Drabble ~ Mordaza

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El cálido aliento chocaba contra su oreja provocándole escalofríos desde las puntas de los dedos hasta de los cabellos castaños que tenía. La lengua que delineaba sus facciones dejaba a su paso un rastro húmedo que al contacto con el aire le ponía la piel de gallina. Sus ojos trataban de mantenerse abiertos, pero el placer que aquellas amaestradas manos le proporcionaban en su entrepierna, ocasionaba que ni siquiera fuera capaz de hacerlo. Y es que su travieso amante sabía perfectamente qué decir y qué tocar en él para que se encontrara al borde de un infarto debido a la excitación que recorría cada parte de su ser. 

El final se acercaba lenta y tortuosamente. Abrió sus ojos por un instante y se encontró con aquella mirada tan apasionada que el otro le daba desde que tenía memoria. Entonces sus ojos se desviaron por un momento hacia aquellos labios ligeramente rojizos por el juego previo entre ambos y cuando su pareja le dijo que se dejara llevar... se sintió liberado por completo.

Su pecho subía y bajaba agitadamente mientras trataba de controlar su respiración, sus manos apretaban fuertemente la soga que las mantenía unidas y sus piernas parecían dos tiras de papel, frágiles y débiles. El borde de sus ojos estaba lleno de pequeñas lágrimas y sus mejillas ahora parecían dos pequeñas manzanas rojas... Trató de decir algo, pero fue incapaz de hacerlo: lo único que salían de él eran pequeños jadeos y quejidos. 

Su pareja sonrío. Le acarició la mejilla y después dirigió la mano hacia su nuca. Al sentir que aquella enorme bola dejaba de hacer presión sobre su boca, trató de reclamarle a su novio, pero éste se le adelantó y con una sonrisa socarrona le dijo:

-Si no fueras tan ruidoso, RyeoWook, y no despertaras a medio apartamento con tus gemidos, no tendría que poner esta mordaza en esa maravillosa boca que tienes.

RyeoWook no pudo objetar ante eso.

Fragmentos de amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora