(in)justicia

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    Volvía de la casa de Santiago (mi mejor amigo), quien me había invitado a jugar

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    Volvía de la casa de Santiago (mi mejor amigo), quien me había invitado a jugar. Ya eran cerca de las siete de la tarde y empezaba a oscurecer; pero de todas formas decidí pasar por aquel callejón a revisar si aquel despreciable hombre seguía allí. Me acerqué aprovechando que mis padres estaban en el trabajo, y que Zoe seguramente se había olvidado que me tenía que ir a buscar; y asomé mi cabeza. La oscuridad me obligó a forzar la vista; pero seguía sin poder verlo. Di unos pasos hacia adelante lo más sigilosamente posible, y lo único que encontré fue un charco de sangre, y a unos metros la botella que seguramente había salido rodando. Ver aquel líquido rojo y viscoso me produjo arcadas por la impresión, así que me fui lo más rápidamente posible intentando no vomitar.

    Mientras caminaba, una sensación de culpabilidad me invadió por completo. Es verdad que él había sido demasiado cruel, y que le había hecho algo realmente horripilante y monstruoso a la persona que más amaba (y que sigo amando); pero no me sentía culpable por haberle hecho daño, ni por haber "vengado" el sufrimiento de Zoe. Me sentía culpable por haber caído así de bajo, por haberle hecho daño a alguien por algo tan absurdo como la venganza. Y es que una de las cosas que hay que recordar con más fuerza, es que la venganza

     Y de una cosa me había dado cuenta, era que al intentar que alguien sienta el mismo dolor que le causó a otra persona, lo único que se demuestra es que se es igual de cruel que el enemigo

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     Y de una cosa me había dado cuenta, era que al intentar que alguien sienta el mismo dolor que le causó a otra persona, lo único que se demuestra es que se es igual de cruel que el enemigo.



    Por suerte y con náuseas, llegué antes que Zoe y me entretuve mirando unos dibujitos mientras comía una porción de torta de chocolate y miraba la televisión.

    Por suerte y con náuseas, llegué antes que Zoe y me entretuve mirando unos dibujitos mientras comía una porción de torta de chocolate y miraba la televisión

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    Subí las escaleras lo más rápidamente posible, saltándome escalones, para no tener que esperar al ascensor

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    Subí las escaleras lo más rápidamente posible, saltándome escalones, para no tener que esperar al ascensor. Al llegar al tercer piso tardé más de lo normal en abrir la puerta, porque mis manos temblorosas me dificultaron meter la llave en la cerradura. 

    Corrí hacia mi habitación y me lancé sobre la cama como si debajo de las sábanas encontrara resolver todos mis problemas, como si ellas fueran un escudo contra los demonios que me atormentaban; aunque tan solo eran trozos de tela que hacían que no me congele durante la noche. Y, mientras intentaba estabilizar mi ritmo cardíaco, sin darme cuenta, me quedé dormida.


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    Me encontraba sola, varada en el medio de una ciudad desconocida, cuando empiezo a correr. Al principio no se hacia donde ni por qué; pero luego me doy cuenta que me están persiguiendo y apresuro el paso hasta que ni Usain Bolt, o siquiera Flash podrían alcanzarme. Y corro lo más rápido que puedo, tanto que ahora me muevo a la velocidad del sonido, y siento que nadie nunca podría igualarme; pero sigo teniendo miedo. El pecho se me cierra y el oxígeno no me alcanza; pero no dejo de correr. Mi perseguidor me quiere alcanzar y no se rinde, así que giro en cada esquina que puedo para así confundirlo. Doblo, hago zig zag y me construyo mi propio laberinto. Las paredes son altas y es casi imposible encontrar la salida; tanto que ni yo se donde está; pero de pronto las calles se cierran y quedo atrapada en mi propio juego, y en cada esquina hay una sombra esperándome y no se adónde ir y voy mas lento y me van a atrapar y corro.  Corro y de repente me quedo parada porque ya no puedo escapar. 

    Miro hacia atrás; pero no hay nadie, así que vuelvo a mi posición anterior. Sigo sin encontrar a la sombra que venía detrás de mi; aunque ahora siento algo. Siento como si me estuvieran tocando; pero no se quien es. Me acaricia las piernas y quiero alejarlo, pero de repente mis manos están inmóviles porque las suyas me sostienen y lo puedo ver. Puedo ver  sus sucios dedos y sus uñas con tierra debajo de ellas; también puedo oler que hace un largo tiempo que no se baña o que desconoce la existencia del jabón, y sobre todo puedo sentir que su suciedad me infecta y que me está tocando con aquellas manos que quien sabe que tocaron. Y lo quiero alejar de mi; así que comienzo a patalear e intentar pegarle; pero su agarre no cede. Entonces lo rasguño y no paro de ejercer presión hasta que me abandona la fuerza. De repente me quedo rendida y me limito a gritar para que alguien me ayude y a imaginar que esto no está pasando. Mis cuerdas vocales sangran y se desgarran y yo grito, porque ya no me queda nada mas que gritar. 


N/A:

    Sí, lo sabemos, en este capítulo no revelamos nada sobre Arga ni sobre su secuestro; pero les prometemos que se van a enterar pronto de que es lo que pasa. 

    Esperamos que el capítulo les haya gustado, así que voten y comenten para hacernos saber que les pareció.

   ¿les quedó alguna pregunta? ¿dudas? ¿que les pareció?

                     ¡l@s leemos!

                                                                                        - Chica 1 y 5

EYLEM. #PNovelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora