17 noviembre

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Cuando algo odiamos, tendemos a imaginarnos cómo sería al contrario. A veces lo deseamos con tanta fuerza, que hacemos todo lo posible por cambiarlo. No obstante, cuando lo conseguimos, no somos conscientes del cambio hallado, pues no pensamos en las consecuencias con anterioridad. ¿Es eso ser como un animal o ser un individuo racional?

He de reconocer que me doy mis caprichos de vez en cuando, pero nunca sin el desconocimiento de Elisa, pues resulta extraño no hacerle saber a la principal sustentadora del hogar a qué se destinan los fondos del mismo.

No se trata de ir de compras, pues para eso vamos juntas muy de vez en cuando y exclusivamente cuando ella necesita algo o tengo que hacer la compra, sino que voy con mis compañeras de trabajo a tomar café, aprovechando que Elisa no se va con sus amigas a tomar unas cervezas viendo el fútbol. Siempre nos reunimos las mismas de siempre: Dani, Álvaro, Kevin y María. El poco tiempo que tenemos en esas quedadas, lo exprimimos para sacarle todo el jugo. Son nuestros ratos, en los que podemos ser nosotras mismas y ser libres como si fuésemos jóvenes de nuevo.

Y es mayoritariamente en dichas ocasiones cuando esos tenues recuerdos de mi juventud inundan mi mente. Una vez llego a casa tras esos oasis, lo único que me apetece hacer es tumbarme en la cama y recordar mi niñez, los momentos que pasaba con mi hermana, las clases de cocina de mi padre, las travesuras que hacíamos en el instituto y cuando Elisa y yo aún éramos novias y me invitaba a pasar a su casa.

Quizás es la parte que minoritariamente me gusta recordar, pues son exclusivamente memorias áridas las que tengo, desde lo más profundo de la caja fuerte que encierra mis concepciones sobre esos "rituales de pasión", cuyas protagonistas éramos ella y yo. He de reconocer que nunca dije que no porque me intimidaba pensar en las consecuencias que tendría, y que no siempre he disfrutado tanto como ella, pues ha sido la que ha llevado las riendas, tanto en esas situaciones como desde el comienzo de nuestro noviazgo.

Puedo consolarme con verme reflejado en mis amigos (sin incluir a María, quien está soltera): ellos también han pasado por las mismas condiciones desde que se emanciparon. ¿Pero por qué, pues, insisto en llamar dicha acción como "independencia"?

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