Prólogo

75 8 1
                                    

Darhel Nixë, un muchacho de Northeo, un pequeño pueblo ubicado a las afueras del reino, entre las montañas. A la edad de 6 años tuvo un sueño, el cuál no ha podido olvidar. Su maestro de magia le ha dicho que no fue un simple sueño, si no que fue una realidad y es un recuerdo el cuál revelará su verdadera identidad. 

El sueño.. era algo así:

—¡Vamos, Darhel!—sus amigos le alentaban para que no se quedara atrás en una carrera por el bosque. Sin embargo, era el menor de ellos con tan solo 6 años, y sus piernitas no le dejaban correr con mayor rapidez.

El bosque llamado Cyrai, al lado del pueblo, era bastante oscuro ya que sus grandes árboles no dejaban ver la luz del sol.

Solían realizar carreras con sus amigos, las cuales consistían en correr hacia una fuente que se encuentra a la mitad del bosque y luego devolverse, el primero en cumplir ganaría, y el último debía realizar lo que los vencedores le obliguen a hacer.

Como era de esperarse, llegó último.

—Darhel, casi alcanzas a Autian, es un gran logro—rieron todos—. Vamos, es momento de pensar en su penitencia.

Los 5 chicos se reunieron en un circulo, mientras se sentó en el césped a esperar. Tras unos segundos se dieron vuelta hacia Darhel, con una gran sonrisa en sus rostros.

Se levanté colocando sus brazos en jarra. Intentando parecer preparado ante cualquier petición.

—Ya lo decidimos, irás a la cueva del dragón—anunció Thero, el mayor del grupo. Asentió y suspiró con fuerza para no demostrar temor.

La cueva del dragón era bastante conocida en el pueblo por una leyenda, la cuál decía que cualquiera que entrara, podría morir quemado por el alma del último dragón que murió.

Hay que admitir que él tenía mucho miedo, pero no quería parecer cobarde frente a los únicos amigos que tenía. Así que, se adentró en el bosque, seguido de ellos, para encontrar la cueva, ubicada en las faldas de una montaña al final del bosque.

Caminamos unos 15 minutos hasta llegar al final del bosque, en todo momento ellos reían diciendo que yo no duraría ni un segundo. Cuando nos encontramos en frente de la cueva, volví a suspirar con fuerza y empecé a caminar con un paso seguro. 

No miré hacia atrás, ya que sabía que mis amigos se estarían riendo.

Habré dado unos cuantos pasos dentro de la cueva, cuando ya estaba todo oscuro. Recordé que en la escuela te enseñaban un hechizo el cuál la palma se iluminaría dejando ver con mayor capacidad en un rango de 1 metro.

Burnn Re Ririonmi mano se iluminó y así pude continuar.

No pude avanzar más, el frío era extremo y enfrente mío había una roca la cuál no me dejaba continuar. Pero en esta había escrito algo. Decía "Rihet, antiguo dragón, quién pueda y lea, heredado será, con el poder del cristal"

Leí con dificultad, iluminando con la palma de mi mano. Cuando leí las últimas palabras, la roca se empezó a mover, como si de una puerta se tratase, retrocedí por el imprevisto.

Cuando la piedra se movió una gran cascada apareció frente a mis ojos. Era como un gran hoyo dentro de la montaña, iluminada por un rayo de luz que pasaba por una pequeña grieta e impactaba con los cristales que rodeaban el lugar, iluminando todo.

Al centro de aquel lugar había un suelo de piedra sin refinar, pero en forma circular y alrededor de este, el agua de la cascada le recorría hasta desaparecer por huecos ubicados en las paredes de aquel lugar.

Me quedé un momento con la boca abierta, sorprendido por el descubrimiento, y por la belleza.

Empecé a caminar observando el lugar, miré los cristales pero algo me llamó la atención. En los cristales se veía un reflejo, no solo el mío, si no como de algo enorme, temía decir que parecía ser un dragón.

Pero no importaba las veces que mirara alrededor, no había rastro de un dragón. Intente con mis manos tocar algo en el aire, para ver si había algo ahí que estuviera usando un hechizo de invisibilidad o algo. 

Mi mano izquierda tocó una piel con escamas justo cuando me encontraba parado casi al centro del gran circulo de rocas. De apoco una figura enfrente mío se empezó a revelar.

Y efectivamente, había un dragón, casi recostado. Retrocedí con la boca abierta nuevamente, muy sorprendido. El gran dragón abrió los ojos, parpadeó unas veces y luego me miró.

He de decir, que debía de tener miedo, como cualquiera lo estaría en este momento, pero siempre he querido conocer un dragón.

Me miró fijo a los ojos, pero de vez en cuando, el dragón no podía mantener la mirada y cerraba los ojos agotados.

Empezó a emitir ruido, como si hablara, claramente no entendí nada. Hasta que dejó caer su gran cabeza en el suelo. Me acerqué de apoco y le acaricié con temor. Volvió a intentar mirarme, y al lograrlo, vi su garganta tornarse de un rojo viviente.

Abrió su gran boca y escupió fuego hacia mi, aunque no me quemó, logró hacerme caer inconsciente en el suelo.





Hijo de Dragón | PAUSADA.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora