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-No, yo ya me iba a casa- Dijo Cait, a la vez que entregaba su tarjeta de crédito.

-¿Entonces ya me llevas a casa? ¿No quieres parar en ningún sitio más.

-Bueno, yo...

-La puedo llevar yo a casa si quieres, Cait- La interrumpió Tyler.- No es ninguna molestia.

-Está bien- Dijo Cait entre dientes, mientras ponía los ojos en blanco y se marchaba, contoneándose- Nos vemos, parejita.

- ¿Y si en vez de irnos vamos a comer?- Dijo Tyler.

- Sabes que no puedo decirle que no a la comida, cariño.

Tyler rió mientras caminábamos hacia el Foster Hollywood y yo planeaba como casarme con mi comida y Tyler a la vez sin que ninguno pensara que eran cuernos.

Entonces, Tyler dijo:

-¿Sabes que se rumorea que Allison tiene nuevo follaamigo? -Yo me reí muy fuerte.

- Ty, cariño, ¿En serio te extraña?

- ¿Quieres saber quién es el afortunado?

- La verdad, ha tenido tantos que ya ni me interesa.

- Tampoco le conoces así que...

- ¿Y tú le conoces?

- Si, le conocí hace un par de años, es un tío un poco chungo pero me llevo bien con él.

- Anda, vamos a comer.

Fuimos al Foster y Tyler tuvimos una pelea porque el insistió en pagarme la comida, pero me puso una carita de perro triste y no me pude negar. Eso sí, le hice jurar que a la próxima pagaba yo.

Caminamos hacia el aparcamiento para que Tyler me llevara a casa y de repente Tyler se paró y se quedó mirando a un grupo de chavales.

-¿Qué pasa?-pregunté.

-Es él.

-¿Quién?

-El que está con Allison.

-¿Cuál de ellos?

Tyler rodó los ojos. Señaló disimuladamente a un chico alto, moreno, de ojos verdes, que era muy guapo. Llevaba una chaqueta negra y tenía una gran cicatriz a lo largo de la frente que le llegaba hasta la oreja.

Tyler me agarró del brazo y me llevo hasta su coche, intentado que no le volviese a mirar. El resto del viaje transcurrió en silencio hasta que me dejó en casa. Me dio un casto beso y se marchó.

Llegué a casa y me descalcé, dirigiéndome al baño para darme una ducha relajante. Cuando estaba a punto de entrar en el baño, se oyeron unos pasos. Me giré, y vi a la nonna mirándome fijamente.

-¿Qué pasa, Nonna? ¿Qué necesitas?

-Tenemos que hablar.- Sentenció, mientras se giraba sobre sus talones.

La seguí hasta la salita y me senté en el sofá, bajo la atenta mirada de mi abuela.

- Sam, sabes que ya no soy joven, precisamente, y que dentro de nada puedo...- Carraspeó.- Puedo tener un ataque de cualquier tipo, y esta casa puede traerte demasiados recuerdos. Además, yo ya estoy mayor para cuidarte, querida, no puedo estar en velo una noche en la que tú estés de fiesta porque mi edad no me lo permite así que he decidido que debes irte a vivir al apartamento que tengo en el centro de la ciudad...

- ¡No, Nonna, no! ¡No voy a estar en ningún sitio que no sea a tu lado! - Grité, mientras las lágrimas amenazaban con salir de mis ojos.

Mi vida entera había girado en torno a esta casa, en torno a mi Nonna y esa casa contenía de los pocos recuerdos que me quedaban con mis padres.

Aún así, sabía que no tenía opción, y en el fondo, sabía que mi Nonna tenía razón.

-Sam, cariño, entiéndeme.-Dijo ella, con la voz quebrada.

-Lo sé, abuela, te entiendo.- Dije, casi en un susurro.- Subiré a hacer las maletas.

Subí las escaleras con lágrimas en los ojos, mientras recordaba todo los momentos que viví entre esas cuatro paredes.

136 días.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora