1.-

60 4 8
                                    

«No estoy loca, no estoy loca, no estoy loca...»

Es lo que me repito una y otra vez cuando mis ataques concluyen.

Estoy acurrucada, hecha un ovillo, en la esquina de mi habitación, mis piernas flexionadas sobre mi pecho, mis codos recargados sobre estos mientras tapo con las palmas de mis manos mis oídos, tratando de reprimir esa voz en mi cabeza. Mientras me harrulló como una chiquilla.

Doy gritos al vacío,  no puedo hacer mucho por mi, hace mucho que deje de intentarlo, soy un caso perdido...

Me quedo un buen rato así, en la misma posición, se que no hay nadie, pero siempre escucho su voz... Me atormenta en todo momento.

Después de estar una hora sentada, me levanto sin muchas ganas... Mis piernas duelen y flaquean mientras me pongo de pie, estás están engarrotadas, siento como la sangre sigue su camino, necesitaba moverme.

Mis días son cada vez peor, el rechazo es más constante, los regaños a gritos hacia mi persona son con más intensidad, la frustración aumenta... Soy un completo caos, mi mente se embaraña cada vez que algo, de mi desagrado, pasa a mi alrededor. Odio cuando me pongo así... Simplemente quiero que termine.

Siento como una opresión enorme y horrible debajo de la nuca, seguido de un hormigueo frío que recorre mi espalda y un temblor de miedo se apodera de mi, tengo la necesidad de apretar fuertemente mis ojos, incluso algunas veces temo que estos se queden pegados y no poderlos abrir nunca más, no estaría mal, pero no quiero eso. Mis oídos se tapan, mi respiración es rápida y entre cortada, siento como se forma un nudo en mi garganta, dificultando aún más mi respiración.

Un grito ahogador se forma en mi garganta, pero por más que quiero sacarlo... Simplemente no sale nada.

«Vamos grita, debes hacerlo, tienes que hacerlo, saca todo eso que tanto te aflije»

Dice una voz en mi cabeza, esa que me apoya y alienta, pero simplemente no puedo.

Mi nariz pica, mis ojos arden, se que voy a llorar. Las lágrimas se aproximan, pero no quieren salir. Y ese nudo en mi garganta es cada vez peor.

El no poder llorar hace que me enoje, aprieto mis puños con fuerza hasta que las palma a de mis manos quedan completamente blanca y se notan las marcas de mis uñas enterradas.

«No puedes, simplemente no puedes»

Dice esa vocesilla escandalosa he insoportable que no deja salir lo malo de mi... No es como la otra; ha está la detesto.

Después de un rato de silencio, una carcajada escandaloza sale de mi garganta, me sorprende el estruendo de está y por la forma en que sale, ya que, hace un momento, no podía ni respirar...

«Es por que eres una cobarde.»

Ella, esa voz burlona que sale cuando los demás sentimientos y emociones no salen, le odio incluso más que la anterior.

—Tres —Digo para mi misma que para nadie mas —Son tres... y me están volviendo loca...

Cada una de ellas me representan cuando me dan los ataques... eso, simplemente es horrible.

No quiero olvidarlas, o que me olviden por el simple hecho de que me defino con ellas; depende del momento en que me encuentre claro.

Enojo, rabia, ira; son las que mas predominan con mas frecuencia... me he ganado varias palizas por eso, no con golpes, pero si con palabras y esas son las que más duelen.

Por lo regular me encierro en el baño, ahi nadie molesta, no sin antes tocar, y agradezco por eso. Me tumbo en una esquina, y espero a que todo eso pase... antes todo era cuestión de minutos, veinte o quizá cuarenta, pero ahora son más largos de una a dos horas. La mayor parte solo tiemblo, pero no deja de ser igual de terrible.

Sierro los ojos para tranquilizarme un poco, mi respiración se acompaza, los latidos de mi corazón disminuyen y mis manos ya no tiemblan como antes. Simplemente estoy cansada. Solo eso. Cansada. Y quiero dormir.

Me gusta el undirme en la profundidad de mis sueños, siento que es otro mundo, y me gusta, todos los días es algo diferente, o simplemente lo mismo. Es como crear una vida nueva en un mundo diferente, gente nueva, lugares nuevos. Todo, absolutamente todo.

La pesades en mis párpados es grande, y no lucho más contra estos.

[...]

Abro los ojos poco a poco; la luz cala y se cuela por la delgadez de mis párpados. Me siento desorientada. No sé en dónde estoy, el miedo me invade por completo. No sé qué hacer.

«No seas tonta, es un sueño simplemente», dice esa voz otra vez.

Mi mente se aclara, ahora sé donde estoy, se a la perfección en el lugar en donde me encuentro...

«Es mi mundo, es mundo. Es nuestro mundo-

La sala en que me encuentro es enorme, hay mesas por doquier, estantes llenos de libros en toda la estancia.

—Nuestro mundo —. Digo en un susurro casi imperceptible, es algo más para mí, que para nadie mas.

Una capa espesa de humo negro llena la habitación, algo se avecina, algo grande y malo.

Todo es confuso, no... ahora no sé en dónde me encuentro, sé que ya no estoy en aquella sala, no sé en dónde estoy, no sé en dónde me encuentro... es, una calle desierta, estoy en medio de esta. El pánico se apodera de mi cuerpo y no me es fácil el moverme, simplemente doy pequeñas vueltas sobre mi propio eje para poder ver a mi alrededor. Si, estoy sola pero... no, no del todo hay un chico saliendo de una cafetería. Mi frente se arruga un poco, le conozco, no sé en donde lo había visto antes, pero simplemente no le tomo mucha importancia. Se detiene por un instante, revisa en los bolsillos de su chaqueta algo, saca unas llaves de está y entra a un coche que si mal no recuerdo, no esta estaba ahí.

Ya no hay mas movimiento. Un frío recorre toda mi espina dorsal, siento algo debajo de la nuca, y cada vez se intensifica.

Doy media vuelta, siento como, si alguien me vigilara y me encuentro con una silueta confusa bajo las sombras de un edificio. Cierro un poco los ojos para ver quién es, y lo veo a él.

El chico de antes avanza poco a poco a mi, no sé de donde salio, se había ido hace un momento, eso es... extraño. Tiene un andar seguro y ágil, sin emoción alguna o algo por el estilo.

Cada paso que da, acorta nuestra distancia. Mi corazón no deja de latir con desesperación, siento que hará un agujero en mi pecho y saldrá sin mas.

Esta cada vez más cerca de mi. No sé qué hacer, quiero correr, pero mis piernas no me responden.

Ahora puedo verlo con más claridad, tiene unos enormes ojos azules, nariz fina, labios pequeños pero carnosos de un color carmesí, su cabello castaño un poco largo que le tapa las orejas y algo descuidado hace que se vea como un chico normal. Una sonrisa se forma en sus labios y un hoyuelo se hace visible en la mejilla izquierda. Su sonrisa es malisiosa, sus ojos brillan con intensidad, hay algo en él que no me agrada.

Aprieta su paso a toda velocidad y...

«Corre... ¡corre!»

La voz de mi mente me dice que hacer, pero no encuentro las fuerzas suficientes para hacerlo.

Cada vez esta mas cerca de mí, mi respiración se acelera considerablemente, abro y cierro mis ojos para ir a la realidad, mi corazón bombea sangre a toda prisa por mi cuerpo, mis ojos pican, lágrimas calientes quieren salir. Aprieto mis puños con intensidad, soy un desastre, escucho sus pasos mas cerca, esta a menos de dos metros de distancia de mi. Abro mis ojos para encararlo, da un gran salto en mi dirección y cuando me preparo para recibir su peso encima mio, desaparece.

Estoy donde mismo, donde todo inicio, en mi habitación, sobre mi cama, pero no recuerdo cuando llegue aquí. Me siento de golpe en esta. Mi respiración es irregular, mi pulzo esta acelerado, una capa de sudor frío cubre mi frente... no sé qué fue eso, ni el por qué de ello, no quiero que se repita, pero se que este no sera el fin.

16/05/17

AnsiedadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora