tal vez era de preocuparse.

-A ver deja razonar todo, dices que primero a tu gato se le metió el demonio y ¿Después una señora de la calle te dijo que un demonio iba por ti? -comenzó a reírse -pero Frida, si tú no fumas nada de esto.

-Ayleen, no es gracioso, te juro que todo lo que te estoy diciendo es verdad -se acurrucó en una orilla del sillón mientras bebía té de una taza -Tengo mucho miedo, es que si hubieras visto los ojos de mi gato... fue algo espeluznante.

-Lo que yo pienso es que deberías ir a descansar un rato, estuviste pintando toda la madrugada y la mañana, tal vez ese diluyente que usas para los oleos tiene algo. -Frida le dio una mirada matadora -Bueno, no, pero sí creo que deberías descansar, muchas veces cuando no dormimos lo suficiente tiene como consecuencia que veamos cosas, o incluso te confundes entre la realidad y los sueños

-Tienes razón, mejor me iré a descansar, gracias por el té -Se despidió y salió.

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Ojos avellanaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora