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Una sortija de plata fue colocada en mi dedo en día de mi matrimonio. Un hermoso gravado que pronuncian la palabra 'acepto' decoraba en ella. La palabra que resite en el altar junto a mi esposo, Nutty
Después de que aquel tímido chico amante de dulces apareció frente a mi, sentí la mayor felicidad.
Después de que aquel chico llegará a mi vida, no dude en dar el si.
En aquella noche lluviosa nos besamos y prometidos hacerlo siempre.
Recuerdo la felicidad que estalló cuando supieron nuestro compromiso. Mi familia seguía sin creer que podría haber quien me soportará, y a mí yo pasado también le parecía imposible.
Pero el día de hoy al fin es nuestra luna de miel.
Las maletas pesadas fueron puestas en el suelo. Un suspiro salió, estábamos cansados, pero las largas horas de vuelo fueron recompensadas. Nuestro hotel era enorme y la suite muy lujosa daba a notar desde el balcón una hermosa vista a los canales de Venecia, sin duda una gran elección.
– la noche es hermosa – me dijo el, rodeando sus brazos por mi cintura y su cabeza se apoyó en mi hombro, estaba de espaldas.
– aún lo creo como un sueño – mencioné sonriente, apoyando mis manos sobre las suyas
–No lo es. Todo esto está ocurriendo, tú y yo estamos juntos y pretendo que continúe así hoy, mañana y cada día que sigue – beso mi mejilla una y otra vez. El viento soplo helado, me cubrió más con sus brazos y beso mi hombro – la luna está viendo. Como siempre hermosa cuelga sobre nuestros cuerpos, guiando nuestro destino con su débil luz – giro mi cuerpo y tomo entre sus manos mi mentón – será testigo de nuestra hermosa noche. Será quién, después de mi aprecie tu cuerpo desnudo – rozo nuestros labios – sentirá envidia al notar que mis ojos ya no se fijan en ella, ahora será solo tuya toda mi atención – unió nuestro labios en un delicado y corto beso.
Acaricie con suavidad su rostro y enrede entre mis dedos su cabello sedoso. Sus labios tan dulces como el azúcar y húmedos como en la noche de lluvia me dejaban sin aliento – deberíamos tomar una ducha – sugirió con su usual sonrisa coqueta
– la ducha podrá esperar, primero quisiera ir a tomar algo. Un vino quizá – mencioné, sedienta de un trago
– ¿Te parece algo dulce?
– estará bien, aunque ya he probado tus labios, nada sera más dulce que ellos – dije y tome el teléfono para llamar a la recepción
(…)
El vino mantenía su lugar junto al plato con nuestra cena, la noche fría cubría nuestros cuerpos al igual que minutos atrás. En mi copa reflejaba la luna con su particular brillo, cautivando con su imperfecta belleza.
Revolvi mi copa y tome un trago
La cena se basaba en burlas y chistes malos. Nuestras infantiles mentes hacían presente en nuestra cotidiana vida, incluso en el "serio" momento de nuestra boda – viviremos felices, eso está seguro – menciono riendo a carcajadas.
La botella de vino ya llegaba a su fondo, matando como última copa de vino. La fui a tomar entre mis manos y en mi descuido la derrame sobre mi atuendo – ¡oh, rayos! – solté al aire, maldiciendo a mi torpeza
– tranquila, lo llevaremos luego a la tintorería – seco con suavidad el área derramada – será mejor que te lo quites amor – hablo con suavidad, casi como un susurro.
