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Mi cabeza duele, me pulsa freneticamente siento que el cerebro me explotará. Abro poco a poco los ojos, veo borroso necesito enfocar bien mi vista.

Estoy en un cuarto blanco, hay maquinas conectadas a mi, trato de levantar mi brazo pero hay una intravenosa en mi muñeca, veo todo, pero al mismo tiempo nada, hay un televisor encendido en la parte central de arriba, giro mi cabeza a la izquierda y veo una ventana enorme, vuelvo y veo la puerta, pero también hay alguien sentado a mi derecha, toma de mi mano, trato de hablar pero hay un pequeño aparato que me lo impide, se que es para ayudarme a respirar pero necesito saber que hago aquí. Retiro el pequeño artefacto y se oye un pitido de pronto, la persona que estaba junto a mi se levanta y dice algo que no logro distinguir. La puerta se abre y entran un par de enfermeras y un doctor. Las enfermeras me toman por los brazos para sostenerme, y el doctor toma una pequeña lamparita y la pasa por mi ojos, dice algo pero no se si le habla a la mujer que estaba a lado mio, a las enfermeras o a mi. Trato de resistir, quiero safarme he irme de aquí, intensifican más su agarre contra mi, trato de patalear pero algo no me permite mover mis piernas, levanto un poco la cabeza y veo que un bulto grande blanco cubre mi pierna izquierda.

Es yeso.

Dice alguien, pero solo veo que todo a mi alrededor va en cámara lenta, el médico da ordenes a todo mundo y la mujer que estaba sentada junto a mi, esta llorando. ¿Por qué llora? ¿acaso paso algo malo?

No ha pasado nada malo, solo llora porque esta preocupada por ti.

¿Preocupada por mi, pero... por qué?

Porque ella es tu madre, y estas en un hospital. Llevas aquí en esta camilla cuatro semanas.》

No. Eso no pude ser... ¿cómo llegue aquí? ¿cómo me encontraron?

Ellos no te encontraron, estas en un momento de pasado, no dejes que nadie te confunda y mucho menos creas lo que te digan.》

Pero...

—Inyecte una dosis más fuerte.

Escucho que dice una enfermera, la otra, su compañera, toma un frasco pequeño y toda la sustancia es traída a la jeringa. Golpea con su dedo medio esta y la dirige a mi brazo, veo el área donde inyecta y esta ya esta moretoneada.

—Esta es la cuarta y no se ha dormido.

Es un sedante. Necesitas hacerte la dormida. Ahora.

Sin más, poco a poco voy cerrando los ojos, y me hago la dormida. Dejo de moverme y siento como va disminuyendo el apretón en mis muñecas.

—¿Cómo es qué no funcionaba el sedante?— pregunta la que al parecer es mi madre.

—Bueno, tenemos creído que es debido a toda la adrenalina que retenía su cuerpo, y al asustarse saco todo.— Dice el doctor.

AnsiedadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora