Voy caminando por la calle mientras escucho música triste por mis auriculares. La escucho porque estoy triste, y lo más lógico es hacerlo para así deprimirse más ¿no?
Cuando se acaba la lista de reproducción, me saco el artefacto de las orejas y sigo observando a la gente. Voy sin ningún rumbo, con la mirada perdida entre personas que no me prestan ni la más mínima atención. Todos parecen estar hablando por teléfono de cosas importantes o enviandole un whatsapp a algún amigo, mientras yo solo observo.
Y se supone que el silencio debe ser pacífico, pero este no lo es. Este es un silencio desesperante por el que podría pedir a gritos un poco de ruido; pero mientras más ayuda pido, el mundo más se acalla.
Cuando me aburro de escuchar nada, freno en una esquina y me sacudo el smocking porque acabo de salir de un trabajo al que no voy a volver más, porque una persona no regresa si no es bienvenida. Y hay que creerme cuando digo que los de ese lugar ya no me quieren ver ni de lejos. Y no quieren porque mi despedida fué lanzar cosas por los aires y crear un tornado con cualquier cosa que encuentre en medio de mi paso mientras me dirigía a la puerta. Creaba truenos con mis gritos y relámpagos con los ojos. Me había convertido en un desastre meteorológico.
No estaba tan enojado por el hecho de que me hayan despedido, sino porque era mi primer trabajo y me había costado mucho conseguirlo. Es cierto que mi reacción no fue la mejor del mundo; pero a veces, cuando seguimos al corazón, no somos capaces de medir las consecuencias.
Entre pasos y pensamientos, llego a la plaza principal y me siento en un banquito a pensar que es lo que tengo que hacer. Me había quedado sin dinero para volver a mi casa en una ciudad vecina, y no tenía donde quedarme. Además ya estaba oscureciendo y necesitaba dormir en algún lugar.
Me levanto en busca de alguna respuesta, sabiendo que sin dinero ya no se puede hacer casi nada en este mundo y empiezo a deambular por quien sabe donde; pero sin moverme de la zona céntrica.
Estoy sentado en el cordón de una vereda, viendo los autos y contando cuántos son rojos y cuántos son azules para pasar el tiempo. Estoy utilizando mi saco como manta para mantener el calor y los ojos se me van cerrando poco a poco. No puedo quedarme en este lugar si no quiero que me saquen a patadas, así que me levanto y encuentro un callejón donde puedo recostarme y esperar a que termine la noche.
Mientras mi conciencia empieza a desaparecer y pierdo la fuerza para mantener los ojos abiertos, escucho unos pasos y alguien que deja algo a mi lado; pero estoy demasiado cansado como para preocuparme.
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N/A:
Hola lectores y lectoras! Les pido mil disculpas porque el capítulo es taan corto, pero lo que pasó es que cuando lo escribí, me quedé sin internet y no se guardó absolutamente nada. Así que, para que lo puedan tener a tiempo, tuvo que ser así.
ESPERO QUE LES GUSTE.
-Chica 1
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EYLEM. #PNovel
NonfiksiTodo influye. Hay acciones. Hay consecuencias. Cada capítulo es una historia, y Eylem tiene muchas que contar. La vida es dura, eso es algo que todos sabemos. Pero... ¿hasta qué punto un par de letras pueden hacerte sangrar? Esta es una hemorragia...