Atrapada por El Castaño

2

Está fría...

— suéltame — no la solté, toque con mi dedo índice  una de sus piernas soltando un pequeño "ay" de su parte.

— Mira, estas quemada y fria, ¿te curaste las piernas? — sus ojos negros miraron los míos.

No sé cuantos minutos sostuvimos la mirada.

— Enserio, no es necesario, vete — negué con mi cabeza.

— me encaminé al baño, por suerte encontré una pomada para "quemaduras" y unos trozos de gaza, o algo así leí.

— ¿Por que haces esto? — me interrogó.

— ¿hacer que? — contesté aplicando la crema en una de sus piernas....

Eran pálidas, ademas de su rostro.
Esta vez me miro con miedo.

— Ah, por favor, me duele, ya déjame, no entiendo por que estás amable —
Termine de aplicar la pomada, y
Se safo de mi agarre.

  — por lo menos soy mas amable que tu —  se me escapó.

  — lo siento— bajó su cabeza. 

Me paré sobre mis impulsos, guarde todo en su lugar.

Le regalé una de mis sonrisas.

— ¿Puedo hacer algo mas por ti? — se acomodó entre las sábanas.

— irte de aquí — citó sin ninguna expresión en su rostro.

— No tengo muchas ganas — respondi encogiendo me de hombros.

— Yo no te quiero aquí — reprochó, luego encendio la televisión.

Era una clara señal de que no me quería en su habitación.

¿Qué debo hacer?

Yo se que ella no esta "Bien".

No puedo deducir si esta mal, su rostro esta inexpresivo.

Me dedique a estudiar su cuerpo, no como un psicópata, su padre la golpeó mucho. a la mitad de sus mangas  vi sus cortes, cuando intente quitar mis manos de las suyas.

No se lo que intenta, me preocupa demasiado..... Una vez leí acerca de las personas que "cortan sus brazos"

me odiara si pregunto, la curiosidad me carcome los huesos.

— ¿Y no te duele cortarte?  — pregunté con preocupación.

— ¿De que hablas? — escondió sus manos dentro de la cobertura de su cama.

No alcancé a notar que, no sabe ocultar las cosas. "niña tonta" hable para mis adentros.

— Vamos, las vi, y eran cortes recientes, manchaste mi camisa — bufé algo molesto.

— Son cosas mías ya vete de aquí — contestó amargamente en su mirada.

— ¿No te duele cortarte? ¡Vamos contesta mi pregunta!— insistí.

— Eres un completo entrometido, ni siquiera te conozco — esto no lo esperaba.

—  dime o no me iré  — conteste.

—  ¿quieres una respuesta? pues veras Me duele más sonreír — bajo su mirada

— ¿Puedo ayudar en algo? — hablé por lo bajo, pensándolo bien sé que no me dejara ayudarla.

— Me ayudarías en irte de aquí — seguido de esto, recostó su cuerpo sobre la cama, cubriéndose y se volteó dándome la espalda.

Salí de la habitación. De seguro la deje respirar.