― Epilogo: ¿Y vivieron felices por siempre? ―

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―Darien, llegaré tarde... ―la voz apresurada y fuerte se escuchó vibrar con fuerza y Serena sonrió satisfecha con el sonido, era justo lo que quería para hacerle entender a Darien que sino se apresuraba llegaría tarde por su causa.

―Dame solo diez minutos ―pidió el pelinegro con la voz entre cortada, Serena supuso que era debido al agua que le caía sobre el rostro.

Serena sonrió y aunque le agradaba profundamente que Darien la acompaña hasta su trabajo justamente el día en que él estaba libre, sabía que no podría seguir esperándolo o llegaría tarde, y no podía darse ese gusto, justo aquel día que saldría temprano para el importante evento de aquella tarde.

―Lo siento, no puedo esperarte, tengo que marcharme ahora. Pero puedes ir a recogerme en un par de horas ―dijo mientras salía lentamente del baño.

―Pero Serena... ―escuchó la voz apagada de Darien pero lo ignoro con una sonrisa, sabía cuáles serían las siguientes palabras a escuchar y decidió dejarlo pasar. Darien alegaría que Yaten, su jefe desde hacía ya casi dos años, le perdonaría el retraso, y ella le diría que no le gustaba abusar del gran cariño que Yaten le profesaba.

Si, habían pasado muchas cosas en los últimos años, y aunque era sumamente feliz, no podía negar que había muchos factores que influían en aquella felicidad.

Sus amigos eran uno de ellos y por supuesto el gran amor de su vida; Darien era otro, y había un tercero, y aunque ese pequeño motivo apenas comenzaba a crecer, ya la hacía sumamente feliz. Pero a pesar de eso, de todo lo que influía en su vida en aquellos momentos, el factor más importante por el que era feliz, era ella misma.

Si, ella misma había decidido que sería feliz y así era como se sentía, quería disfrutar de las bellas cosas que la rodeaban, quería ser feliz porque la vida lo valía.

Poco quedaba ya de la chica temerosa y que se había encerrado en una fuerte armadura para que no la hirieran nuevamente, aunque también debía decir que tampoco quedaba mucho de la chiquilla extrovertida que quería comerse al mundo de un solo bocado.

Después de todo lo que había pasado, había aprendido a equilibrar ambas cosas, ahora era sensata, más juiciosa pero sin miedos, sin temores a entregar todo el cariño y amor que sentía por los demás.

Amaba a Darien con desesperación, tal vez en eso no había cambiado demasiado, pero en esta ocasión su amor era más maduro, más comprensivo y mucho más fuerte. Y había algo más, creía en él, a pesar de que en un comienzo había temido no ser lo suficiente madura como para creer en él después de todo lo que había ocurrido en el pasado.

Pero no era así, creía en él con los ojos cerrados nuevamente, y se había dado cuenta de que no le mentía cuando le había dicho que estaba dispuesta a dejar el pasado atrás; lo había hecho.

Y aunque no se habían casado, porque Serena simplemente no lo había querido, a pesar de la insistencia de Darien, ella había decidido que aquello no era importante, tanto como compartir su vida al lado del hombre al que amaba.

Así que, simplemente se había mudado hacia el departamento de Darien y aunque estaban pensando en comprar una casa juntos, aún no encontraban el lugar adecuado para ambos...

Y debía decir que las cosas marchaban muy bien, no solo en lo referente a su familia, que era Darien y que pronto crecería un poquito más, sino también en todos los aspectos de su vida.

Yaten había decidido de alguna manera separarse de su madre y para consternación de Neherenia, había arrastrado con él a Seiya, juntos había abierto una pequeña revista abandonando así la empresa familiar, e inmediatamente la había contratado a ella. Serena estaba feliz trabajando para ellos, y la revista había repuntado de la mejor manera, ahora llevaba funcionando cerca de dos años y había crecido con el pasar de los meses, Serena sabía que aquello era solo el comienzo y que Yaten con sus grandes ideas, sabría sacarle mucho más provecho a su proyecto.

Siempre túDonde viven las historias. Descúbrelo ahora