Parte 6. Ciudadanos del mundo

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Frida se levantó, tomó un abrigo café y salió de casa en busca de los ojos avellana, dirigiéndose a aquel lago que la señora le había dicho. Lo cual no fue difícil, ya que en la ciudad sólo existía un lago. Después de atravesar varios árboles, logró dar con el lugar, pero no veía a nadie, hasta que a lo lejos alcanzó a vislumbrar la luz de una fogata, se acercó hasta que vio a un grupo de personas alrededor de ésta.

Las personas la vieron y la invitaron a sentarse junto a ellos, se presentaron todos, le explicaron que ellos no tenían un lugar fijo para vivir, se la han pasado despertando en diferentes lugares del planeta, aparte de que cada uno tenía una diferente nacionalidad y se hacían llamar "ciudadanos del mundo".

Ella los observaba detenidamente a cada uno, todos eran tan diferentes, entre ellos había una chica muy sonriente de cabello rosa que se llamaba Raíza y venía de Ámsterdam, pero sus ojos se detuvieron especialmente en... unos ojos color avellana, era el chico del sueño, su corazón se aceleró, estaba impactada, parecía que había logrado salir de su mente, era increíble, no podía creer que era real.

Los ojos del chico y de Frida se conectaron especialmente por unos segundos, fue como si en esas pequeñas divisiones de minuto todo hubiera desaparecido y sólo existieran ellos dos en el universo.

-Que grosero eres Jean ¿Por qué no te presentas? Si quieres yo lo hago por ti, mira, él es Jean, al parecer quedó fascinado contigo -dijo Raíza haciéndome salir de ese mágico momento a lo que todos rieron -y él viene de Francia -me sonrió.

-Un gusto, lo siento, yo peor que no me he presentado, mi nombre es Frida y soy de España, sólo que vivo aquí en México por ahora.

- ¿Cómo Frida Kahlo? -dijo mi chico de ojos avellana, Jean, a lo que yo asentí.

-Y cuéntanos ¿Qué hacías aquí sola a media noche si vives aquí? -preguntó

Tomó un respiro para contar todo desde un principio, miró a Jean por última vez antes de que piense que es una drogadicta después de que escuchara la historia.

Comenzó a contar todo mientras los demás la escuchaban con atención, todos quedaron impactados, no la juzgaron, lo cual era su miedo. Sin embargo, le dijeron que la ayudarían en lo que pudieran.

William, uno de los que venía con ellos, traía una guitarra en la cual comenzó a tocar y cantar Wonderwall, todos mirando a la fogata, lo siguieron. En ese momento Frida se sentía feliz, todos cantando una misma canción con la única luz de una fogata, todos eran uno mismo. Mientras la noche seguía, se iban quedando dormidos, hasta que solo quedaron Frida y Jean.

Ojos avellanaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora