Hoy no hay nada que celebrar

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Trecientos sesenta y cinco días...
Un año a pasado desde la despedida.
casi era esta misma hora cuando le dije: «Dios te bendiga madre, yo me voy pero Dios se queda contigo» estas palabras las dije antes de salir de la unidad de cuidados intensivos del hospital sin saber que se quedaría con Dios por siempre.
No imagine que sería la ultima vez que le vería, pues lo peor ya había pasado según los médicos. ¿como iba a saber que nunca mas iba a sentir sus tibios brazos? ¿como pensar que nunca mas ella me iba a lanzar besos con sus manos, y que jamás me besaría las mejillas al llegar a la casa?
¿cómo saber que nunca mas llegaría?.
Un año, hace un año que me apartó el cielo de amor mas puro, del amor mas bueno, de mi sol, de mi madre, del ser que me dio la vida y me enseñó todo; menos cómo no extrañarla... Una vida entera consagrada a sus hijos, a Dios y a servir a los que la necesitaran, y ahora que la necesito tanto ella no está.
A veces pienso que si ella hubiera sabido cuánto la amaba yo; no hubiese atendido el llamado del "más allá".
¿Pero cómo saber que tan fuerte sea ese llamado?...eso sería como decirle a un bebé que no nazca porque su madre va a sufrir con el parto, tal vez ella sí sabía cuanto yo la amaba, pero no se pudo detener por mas fuerte que fuera el amor de ella y de los suyos.
Es dolorosa la separación,
y no hay un día de todo este año que no la halla necesitado, que no la halla llorado, y que no la halla extrañado.
No se si a todas las personas que pierden a un ser querido les pasa igual pero creo que nunca voy acostumbrarme a pensar que ya no la voy a ver mas.
Se dice que hoy se celebra un año de su muerte pero yo diría que hoy se lamenta un año de su despedida.

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