Hay veces que no sabemos cómo, ni porqué; pero sí sabemos cuando.
De repente llega un día en el que todo tipo de mal, todo tipo de temor y todo tipo de tristeza, se han esfumado. Eres libre.
¿Pero qué significa libertad? Según la R.A.E (Real Academia Española) es la facultad natural que tiene el hombre de obrar de una manera o de otra, y de no obrar, por lo que es responsable de sus actos.
Para mí... no. Para mí libertad significa tiempo. Significa amor. Significa felicidad. Significa paz.
Así es cómo deberías sentirte todos los días de tu vida.
La vida está para disfrutarla. ¿Acaso no hay nada más bonito? Levantarte a las cuatro de la mañana, subir al tejado de tu casa con una taza de chocolate caliente y esperar a que amanezca mientras los pájaros cantan, vuelan y le dan la bienvenida a otro nuevo día.
Sentarte en la terraza de un bar situado en la esquina de tu casa acompañada de tus mejores amigos y ver como la gente camina por la calle con diferentes rumbos, por diferentes motivos y en diferentes situaciones.
Cenar en familia, sin celebrar nada especial, mirar a los ojos a tu madre y que te sonría, como siempre, con ternura y amor incondicional.
¿Entiendes a lo que me refiero?
Puede que estés pasando por algo que no te deja observar cada detalle de lo que hay a tu alrededor y que, lo único que veas, sea una gran cortina negra de melancolía y tristeza. Pero te puedo asegurar, de primera mano, que todo se va a pasar.
Un día, esa opresión que has llevado durante tanto tiempo en el pecho, se irá. Respiraras profundamente y, sentirás paz. Te mirarás al espejo y recorrerás tu cuerpo con la mirada. Empezarás por tus pies, seguido de tus piernas con arrugas repartidas, subirás a tu vientre con dos pequeñas pecas rodeando el ombligo, llegarás a tus pechos, el hogar de tus lunares, y finalmente, te mirarás a los ojos.
Sonreirás, te abrazaras y la felicidad te embriagará. ¿Cómo has podido menospreciarte? Eres una persona perfecta, valiosa y suficiente (Sí, sé que a veces no te sentías suficiente).
Tal vez, le enseñaste demasiado rápido tus demonios a esa persona y por eso ha huido. Pero que se haya alejado de ti, solo era una señal más de que no era lo que necesitabas.
Así que, hazme caso, ve directamente al armario, coge tus mejores galas, arréglate, queda con tus amigos y comete el mundo. No dejes que nadie nunca te diga quién debes ser, qué debes hacer o qué debe gustarte.
Las cartas que has podido leer anteriormente son fruto de vivencias mías pasadas. Momentos de oscuridad, decepciones, tristeza y odio. Porque sí, me odiaba a mí misma.
Pensaba que no iba a salir, pensaba que esta vez era la definitiva. Que nada tenía solución y que todo cuanto hacía no servía de nada.
Pero, algo, no sé el qué, me hizo darme cuenta de que estaba equivocada.
Soy preciosa, soy suficiente, fuerte y valiente.
Tengo toda una vida por delante donde descubrir lugares y sensaciones. Voy a comerme el mundo y a bailar hasta que mis tacones se rompan. A pintarme con ese pintalabios rojo y vestirme con ese vestido negro de infarto.
Y es que hay algo que nunca nos enseñan. No nos enseñan que el amor propio no es egoísta, es necesario. Y que lo mejor que tenemos en esta vida es a nosotros mismos.
Por eso mismo, querido lector, te pregunto: ¿Final o principio?