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Caminar al reino Xavier hubiera sido tranquilo y maravilloso si no fuera por la nube de negatividad que se rehusaba a irse de su cabeza, estaba jodido en toda la extensión de la palabra, cada paso era para hundirse mas en su miseria, recordando cada momento en el que fue con sus amigos a ese reino y como en cada uno de sus viajes era tratado peor que en el anterior. Nadie podía culparlo de sentirse de esa manera, pues si el desconfiaba y odiaba tanto a los humanos era porque estos nunca habían hecho algo bueno por el, incluso lo habían tratado mal cuando el solo quería ayudar.

Se detuvo al ver un par de arboles, uno en cada lado del camino, formando un bonito portal, de las ramas colgaba un letrero de madera, "Bienvenido al reino X". Rodo los ojos al leer tan tonto letrero, "Bienvenido a tu misera", eso debería decir, eso les quedaba mejor y mas si el viajero era un mago.

Algo desorientado y con desconfianza cruzo el portal, camino aun mas despacio y volteando a ver a todos lados constantemente, su mente lo traicionaba con cualquier mínimo ruido y el hecho de no tener su magia lo alteraba aun mas. Pronto empezó a ver pequeñas casas con diseños muy diferentes a como el los recordaba, estos se veían mas rusticos y bonitos de como los recordaba, conforme avanzaba encontraba mas casas y mas civilización, eso lo empezó a poner a un mas nervioso.  

-¡Tome uno, le servirá!- dio un pequeño brinco al sentir que alguien lo tocaba por la espalda- Se ve que no eres de por aquí, ¡seguro vienes por la feria!- el cobrizo vio con desconfianza a la señora y tomo con cuidado el volante, esta le dedico una sonrisa antes de perderse con sus volantes por el camino.

Vio la pequeña hoja de papel, al parecer el pequeño pueblo estaba organizando una pequeña feria para recaudar fondos y ayudar a la fabrica que había sido destruida, ¿cuantas personas habían sido afectadas por aquello?, eso lo hizo sentir algo culpable, seguro muchas personas ahora se encontraban sin trabajo y temerosas, no solo humanos, también magos. Camino algo decaído por las calles, siguiendo el pequeño mapa que estaba detrás de la hoja.

Al llegar a la explanada del pueblo quedo sorprendido, habían extrañas maquinas metálicas que se movían de forma extraña, en ellas estaban varias humanos gritando al parecer felices. También podía observar diversos puestos de comida y algunos de juegos que el conocía,eso lo hizo pensar en algo: o los humanos eran muy rápidos o el paso perdido mucho tiempo en el bosque. Camino algo distraído viendo los distintos puestos. Tan absorto estaba con tantas luces y colores que no se dio cuenta cuando choco contra algo. Perdió un poco el equilibrio, pero no cayo, su vista se situó contra lo que lo había hecho tropezar, en el suelo se encontraba una pequeña niña de cabello castaño con lagrimas en los ojos, esto lo hizo alterarse un poco.

-Tranquila, no... no llores por favor- eso no pareció tranquilizar a la pequeña, sus labios se curvaron en un puchero, señal de que iba a llorar- si no lloras prometo comprar lo que quieras- dijo lo primero que se le paso por la cabeza con tal de calmarla y al parecer eso le hizo calmarse un poco.

-¿Lo que quiera?-pregunto con la voz un poco rota, el cobrizo asintió con la cabeza. 

La pequeña como por arte de magia sonrió y a jalarlo, este solo se dejo llevar con un lío en la cabeza, solo tenía un poco de dinero que la rubia le había le dejo y este se lo iba a gastar en una pequeña niña con tal de no hacerla llorar y llamar la atención, pues hasta el momento había tenido suerte y aun no lo reconocían. 

-Quiero eso- Erik alzo la vista y sonrió con algo de dulzura, al parecer esa niña solo quería helado.

-Lo que pidas- dijo mientras le revolvía el cabello, dándose cuenta que la niña tenia un inusual mechón blanco, ¿que clase de padres le pintaban el cabello a su hija a tan corta edad? se pregunto algo molesto.

¿Lo es todo?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora