– Vamos– dijo Julian. Se dirigió a otra puerta que no era la principal.
– ¿A dónde?
– ¿Quieres caminar? ¿Con este calor del demonio?– no me lo pensé dos veces y negué con la cabeza, siguiendo a Julian a quién sabe dónde.
Cuando abrió la puerta que no estaba nada lejos de la sala me di cuenta que era la entrada al garage. En el que había varias camionetas, dos motocicletas, unos autos deportivos, otras motos precisas para esto de la montaña, etc, etc.
Julian tomó una moto todo terreno y la encendió, haciendo rugir el motor con un par de acelerones. Entonces volteó a verme.
– ¿Vas a subir o vas a caminar?– preguntó.
– ¿Contigo?– sonrió. El problema es que él sólo traía bermudas para el agua y yo sólo traía un traje de baño de dos piezas y encima un short... lo que significaba que nuestros cuerpos, nuestra piel, se tocaría entre sí. Julian avanzó– ¡espera!– grité sobre el estruendo. Me colgué bien la mochila y subí.
Me agarré de la parte de atrás de la cuatrimoto pero al ver que Julian no avanzaba lo observé.
– ¿Algún problema?– le pregunté.
– Si no te agarras bien vas a salir volando, chiquilla boba.– rodé los ojos.
– Lo que quieres es que te toque, ¿no?. No voy a pegar mi cuerpo al tuyo.– volteó a verme con incredulidad, diversión y esa sonrisa de maldito arrogante.
– ¿Le temes a algo?... A ver, ¿le temes al contacto físico?– bufé.
– Por supuesto que no.
– Entonces, agárrate bien, ¿o es que te aterra la idea de tocarme?– por mucho que me molestara admitirlo. Encontraba la idea de abrazarlo por detrás algo incómodo e íntimo. Yo jamás he recibido contacto físico viniendo de un hombre, solo los niños que de vez en cuando me abrazaban.
– No.
– ¿Por qué no?– su sonrisa se ensanchó.
– Porque no soporto la idea de tocar a un arrogante– dije. A veces solía decir cualquier estupidez sin pensarlo dos veces. No lo hacía con intención alguna, simplemente se me salía.
Julian se carcajeó como si le hubiera contado un muy buen chiste y me miró.
– Todo esto... ¿por no tocarme?
– Es que... yo, de verdad, odio a los arrogantes.– me crucé de brazos y miré a otro lado.
– Ah, los odias– dijo, pareció sopesar mis palabras y, también parecía que sus ojos querían ver a través de mí.
– Realmente.– volteé a verlo.
– Comprendo...– asentí con la cabeza.– entonces... ¿nos vamos ya?– discutir se me hizo absurdo y quise detenerme porque me sentía estúpida por decir idioteces.
– Sip.
– ¿Te vas a sujetar?
– Sip.
– Bien.
Se acomodó para manejar, yo hice como que me acomodaba, pero en realidad me aparté un poco. Escuché un suspiro por su parte y sentí sus manos en mis piernas que me jalaron hacia él. Todo, absolutamente todo, mi cuerpo quedó pegado al suyo, pero no me dio tiempo de asimilarlo o pensar porque se puso en marcha.
Ya era noche y, a pesar de que hacía calor, a la velocidad a la que íbamos estaba algo fresco; me abracé más a Julian y alcancé a ver por sobre las copas de los árboles, curiosamente, hoy había luna llena.
Solamente me di cuenta que habíamos llegado una vez que Julian apagó el motor. Yo aún lo abrazaba y lo solté rápidamente antes de que empezara con su imbecilidad. Bajé de la cuatrimoto y quedé absorta cuando finalmente vi esta "piscina". Había una cascada, una hermosísima cascada natural. Juraba que el estanque tenía el agua super cristalina debido a que a estas horas podía ver que en el fondo de la orilla había algo parecido a algas.
Me quité la mochila, la liga del cabello y las sandalias que traía, así no pensé dos veces lanzarme. El agua estaba fresca y pude ver con algo de claridad debajo del agua. Era preciosísima la vida debajo de la superficie, inmediatamente me enamoré de sus profundidades.
Cuando me hizo falta el aire salí a la superficie, acomodándome el cabello hacia atrás. Julian seguía en la orilla.
– No puedo creerlo– hablé jadeante, había hecho un fantástico esfuerzo nadando y aguantando la respiración– está bellísimo abajo.
– Entonces, ¿si te gusta?– preguntó agachándose de cuclillas.
– Lo amo, podría venir más seguido.– entonces Julian se metió y emergió a mi lado, estábamos frente a frente, pataleando para no hundirnos.
– Bueno, ya que ahora conoces su ubicación quizá no necesites a nadie que te traiga. Así no tienes que tocarlo.– reí
– Si... sabes que no es nada contra ti, ¿no?
– Ah, ¿no?. Dijiste que odiabas a los arrogantes.– mencionó con tono divertido.
– ¿Eres arrogante?– le pregunté, achicando los ojos en su dirección. Él se encogió de hombros, como restándole importancia.
– Tal vez, me gusta lanzar chicas por ventanas, ¿no te había contado? Es mi pasatiempo favorito.
– Si, me di cuenta; ¿siempre hay quién las atrape?– pregunté, por mi parte lo preguntaba curiosamente divertida, pero algo en él me decía que podía o no ser peligroso.
– No pasa muy seguido.– dijo, su mirada se mantuvo en la mía y sonrió de lado. Juro que tragué saliva y él pareció ensanchar su sonrisa.
– Ah, ¿entonces tuve suerte?– pregunté algo incrédula.
– Por así decirlo. No sé si hubiera sido mejor quedar estampada en la acera.– mi sonrisa se fue cuando avanzó un poco más, yo retrocedí. Pareció notarlo y se echó a reír– Es una broma, Skyler. ¿Te arrepientes de tu desición de quedarte? – rodé los ojos.
– A veces.– pero ya que estábamos en confianza... o algo así– puedo saber, ¿qué sucedió con Coleman?– no supe si se vio divertido o sombrío, o ambas.
– Le dieron vacaciones, ¿no? Algo así supe.
– Pero, es extraño, entonces ¿qué sucedió en la casa?
– Estabas inconsciente– asentí– Nathan entró por ti.
– Pero Coleman, ¿no llamaron a la policía?– pregunté cada vez más curiosa. Julian negó con la cabeza.
– Son unos inútiles, hubiera pasado a mayores si no tomábamos esto en nuestras manos.
– Exactamente, ¿dónde está Coleman? ¿por qué no se lo dejaron a las autoridades?
– Porque ese malnacido te hubiera violado de no ser así. Ahora estás con nosotros, y nos protegemos los unos a los otros.– Julian parecía perder la paciencia hablando conmigo, aunque también podía ser que no le gusta hablar sobre estos temas.
– Entonces le debo mucho a Nathan.– dije. Noté que no me contestó una pregunta, pero ya no quise insistir.
– No lo veas como una deuda.
Después de nuestra pequeña charla estuvimos sumergiéndonos, o comentando qué tan marcado estaba el cambio de clima entre invierno y primavera (éstas fechas), o observando el pequeño ecosistema que había debajo del agua. Hasta que comencé a tener una sensación extraña y decidí salir a la superficie a tomar aire, observé que en esta se reflejaba la luna llena y volteé a verla al cielo.
Estaba en su punto más alto.
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Siempre Fue Él (Subiendo)
Science FictionEsa fría noche, con la llegada de esos cuatro, cambió mi vida por completo. Quiero darme cuenta si fue para bien o para mal, si hubiera sido mejor alejarme de ellos o si hice lo correcto al quedarme. - Puedes... Puedes quedarte conmigo? - no quería...