Capítulo 2

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Mi cuerpo duele, no me puedo mover bien por la noche anterior, ¡Estupido Asami! Que no tiene cuidado, ¡No me puedo ni levantar!

—Me las vas a pagar.— Susurré y traté de levantarme de la cama que estaba en mi habitación pero mis brazos temblaban, en definitiva ¡Ni loco volveré a hacer Yoga con ese gorila!

    Recuerdo la primera vez que me asentó en el mismo techo que Asami, fue muy... Raro, no fue un encuentro común y corriente. Lo que me sorprendió es que Asami me tratará bien aunque me desconcertó que me escondiera de todos, el único que sabia de mi aparte de Asami era su padre que 5 años después murío en un tiroteó.

    Por eso me mudé con Asami a un departamento en la ciudad y allí es dónde estamos, me tiene obligado, no es que yo hubiera puesto mucha resistencia, a dormir con el. Pero bueno quitando de lado eso, ya van... Como 17 años que estoy con Asami y solo me deja salir si cubro mis manos y mis orejas de otra forma no me deja ir ni a la esquina, y no olvidemos a sus lacayos que ponen detrás de mi.

—Duele... ¡A-Auch!— Caí al suelo de cara, mas específico, de osico*, tardé un rato en levantarme y que los huesos me dejarán de doler ¡Pero lo logre!

—¿Porqué tanto escándalo, Akihito?— Escuché la voz de Asami y por instinto mi cola se empezó a mover de derecha a izquierda, mis orejas se erizaron y se levantaron de golpe.

—¡No es mi culpa que me duela todo el cuerpo!— Me quejé mientras caminaba a paso tranquilo con dificultad en mis piernas, sentía que en un momento u otro me caería gracias al imbécil de mi ¿Amante? No lo se, pero en fin, me cargó para facilitarme las cosas.

    Me acurruque en su pecho escuchando los latidos de su corazón haciendo que el enojo que tenía anteriormente desapareciera. Acaricio por detrás de mi orejas sacándome un ronroneo y enrolle mi cola en su pierna.

—Eres un gato mimado.— Dejo salir de sus labios junto una sonrisa de satisfacción por las reacciones del menor.

—Es tu culpa— Canturreo el pequeño gato con una leve sonrisa y un sonrojo en sus mejillas adornando el bello rostro del chico. Todo iba bien, un rato entre pareja pero todo se fue al caño en el momento donde el castaño recibió una llamada.

—Feilong.— Murmuró él mayor al identificar la voz que se encontraba en la otra línea en cambio el rubio alzo una ceja en desconcertó ya que no sabía quien era.—¿Qué es lo que quieres?— La voz de su amante/amo se notaba irritada y furiosa pero lo que el castaño no quería era demostrar el enojo frente al chico gato.

    El mayor colgó el celular y lo aventó al sofá al lado del gato donde anteriormente se encontraba y soltó un suspiro tratando de calmarse.

—Akihito.— Tomó el mentón del menor haciendo que lo mirará a los ojos— Tengo que irme, no se cuándo regresaré, no abras la puerta y no contestes el teléfono, ¿De acuerdo?— Akihito lo admitía... El pelinegro a veces llegaba a ser como una madre sobre protectora que iba a dejar por primera vez a su hijo solo en su casa.

—Ya me he quedado solo otras veces, ya se cuidarme solo.— Hizo un puchero con la intención de relajar el momento pero no funcionó su objetivo.

—Esto es diferente Takaba.— Cuando mencionaba su apellido significaba algo serio, no era broma.

—Bien...— Su orejas bajaron en signo de tristeza que el mayor notó al instante y se acercó al oído del rubio para susurrar unas palabras que causaron un gran sonrojo, sus orejas levantadas al igual que su cola.

    Al final se quedó sólo pero antes de eso el mayor tuvo su "Recarga" del gatito, estiro sus brazos hacía arriba en símbolo de cansancio y se tiro al sofá buscando calor en el.

    Unos golpes lo alertaron, abrió los ojos de golpe al escuchar más fuerte el golpeteo en la puerta y eso le daba mal espina.

—No debo abrir la puerta...— Recordó las palabras de Asami antes de irse, pero la curiosidad era mucha, que no dudo en acercarse a abrir la puerta.

La curiosidad mató al gato~ ¿No~?

Vio como varios hombres en traje, con lentes oscuros y armados aparecieron y uno apunto a su cabeza.

—Jefe, lo tenemos.— El tipo habló por el aparato que llevaba en su oído. De repente ve todo en negro.

Porque el gato no prestó atención.

    Despertó atado de brazos hacía arriba y solo en ropa interior, varias personas lo miraban algunos con asco, otros con lujuria y también con indiferencia.

—T-Tengo miedo...—Pensó el menor con los ojos abiertos de par en par y sudor cayendo por su frente.

Una Bola De Pelos (Viewfinder)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora