― Capitulo tres: Nefasto reencuentro ―

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Los personajes que aparecen aquí son obra de la gran Naoko Takeuchi, la historia es creación de mi loca imaginación.

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Serena miro detenidamente a Neherenia, admirando por un minuto su bello y elegante vestido color azul marino y el complicado moño que formaba sus obscuros cabellos en su nuca. La bella mujer hablaba con satisfacción, parecía estar en su elemento. Completamente extasiada y complacida, mientras alagaba a su hijo, a su futura nuera y agradecía a las personas que los acompañaban en aquellos momentos.

Cuando finalmente Neherenia termino, la mujer de inmediato desapareció de su lado después de dedicarles a los novios una tierna sonrisa, dejando a la pareja sola frente a todos. Serena sonrió cuando sintió como su prometido apretaba su abrazo sobre ella y entonces, llevo su mirada hacia él lentamente. Y cuando finalmente su mirada se encontró con la suya se perdió en sus bellos ojos color esmeralda.

Yaten la miraba con atención, observándola con calma y también con intensidad, como si quisiera ver dentro de su alma. Ambos se quedaron mirándose por unos segundos. Serena pudo sentir aquella extraña conexión que siempre sentía cuando estaba con él... un entendimiento casi perfecto. Era algo muy extraño, pero se entendían a la perfección con tan solo mirarse y, aunque en un principio no lo había comprendido, con el pasar de los días había llegado a la conclusión de que era el dolor que ambos habían sentido el que los hacia complementarse. Era como si sus almas heridas comprendieran que ahí, en aquel lugar, nadie más los dañaría...

A veces sospechaba que era eso lo que buscaba a su lado... refugio. Pero no era malo, a fin de cuentas las personas siempre buscan seguridad y estabilidad.

De pronto, Yaten rompió aquella extraña unión, cuando se acercó más a ella y le dio un cálido y casto beso en los labios. Entonces, Serena salió de sus pensamientos definitivamente, cuando todos rompieron a aplaudir con fuerza. Unos segundos después Serena se separó ligeramente de Yaten para mirar a todos lados con detalle.

Ahí se encontraban las personas que quería y apreciaba de verdad, como sus adoradas amigas, y sus futuros cuñados, y bueno unas muchas más de las que no tenía ni la menor idea quienes eran a pesar de las constantes presentaciones, y aun que sus padres no estuvieran ahí, sabía que en espíritu siempre estarían con ella. Pero a pesar de eso faltaba alguien importante; Rei. Y aunque sabía que las cosas con ella estaban extrañas últimamente, no había esperado esto, claro que no, Rei y ella siempre habían chocado como agua y aceite, solo hacía falta agitarlas un poco para que entraran en conflicto, eran tan diferentes pero de alguna manera se completaban, se apreciaban y se querían de corazón. Por eso era que se sentía tan mal, aunque no lo admitiría delante de nadie, porque Rei se negara a aceptar su relación con Yaten.

Súbitamente, sus ojos se toparon con Rei, haciendo que una inevitable sonrisa inundara sus labios solo por un segundo al mirarla ahí de pie. Rei se encontraba cerca de la entrada de la casa, tan hermosa y reluciente como siempre. Entonces Serena frunció el ceño sin dejar de mirarla, sancionándola por su retraso, y justo en aquel momento sus ojos se toparon con alguien más, alguien que estaba a un costado de Rei.

Sus cabellos obscuros y brillantes la hicieron fruncir el ceño aún más, mientras un pequeño estremecimiento la recorría por completo y cuando finalmente sus ojos se toparon directamente con unos color zafiro, se quedó sin reparación.

Serena sintió como si todo girara con brusquedad, y cerró los ojos en un intento desesperado de recuperar la cordura... ¡Darien no se encontraba ahí! ¡No!

Siempre túDonde viven las historias. Descúbrelo ahora