Capítulo Tres.

61 13 4
                                    

III. 

La noche anterior me la pasaba vomitando, fue una de esas noches malas. 
Una enfermera y un médico me estuvieron cuidando la noche anterior, ahora me sentía deshidratado y muy débil, antes del amanecer me conectaron al suero.

—¿Te sientes mejor? 

El médico entró a la habitación y se dispuso a hacerme el chequeo de rutina, verifico mi presión, los latidos de mi corazón y después se sentó en la única silla que había.

—Hoy puedes quedarte en cama—El médico hizo sus anotaciones de rutina, pasaste una mala noche.
—Quisiera salir un rato.
—Por supuesto, si quieres puedes salir a dar un paseo.

Una hora después de desayunar intenté ponerme de pie, pero no pude. El médico tenía razón, estaba débil.
Cuándo logré ponerme de pie, me sentí mareado y antes de que otro mareo me golpeará me senté en la cama. Me di por vencido y me quedé acostado; quería salir y buscar a Lena y platicar con ella, con cualquier pretexto.

No podía salir así que decidí continuar con la lectura del libro del día anterior. 
Después de un rato leyendo, alguien abrió la puerta y entró muy rápido, cerró la puerta de un portazo y miró a verme 

—Lena.
—¿Por qué no estabas en el desayunó?, extraño mucho mirarte. 

Se acercó a la cama y se sentó en el borde.

—Yo no me sentía muy bien. 
—¿Y cómo estás ahora? 
—Mejor. 

Se quedó en silencio por mucho tiempo y miró el suero que conectaba de mi brazo.

—¿Y Paul?
—Tardará en encontrarme.

No dije nada y ella tampoco lo hizo.

—¿Me contaras porque estás aquí? 
—¿Y tú? 

Asintió y entonces le conté algunas cosas de mi mientras ella escuchaba atentamente, todo lo que había pasado antes de llegar aquí, como toque fondo. Ella no hablaba mientras yo le contaba, en cambio solo me observaba y debo de admitir que su mirada me intimidaba mucho pero no le dije nada. 

—Me gusta tu voz. 

Dijo cuando termine de hablar, otra vez me sentí como un imbécil, un niño tonto de secundaria.

—También me gustan tus ojos. — dijo y yo le sonríe.

Baje la mirada para ocultar mi timidez de alguna forma yo sabía que todo esto era muy extraño, porque era una niña y una niña me intimidaba y me hacía sentir cosas raras. Suspire y mire a verla, ella estaba observando con una sonrisa burlona. 

—¿De casualidad no te gustó yo?—pregunté bromeando 

Me miró por algunos segundos y asintió. 

—Si, me gustas mucho.

Había hecho la pregunta con la intención de que ella se sonrojara pero, eso no pasó en ella no cabía la timidez y ahora me miraba más divertida que hacía unos minutos. 

—¿Cuantos años se supone que tienes?—pregunté sin mirarla. 
—Diecisiete, cumpliré dieciocho el 17 de octubre. 
—Eres muy extraña y atrevida. 
—Es estúpido eso de esconder cuando alguien se siente atraído por alguien, si alguien te gusta lo mejor es decirlo. 
—¿Aún que esa persona no te haga caso?
—Si, supongo que es mejor decirlo que dejarlo escondido después de todo son las cosas que le hacen mal a los adolescentes o al menos eso dice la psicóloga.

Reímos y yo desvíe la mirada.

—Gracias nadie había sido tan directa conmigo y tú también me gustas eres muy hermosa. 

Lena [Dougie Poynter] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora