Capítulo Cinco.

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V. 

—¿Ocurre algo? 
—No, ¿Porque? 
—Estás desanimado. 

Harry miró a la misma dirección en la que había centrado toda mi atención.

—Ahhh, claro, tu novia. ¿Por cierto en dónde está?
—Ella no es mi novia.
—Pero quisieras—agregó Tom.
—Si—confirme—Ella se fue ayer.
—Eso es genial. 
—No lo es. 
—¿Por qué? 
—Solo se fue porque su papá así lo quiso. Ella aun no esta bien. 
—Dougie ¿y por qué te afecta tanto eso? 
—Ella me gusta. 

Mis amigos comenzaron a tomar la plática en serio mientras yo les relataba cómo es que había pasado, y es que aunque había convivido muy poco con ella, de verdad me sentía bien a su lado. Y ahora todo era diferente, era la única persona con la que había hablado de aquí y extrañaba su mirada acosadora en el desayuno y que me diera besos cuando no me lo esperaba. 

Supongo que eso fue lo peor de la rehabilitación que ella se fuera cuando solo llevaba tres semanas haberla conocido, pero eso fue suficiente, para que me hiciera sentir todo lo que ahora sentía por ella y estaba ansiado que todo esto acabará y que mi rehabilitación terminara porque no sabía si iba a poder resistir sin ella ahí. Porque desde que se había ido los días comenzaron a irse muy lentos y parecía que nada de esto iba a acabar y cuando me sentía muy mal recordaba todo lo que le había dicho esa mañana cuando fui a buscarla a su habitación. Yo quería llevarla al cine y después a comer y darle todos los besos posibles. Y entonces empecé a contar los días hasta que el último día llegó y cuando desperté esa mañana estaba tan ansioso por salir de ahí pero antes de eso tenía que reunirme con el médico para darme algunas indicaciones. 


Mis amigos fueron a buscarme como habían quedado, y cuando los vi a lado de mi mamá y mi hermana fui feliz porque todo esto lo había hecho por mi pero también por ellos, así que cuando estuvimos en el coche de camino a no se donde. Comenzamos una amena plática, de cosas que habían pasado cuando estuve ausente y me estaban poniendo al día de cada pequeña cosa que perdí. 

Llegamos a la casa de Tom y cuando entramos ahí estaban las novias de mis amigos y algunos amigos de la banda me habían hecho una fiesta de bienvenida en la que todos me consintieron. Estaba sintiéndome otra vez parte de esta vida, parte de la vida de mis amigos, sin embargo aquella felicidad fue efímera, porque al estar con ellos, recordé que no tenía a mi pequeña reina.  Así que cuando todos estaban comiendo el pastel me acerqué a Harry. 

—¿Pudiste encontrarla? 
—Si, —murmuró—Está en su casa, al parecer su papá contrató a médicos personales para que la cuiden en su casa y Lena no sale a no ser que vaya acompañada de su niñera. 
—¿De verdad?—asintió—¿Cómo sabes eso? 
—Soborne a la enfermera. 

Sonreí y entonces permanecí un poco más tranquilo, aunque no del todo porque necesitaba verla y saber que estaba bien aunque de eso me encargaría mañana por ahora tenía que estar con todas estas personas que me querían. 

La casa en donde vivía Lena era impresionante, podría hacerse pasar por uno de los palacios de la realeza británica pero no,  era solo que su padre era un tipo adinerado y sabía jugar sus cartas bien. Lena vivía en una imponente casa señorial, a las afueras de la ciudad; cuando llegue me estacione a dos metros del lugar y subí las ventanas, cuando sus hermanos y su padre pasaron a lado de mi, me agradecí a mi mismo por haber polarizado los cristales.

Así que esa era la señal, no fue muy difícil entrar, me presenté como un familiar de su madre. La niñera y la enfermera de Lena lo dudaron un poco, yo miré muy nervioso esperando no encontrarme a Paul por ahí.
Al fin que la enfermera se dirigió a la cocina y la niñera subió a la habitación de Lena, alguien me trajo una taza de té y galletas.
Solo comí una y bebí el té de dos sorbos, mientras comenzaba a ponerme nervioso. 

—Dougie. 

Miré en dirección a las escaleras y ahí estaba ella en el último escalón vestida con su pijama y pantuflas sonreí y ella hizo lo mismo cuando me miró. 

—Ven hacia a mi. 

No me lo pidió dos veces, porque sus deseos eran órdenes así que me apresure a subir las escaleras. Cuando al fin la tuve entre mis brazos, se refugió en el hueco de mi cuello y me dió un par de besitos que sacudieron todo mi mundo, entonces la besé.

—Yo extrañaba besarte—ella se ruborizó y yo sonreí—. Ahí está, lo conseguì—ella enarcó las cejas confundidas—Que te ruborizar.
—Bueno no te acostumbres, que sólo ocurrió porque estaba desprevenida.
Se separó de mí y literalmente me arrastró hasta su habitación.

Se sentó en la cama y yo hice lo mismo.

—¿De verda me extrañaste? 

Yo asentí y ella se acercó a mí y me besó.

—Yo también te he extrañado mucho. 

Estaba acariciando mi rostro como siempre hacía mientras me sonreía y me ponía tan nervioso, como siempre ,ahora sabía cómo ocultar todo eso, solo suspiro y entonces comenzó a platicarme que había estado haciendo y me dijo básicamente lo que Harry me había dicho: estaba encerrada en casa y solo podía salir con la mujer que la cuidaba y ahora su tratamiento lo estaba llevando en su casa. 

Su rostro, su tez, su cabello y su tono de piel tenían un tono bastante saludable. Se veía ligeramente rellenita de mejillas y piernas, pero aún seguía siendo esbelta y bajita de estatura.

—¿Y vas a poder salir conmigo? 
—No se, creo que eso será un problema, mi papá está muy loco y no quiere que salga con nadie.
—Yo podría...—ella negó con la cabeza.
—No te escuchará. 
—De verdad quiero salir contigo y también quiero hablar con tu papá.
—Mi papá no quiere que estés cerca de mi, porque eres un músico y eres mayor. Mi padre me puso una niñera, es un paranoico, pero dime ¿Te molestaría si yo me escapara? 
—Suena como a problemas pero sería interesante ver como tratas de escapar de esta prisión.
—Lo hice hace unos días pero era de noche, lo volvería a hacer si fuera necesario, para estar contigo. 

Ahora yo la bese y ella continuó besándome hasta que tuve que detenerme yo por que se escucharon unos pasos afuera, ella me hizo una señal para que me escondiera en su armario y yo me apresure a entrar. Unos segundos después su padre entró sin tocar la puerta.

—Lena. 
—Padre. 
—El médico me entregó tu expediente y al parecer vas mejorando, pero sabes que no me gustan las puertas cerradas. 
—Lo siento, lo olvidé, no volverá a suceder.
—Perfecto—, se quedó en silencio, quizá buscando las palabras adecuadas—Mis socios comerciales vendrán a cenar hoy y necesito que estés presentable.
—No, papá, yo quiero salir.
—¿Salir? ¿A dónde?
—Puedes decirle a Paul que me lleve a comer un helado, hace semanas que no salgo.
—Si te comportas como una señorita bien educada, entonces podrás salir.

Su padre se fue de ahí sin decir más y salí otra vez del armario. 

—¿Entonces puedes venir por mi a las seis? 
—Si pero ¿No tendrás problemas? 
—No. Mi padre se volverá a ir en unos minutos más, espera aquí. Para que puedas salir.
—Esta bien.

Lena [Dougie Poynter] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora