Claro que después de la fiesta en casa de ChanYeol, SeHun no le había dirigido palabra alguna por días.
Estaba más que indignado. ¿Cómo es qué no le notificó que ya tenía un nuevo compañero de cuarto? Ni siquiera pudo entrevistarlo, ¡podía ser cualquier loco y ahora viviría en su casa!
Estúpido ChanYeol, pensó, mientras estaba parado en el umbral de su puerta y ver como cajas eran bajadas de un camión de mudanza, metiéndolas a su hogar que ahora tenía que compartir con un completo extraño que causó que rompiera una botella de vino muy cara.
Sí... Aún tenía el resentimiento de que no pudo darle ni un sorbo y cómo es que tuvo que usar su detergente más potente para quitarle esa mancha horrible a su camiseta.
Cuando ya todas las cajas estuvieron dentro, su ahora compañero de cuarto, se acercó a él, con una enorme sonrisa en el rostro y le extendió una mano.
—Mi nombre es Xiao LuHan, lamento que no nos hayamos podido introducir como es debido con anterioridad —SeHun le miró la mano despectivo. Gérmenes. La sonrisa que antes tenía LuHan en el rostro, se transformó en una mueca incómoda, ya que el chico frente a él, no estrechaba manos.
El ceño del más bajo se frunció cuando SeHun puso un pequeño bote de gel antibacterial en la palma de su mano.
— ¿Por qué me das esto? —preguntó, ya un poco irritado.
—Póntelo —pidió el pelinegro cruzado de brazos.
— ¿Eh?
— ¡Que te lo pongas! —insistió con un tono nervioso.
—Ya, ya, tranquilo. No te alteres —dijo, y abrió el gel antibacterial para ponerse un poco sobre las manos y esparcirlo bien —. Listo, ya me he puesto el gel, ¿feliz? —SeHun asintió en respuesta y él le extendió la mano esta vez. LuHan le volvió a dedicar una enorme sonrisa y estrechó manos con su compañero de cuarto.
SeHun fue el que frunció su ceño, un poco extrañado, ya que LuHan actuó como si su ataque de paranoia hubiese sido nada y realmente lo hubiera comprendido. Normalmente la gente le miraba indignado y se iba.
A fin de cuentas, terminó dedicándole una sonrisa tímida, y le dio el paso a su casa.
El castaño sintió como un escalofrío le recorrió la espalda por lo tétrico que lucía el lugar así de perfecto. Todo parecía muy... falso. Los sillones alineados, la cocina en extremo limpia, casi podía ver su reflejo en el piso de lo reluciente que estaba.
— ¿Cómo es que tu casa es tan... —se mordió la lengua antes de decir "escalofriante" —limpia? —completó, siguiendo a SeHun, quién ahora lo guiaba hacia su habitación escaleras arriba.
—Es mi hobby —se limitó a decir caminando por los pasillos del piso superior, en dónde había tres puertas.
Una puerta era la habitación de SeHun, la puerta de en medio era el baño compartido y la siguiente era nada más y nada menos que la habitación de LuHan. Los ojos del más bajo se abrieron de par en par, ya que su habitación era realmente espaciosa y aparte, ¡tenía su propio guardarropa! Casi creía estar llorando de felicidad, porque, la renta de la habitación la podía pagar sin morirse de hambre.
—Mh, bueno... Dejaré que te instales —le dijo SeHun en un tono cortés y dejó a LuHan solo en esa habitación, cerrando la puerta tras sí.
El pelinegro se distrajo en su pequeña oficina que tenía ahí en casa, organizando como es que decoraría el jardín de Irene, una cliente realmente frecuente, siempre le gustaba contratar a SeHun cada mes para que hiciera su jardín aún más increíble y con temática.
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Compulsivo y desordenado amor. ; HunHan.
أدب الهواةLa vida de Oh SeHun, estaba basada en múltiplos de tres desde que tenía la edad de seis años. Disfrutaba de aquella comodidad y satisfacción de saber que toda estaba en orden, pero precisamente, LuHan era el antónimo de la palabra orden. Ruidoso, t...