capítulo 11

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Extrañamente la consideraba algo precioso, la luna me cubría con su luz y yo me sentía tan bien, no tenía palabras para describir todo lo que me hacía sentir. Pero era inevitable para mí verla, como un bicho atraído por la luz de una lámpara.
Me hizo sentir muy relajada.

Julian

Casi después de que Skyler emergió a la superficie yo también lo hice. Me limpié el exceso de agua del rostro y vi la orilla donde estaban nuestras cosas
– Oye, Skyler, ¿crees prudente irnos? Creo que ya es algo tarde– pero no me contestó y volteé a verla a ella. Parecía estar en un estado catatónico, o muy distante, o hipnotizada. Es decir, nadaba para mantenerse a flote, pero estaba inmersa en una cosa, una sola cosa: la luna; esta estaba en su punto más alto y podía apostar que estaba más brillante que cualquier otra vez.

Me acerqué a Skyler para intentar sacarla de ese estado.
– Oye, Skyler– toqué su hombro, pero ella ni se inmutó– Skyler– insistí. No fue si no hasta que vi que su piel estaba desapareciendo, que me di cuenta que estaba abandonando su forma humana. Las partes de su cuerpo que ya no tenían piel dejaban ver un azul que brillaba con la misma intensidad de la luna. Sus ojos se habían vuelto totalmente de ese color y se extendía por todo su rostro– Skyler, ¡Skyler! ¡No! ¡Regresa!– seguí gritando su nombre, pero ella no reaccionaba. Así que la tomé por detrás y nadé hasta la orilla donde la saqué. Gran parte de su cuerpo ya brillaba de ese mismo tono azul y a pesar de seguir gritándole, ella no respondía y seguía consumiéndose. El agua del lugar comenzó a comportarse de manera extraña, se movía de un lado a otro bruscamente y juro que había burbujas flotantes de agua. Y ella seguía sin reaccionar a su nombre, no podía hacer nada para detener este cambio, y dejé que pasara.

Cuando el azul brillante tomó por completo su cuerpo, ella comenzó a levitar y se incorporó. El agua seguía flotando en el aire, como si no hubiera gravedad alguna que la sujetara a la tierra, incluso el agua de la cascada había dejado de caer para flotar. Me preocupé en serio cuando su cuerpo comenzó a elevarse más sin control alguno, así que la tomé de la muñeca y volteó a verme, pero realmente no era ella, no había expresión alguna en su rostro que me indicara que me reconocía. Iba a perderla si se quedaba así demasiado tiempo, así que me quité la esclava de la muñeca y se la puse como pude. Instantáneamente el ser en el que se había convertido soltó un grito desde el fondo de su garganta, como un Leviatán agonizando. Descendía lentamente y el tono de su piel volvía a ella, la tomé entre mis brazos, aún sabiendo que si estuviera despierta hubiera querido caerse al suelo. Le quité el cabello mojado de la cara y observé que lo último que abandonó el azul brillante, fueron sus ojos. Cayó inconsciente.

Cuando llegamos a casa, lo primero que hice fue llevarla a su habitación para que descansara. Volví a bajar y me dirigí a la cocina para hacerme algo de comer. Tomé mi celular y llamé a Nathan, quien, para ser un malnacido, contestó al tercer tono.

– Julian, estamos ocupados.

– Termina lo que estés haciendo, sucedió.

– Ahora?

– Ahora

– ¿cómo sucedió? ¿Ella está bien?

– Está bien, salimos a dar una vuelta a la cascada, hace un tremendo calor del infierno aquí, ¿sabías?

– Julian.

– El punto es, parece ser que la luna llena fue su detonante.

– ¿cómo lograste traerla de vuelta? No le hemos dado su esclava.

– Le puse la mía, afortunadamente funcionó.

– Bueno, llegaremos mañana en la mañana, antes pasaremos a los laboratorios para recoger eso, no quiero que vaya a pasarle algo malo.

– Estando bajo mi cuidado, ¿qué podría sucederle?

– Esa es mi mayor preocupación– dijo, yo reí ante su comentario– me voy, necesito sacar la basura.

– Oh, hermano, pateala por mi, ¿de acuerdo?– y colgó. Yo quería una ducha helada.

Skyler

Cuando desperté tenía frío, seguramente había dejado las puertas del balcón abiertas, así que me removí buscando calor. Pero tan pronto me di cuenta que no recordaba cómo había llegado me levanté rápidamente. El reloj de la mesita de noche marcaba las cinco de la tarde y traté de hacer memoria en lo que había sucedido, pero no lo recordé, tenía la extraña sensación de ardor en la piel, como si me hubiera quemado bajo el sol. Y había dormido demasiado a mi parecer. Me duché, porque creo que no lo hice anoche, y una vez terminé de asearme me puse un hidratante el la piel, entonces, salí de mi habitación.

Me masajeé las sienes por un extraño dolor de cabeza y me di cuenta que estaba muriéndome de hambre, inclusive había escuchado a mis tripas comerse entre ellas. Desde las escaleras pude oler que cocinaban algo sumamente delicioso en la cocina, podía ser carne, definitivamente olía como a carne, yo quiero carne. Terminé de bajar y me apresuré a la cocina. Nathan buscaba algo en el refrigerador y solo veía su trasero, Ángel buscaba algo en la alacena, Tove parecía inmerso en su computadora (estaba sentado en la isla) y Julian, Julian ayudaba a Rosa a cocinar carne.

Inmediatamente mis papilas gustativas comenzaron a salivar, olía muy bien. Nathan por fin sacó el medio cuerpo faltante del refrigerador con una cerveza en los labios e hizo un mohín de sorpresa al verme.

– ¡Skyler!– gritó. Todo mundo volteó a verme y yo simplemente saludé con la mano, algo incómoda por tanta atención innecesaria. Por dios, ni que hubiera regresado de la muerte. Aunque para ser sinceros, así me sentía.

– Ah, bella durmiente, por fin despiertas. Empezaba a preocuparme, incluso pensé en tomar medidas médicas para traerte a la vida.– dijo Julian.

– Si, y-yo no sé, estaba cansada– comenté.

– imagino que tienes hambre, ¿no es así, mi cielo?– dijo Rosa. Sacó algo del horno de la estufa, cortó un pedazo, sirvió algo más y me pasó el plato. Me senté junto a Tove en la isla y Rosa me acercó el plato, Ángel me pasó cubiertos.

– Gracias– comencé a comer. Rosa había hecho pastel de carne con puré de papas y verduras al vapor, y me había servido una porción considerable así que yo estaba comiendo como desquiciada; claro que para cuando me di cuenta que estaba comiendo de esa manera ya todos me veían como bicho raro– ¿Qué?– pregunté al ver sus caras de asombro, solo que tenía la boca llena.

– Nada– dijeron todos al unísono, así cada quien regresó a lo que originalmente estaba haciendo.

– Oye, Skyler, hay algo que queremos darte, ya que te estas quedando con nosotros– dijo Nathan, sacó una cajita de su bolsillo, la abrió y la deslizó por la isla hasta mí. Era una esclava de plata con mi nombre gravado. A mis ojos, era bellísima, tanto que tuve que tragar, y fue difícil.

– ¿Por qué?– quise saber. También me di cuenta que yo ya traía una que, por cierto, me quedaba gigante.

– Porque mientras estés con nosotros, eres parte de nosotros.– dijo Tove, observé discretamente que todos eran portadores de una. También observé que Julian no traía la suya... Yo traía la suya... A pesar de no tener comida en la boca, volví a tragar con dificultad.

– Y-yo, no sé qué decir...– sentí los brazos de alguien rodearme.

– Está bien, Sky, sigue comiendo, porque te veo cara de hambre– dijo Ángel. Todos reímos y cada quien regresó a lo que estaba haciendo.

– Gracias chicos, realmente lo aprecio.

– No tienes que agradecer por esto– Tove se levantó y dejó un beso en mi cabello, de esta manera me hizo sentir como la hermana pequeña que necesita amor y protección, pero también me hizo sentir que tenía en quién apoyarme. Solo que no se los dije y, a pesar de lo tierno del momento, aún estaba el hecho de que no sabía por qué carajos me habían sacado del orfanato. Y tampoco sabía lo que había pasado anoche.

Por esto, no terminaba de confiar en ellos.

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S.C.

Siempre Fue Él (Subiendo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora