Crazy Genius [11]

2 2 0
                                    

Entré a mi casa y me tiré al suelo inmediatamente. No solo me dolía la rodilla, también tenia un rasguño grande en la cara que se infectaría si no lo limpiaba pronto.

No podía moverme. No era por la rodilla, que seguía sangrando, ni por la cara, del la que tendría que empezar a preocuparme. Era por sus palabras.

Él seguramente no sabía lo de mi padre y yo fui un poco melodramática pero es que no podía soportar que hablaran así de mi padre. Él escogió mi nombre. Él murió cuando yo apenas tenía cinco años, por eso para mi mi familia fue siempre diferente, todos tenían padre y madre y yo solo una madre.

No decía que mi madre no me quería lo demasiado, pero las diferencias las notaba.

Decidí ir a la clínica. Me tuve que levantar apoyada en una mesita de la entrada o si no la herida volvería a sangrar y sería más difícil que cicatrizara.

¿Y si le pedía ayuda a Ed? Sabía donde vivía y no quedaba muy lejos, pero eso de a pata coja no era una idea muy... atractiva, que se diga.

No lo tenía claro, pero iría a casa de Ed, que vivía cuatro casas más pa' allá. (típico de España)

Abrí la puerta apoyándome en el pomo. Bajé las escaleras de la entrada con ayuda de la barandilla y me dirijí a casa de Ed.

Iba saltando a pata coja. Sorprendentemente no había casi nadie en las calles.

Seguí saltando y cada vez que me cansaba pensaba que si me paraba la herida sangraría otra vez y se me mancharía aún más el uniforme, que estaba agujereado por las dos rodillas, aunque solo hubiera una lastimada, y cubierto de arena y un poco sudado.

Después de lo que me pareció una eternidad llegué. Piqué a la puerta y escuché a Ed decir:

—¡Ya voy! ¡Ni que fuera algo importante!

Abrió la puerta. En ese momento me imaginé mi aspecto: el uniforme grande cubierto de arena y con la tela de las rodillas agujereada, la derecha con restos de sangre, pues no tenía tiempo para limpiarla, la cara con un rasguño de la oreja que se juntaba con la boca al estilo Joker y con el pelo desaliñado y cubierto, como no, de arena.

—Llevame a la clínica, porfabor —dije yo al ver que no reaccionaba.

Puso mi brazo en su hombro y me llevó hacia su moto, que podría ser perfectamente la de un motero. Me subió y arrancó.

(...)

Llegamos a la clínica y nos atendieron de urgencia. La enfermera localizó tres heridas más: una en el codo derecho, una en la oreja izquierda y un hematoma en el tobillo.

La principal herida era la de mi rodilla derecha, que había vuelto a sangrar y no parecía que quisiera parar.

Al quitarme el uniforme y quedarme en calzoncillos y sujetador deportiva ví que la herida era más grande de lo que pensábamos, pues caí con la rodilla en una piedra.

La enfermera me desinfectó todas las heridas. La de la cara me molestaba, pero la de la rodilla dolía bastante más.

La doctora apareció y me dijo:

—Tranquila, es un poco profundo pero nada que no se pueda arreglar. Te lo vemdaré y en semana y media ¡puf! no notatás ni que lo has tenido.

Empezó a vendarme la rodilla y el codo, la del codo no era muy grabe pero la vendó para que no se infectara, me puso una pomada en el tobillo y en la oreja me puso un tipo de crema que aliviaba el dolor.

En la herida de la cara era difícil ya que me surcaba toda la mejilla en una línea casi vertical. Solo me la limpió otra vez y me dio un tipo de crema.

—Pontela cuando salgas a la calle, evitará infecciones —dijo la doctora al dármela.

Asentí.

Aparecieron Luke, Michael, Erica, Cloe y Derek por la puerta. Ed había estado a mi lado todo el rato.

—¿Como estás? —preguntó Luke, que iba el primero— ¿Te encuentras bien?

—Si —respondí sentandome en la camilla—, solo es que tuve mala suerte y tropezé en arena y rocas, pero nada grabe.

Ví a mis amigos soltar un suspiro de alivio. Iba a ponerme depié pero vacilé un poco ya que me acababan de vendar.

—Tranquila, puedes andar bien —soltó la doctora al ver que no estaba muy segura.

Me puse depié y no me dolió. Ahora fui yo la que soltó un suspiro de alivio. Estaba en bóxers y ssujetador deportivo ya que mi ropa estaba destrozada y sucia.

—Mierda, no tengo ropa...

—Tranquila, creo que llevo unos pantalones y una camiseta en la moto, ahora vuelvo —dijo Ed. Sin duda era maravillosa.

En menos de cinco minutos Ed volvió con un pantalón de hombre y un top que no tapaba casi nada más que el sujetador deportivo.

—Una duda... ¿Por que tienes un pantalón de hombre en la moto? —pregunté, extrañada.

—Antes mi hermano iba a rugby y siempre se olvidaba de cojer un pantalón, por eso siempre llevo uno en la moto.

Acabé de vestirme. Parecía un pallaso. Con los pantalones enormes y el top "ajustadito" iba un poco rara.

Salimos de la clínica y nos dirijimos a mi casa. Ed y yo en moto y el resto andando. La clínica no quedaba lejos pero la doctora dijo que no fuerze la rodilla mucho.

Crazy Genius [#Wattys2017]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora