One-shot ~ Quédate a mi lado

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No podía estar más nervioso. 

Las manecillas del reloj transcurrían lenta y tortuosamente, al menos para mí, en espera de la tan ansiada hora de encuentro.

Hoy se casaba una amiga muy especial y cercana para la persona que estaba por llegar en cualquier momento.

Miré hacia el cielo y me quedé observando las nubes. Éstas iban viajando solitariamente y tomando diversas formas conforme chocaban unas con otras; sin darme cuenta del tiempo transcurrido, alguien rodeó mi cuello y se colgó de mí como si fuera un poste.

–Ya llegué –. El susurro envío una oleada de calor en todo mi cuerpo y mis mejillas comenzaron a arder.
–RyeoWook, me diste un susto –respondí mientras él me liberaba del extraño abrazo y yo giraba para quedar frente a frente.

Él venía con un pantalón de vestir muy elegante y color azul claro, justo como el del cielo de aquel día, así como con una camisa blanca cubierta por un pequeño saco rosado, el cual le daba un toque infantil. No pude evitar esbozar una sonrisa e ignorando completamente las excusas que estaba dando por haberse retrasado le interrumpí:

–Te ves bien.
–¿Eh?

Ambos nos quedamos callados y él me miró con una cara interrogante. Yo sólo lo analizaba de arriba abajo, tratando de grabar su imagen en mi mente.

–¿E-en serio? –, preguntó algo tímido y con un ligero sonrojo en sus mejillas.
–Bien infantil –. Le mostré mi lengua mientras comenzaba a avanzar para ir hacia el auto.
–¡Yah, Cho KyuHyun! ¡Repite lo que acabas de decirle a tu mayor! –gritaba molesto, pero no le presté atención. Después de todo, él no duraría ni un minuto enojado conmigo. 

*~*~*

La fiesta era amena: algunas personas estaban en la pista bailando y los ahora esposos se encontraban yendo de mesa en mesa para recibir felicitaciones y agradecer la presencia de cada uno de nosotros en su día; algunos más sólo estaban sentados y platicando sobre cuán hermosa había sido la ceremonia y, los que se conocían, rememorando viejos tiempos.
RyeoWook y yo estábamos dentro del último grupo. Él se encontraba platicando en una mesa donde había algunos amigos de sus antiguos años de estudio y yo platicaba con algunos familiares de la novia.

Obviamente no estaba prestando mucha atención a lo que ocurría en donde estaba pues mis ojos, y hasta mis oídos, se encontraban en aquella lejana mesa de la cual provenían muchas carcajadas.
Tendría que ser muy tonto para no darme cuenta de que había algunas chicas que miraban a RyeoWook con cierto interés e incluso los hombres casi se lo querían comer con la mirada.
Bufaba cuando veía que un chico de cabello negro azabache y con un aura algo "extraña", se le acercaba mucho cuando reían. 

Cada vez que veía esas insinuaciones daba un trago al vino que había en mi copa.
¿Cómo diablos se atreve ese chico a acercarse a él? Peor aún, ¿por qué RyeoWook me había invitado, casi rogado, a venir con él si al final de cuentas me iba a dejar arrumbado en la mesa?
Decidí ignorar todo eso y me concentré en la plática sobre cómo se habían conocido aquellas dos personas que ahora pasarían el resto de su vida juntos.

Después de cierto tiempo, RyeoWook se dignó a regresar a la mesa, en la cual ya sólo me encontraba yo. Venía sonriendo como tonto. Y eso me llenó de coraje.
Tal vez era egoísta de mi parte, pero no quería que nadie, más que yo, le provocara esa felicidad inmensa.

–¿Te la pasaste bien? –dije con un tono algo dolido mientras él se sentaba a mi lado.
–¿Perdón?
–¿Ya me vas a hacer caso? –tomé otro sorbo de vino ante su atenta mirada.
–KyuHyun, deja de tomar así. Te vas a emborrachar.
–¡Já! –respondí apuntándolo con el dedo –, eso deberías decírtelo a ti mismo. Te tomaste no una ni dos copas, sino ¡diez! ¿Acaso te volviste loco?

RyeoWook hizo un puchero mientras se recargaba en el respaldo de la silla. Lo miré de reojo y noté que cerró sus ojos.

–No me digas que te sientes mal.
–No seas tonto. ¡No estoy ebrio! – RyeoWook respondió a la defensiva.
–¡Ah! Es cierto... ¡de seguro todo el alcohol se te bajó mientras bailabas con ese sujeto de allá! –señalé con mi dedo al chico que tanto me había irritado.

RyeoWook abrió los ojos y volteó a verme. Nos miramos por unos segundos y después comenzó a reírse.

–¿Ves? Te has vuelto loco.
–Claro que no –dijo cubriéndose la boca con sus manos –, es sólo que te ves muy gracioso así... ¿Estás celoso? –dejó de reírse para observarme.
–¿Qué? ¿Celoso? Por Dios, RyeoWook, no digas eso. ¿Celoso?
–Hasta ateo dejaste de ser –dijo él mientras se volvía a reír.

Iba a pararme y ponerme sobre un sólo pie para demostrarle que no estaba ebrio, pero entonces me tomó de la mano.

–Vamos a bailar, Kyunnie, así se te bajará más rápido el alcohol.

Sentir ese tacto tan cálido, cariñoso y suave, hizo que sin haberme parado perdiera el piso. Tal vez si estaba ebrio, pero de amor por él... por aquel pequeño que desde que había entrado a la Universidad se robó mi corazón.

–E-está bien.

La música que bailamos al principio fue la típica que se pone en los antros; sin embargo, después comenzaron las baladas. La mayoría de las personas comenzaron a dejar la pista y sólo las parejas quedaron en ella. RyeoWook estaba a punto de irse, pero sujeté fuertemente su mano.

–¿Qué pasó? ¿Te mareaste? –preguntó mientras examinaba mi rostro.
–No. Quedémonos aquí, baila conmigo esta canción.
–Kyu... van a pensar que estamos locos.
–Que piensen lo que quieran. Ya que me dejaste botado TODA la noche, éste será tu castigo.

RyeoWook sonrió y movió su cabeza en forma de negación.

–En serio no tienes remedio.
–Eso ya lo sabes... y aun así sigues aquí conmigo.

Lo agarré fuertemente de la cintura y lo acerqué hasta mí. La diferencia de alturas que teníamos comenzó a hacerse notoria, puesto que sentía cómo poco a poco ponía su barbilla sobre mi hombro. Ambos nos movíamos lentamente, como si no quisiéramos que la melodía terminara, su mano se aferraba fuertemente a mi hombro y yo hacía lo mismo pero con nuestras manos que se hallaban unidas. Cerré mis ojos y dejé que su aroma me inundara. Ojalá días como estos se repitieran más seguido, pensé.

Ojalá pudiera estar de esta manera con él... para siempre.   

Fragmentos de amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora