Día 7: Comedia romántica

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Yata Misaki no era un chico que creyese en casualidades o en cosas de películas cursis como el "destino". Le parecía algo realmente absurdo. Y no es que estuviera resentido con el amor –a pesar de sus desilusiones amorosas con algunas mujeres–. Pero cuando conoció a su actual pareja, fue cuando creyó que cosas como el destino tal vez si existían. Si, solo que de una forma ridícula. Así fue como había conocido a su ahora novio, Saruhiko Fushimi.

Esta es su historia.

Llevaba al menos unos buenos diez minutos corriendo tras de un perro. Más especifico, su perro. Se le había soltado la cuerda y apenas el can sintió la libertad ante él, no dudo de salir corriendo como si no hubiera un mañana.

Corrió tras él para alcanzarlo pero el perro era muy rápido ¿Cómo era que no podía alcanzarlo? Era un maldito Pomerania, de esos que parecen bolas de porristas con las patas súper cortas. ¿Y así corre tan rápido? Pensó el joven que además, ya había cruzado varias calles sin éxito en atraparlo.

Llego hasta un parque y el perro ya iba por la esquina a punto de cruzar la calle, asustado por pensar que lo atropellarían no se fijo en la persona que daba vuelta en uno de los pequeños caminos del parque, estrellándose y cayendo ambos al piso.

Un fuerte golpe, una dolorosa caída al suelo y algunos de los papeles de su trabajo salieron volando. ¿Quién era el idiota que se había atrevido a chocar con él y encima tirarlo al suelo?

Con ello, se sumaba más puntos negativos a su día, convirtiéndolo en día de mierda. Un jefe abusivo que le dejaba trabajo extra, compañeros incompetentes, clientes engreídos y encima, chocaba con alguien por la calle. Si. Un gran día.

— ¡Lo siento mucho! —Hizo una leve reverencia, ya se había levantado y debía ir por su mascota, por lo que solo se disculpo rápidamente intentando ignorar la mirada llena de odio del otro—. ¡Tengo mucha prisa! ¡Adiós!

Salió disparado como había llegado, dejándolo ahí, aun el suelo recogiendo sus pertenencias. Y ahora, una humillación pública. Nadie se atrevía a acercarse a ayudar a ese sujeto. Desprendía una atemorizante aura asesina.

Una vez que termino, siguió con su camino. Solo quería regresar a casa y encerrarse por siempre ahí. Pero la vida no era tan bella.

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Al cruzar la esquina del parque, del otro lado se encontró a una jovencita que sostenía a su Yatagarasu en brazos.

— ¡Muchas gracias! —el chico le agradeció una y otra vez por haber capturado al animal y la chica se despedía diciéndole que tuviera más cuidado la próxima vez.

Y con su Yatagarasu de vuelta con él, sosteniendo con fuerza su correa. Se fue por otro camino. Si caminaba de regreso, moriría de vergüenza si alguien le viese y empezaba a burlarse por la ridícula escena de persecución que había montado. Si. Un camino diferente esta ocasión estaría bien.

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Se detuvo en un café del camino, tomando asiento en una mesa al aire libre. Ordenaría algún té frío para descansar y después volver a casa luego de ese ajetreado paseo. Su perro ahora dormía un poco a un lado de sus pies.

Más adelante, acercándose al café, observó a un hombre de aspecto empresarial. Portaba un traje negro con camisa blanca y corbata. Con el ceño fruncido y una cara que decía "odio a todo el mundo". Miro el color de ojos detrás del marco de sus gafas y un ligero estremecimiento le recorrió la espalda.

~*SARUMI FEST 2017*~Donde viven las historias. Descúbrelo ahora