III

30 2 1
                                    

Abro los ojos con dificultad, los movimientos repetitivos provocan que mi cuerpo tiemble. Dirigo la vista con cautela hacia mi alrededor. Estaba recostado sobre una superficie de madera y se movía.

Conclusión: estaba en una carreta.

Me siento apresurado observando lo que me rodea, simplemente no sé cómo llegué aquí, pero hay  un olor bastante familiar, cerca mío.

—Al fin despiertas—se oye la distinguida voz de Phyrgen, giro mi cabeza hacia su dirección y ella sonríe  con un rasgo de diversión en sus claros ojos—. Tu cabello está desordenado y aparte, tu rostro quedó con marcas de la madera.

Paso mi mano con curiosidad por sobre la piel de mi mejilla, y siento las marcas de las que habló Phyr. Me preparo para formular una preguntar, pero antes necesito procesar y elegir una de todas las dudas que tengo.

Observo a la persona que nos lleva  y aunque suene raro decirlo: la carreta no estaba siendo llevada por nadie. Miro el paisaje que nos rodea.
Estamos por sobre un camino de tierra, hay montañas que cubren el paisaje por completo.

—¿A dónde vamos?—cuestiono.

—A un pueblo cercano—sigue con la vista en el camino—. Tuve que traerte a la fuerza—suspira y me mira con arrepentimiento—. Empezaste a hacer muchas preguntas y pensé que no querrías venir.

  No dije nada, simplemente las palabras no salieron de mi boca. La miré por unos segundos y suelto una risita nasal incrédula.
Quién se iba a imaginar que a alguien que le podría suceder algo así.

—Cuéntame de ti—propongo.

—¿De mi?—replica la chica sonrojándose ante aquella petición.

Asiento con la cabeza.
Si debía estar con alguien por un tiempo, por lo menos tenía derecho de conocerla, aunque sea un poco. No sé, color favorito, animal favorito, lo que sea.

—No lo sé, Firen—dudó—. No me gusta hablar de mi—dirigió su vista hacia el cielo que cada vez se volvía mas estrellado y oscuro—. Quizá, algún día, ¿sí?

—Phyr—posé mi mano por sobre la de ella para captar su atención—. Debes saber que no es necesar—me interrumpió.

—Lo haré—insistió—. Dame tiempo, solo eso te pido; tiempo—su mirada reflejaba cierta tristeza—. Ahora debemos dormir.

Como la carreta era lo suficientemente grande para los dos, ella se recostó colocando una bolso de almohada. Yo repetí la acción y me recosté a su lado a diferencia de que le estaba dando la espalda. Dirige mi mano a la altura de mi rostro y observé cada detalle de esta.

—Ykniress—susurré hacia mi mano, la cuál prendió una llama casi invisible, solía suceder al decir aquel conjuro. Lo raro, es que nadie me lo enseñó, pero después de aquel sueño he tenido el recuerdo de ese conjuro como si ya lo hubiera conocido anteriormente.

—Firen—la voz de Phyr fue casi inaudible—. Tengo una pregunta—con su dedo empezó a trazar círculos en mi espalda.

—¿Sí?

—¿Extrañas a tus padres?—dejó quieta la mano y su tono se volvió más frío. Giré mi cuerpo hasta colocarme frente a ella.

—¿Tu les extrañas?—curioseé y ella asintió; intenté encontrar sus ojos, pero estos permanecían con la vista baja. Tomé con delicadeza su mejilla y ella me miró.

—Estás temperado—susurró ante mi tacto. Dejé que una silueta se formara en mis labios.

—Sí—afirmé—. Eso pasa al ser hijo de un dragón: no pasas frío—procesé lo que acababa de decir, miré mis ropas y comparé con las de ellas. A pesar de estar abrigada, estaba templando y no me había percatado—. ¿Tienes frío?

No esperé su respuesta y me acerqué hacia ella, rodeandola con mis brazos y dejando que su rostro se escondiera en mi pecho. Ella aprovechó para esconderse también entre mis ropas.

La veía tan débil, tan indefensa que me sorprendía saber que logró salir del reino ella sola. Y que haya viajado tanto, solo para encontrarme.

La abracé con más fuerza.

No la podía ver de otra forma que como una hermana menor a la cuál debía proteger. Y eso haría, porque lo prometí.
Y no pienso romper aquella promesa o quizá, no por ahora.

Cerré los ojos dejándome llevar por el sueño.

—¡Firen!—escucho el grito de Phyr lo que hizo que me despertara de golpe.

Instintivamente intenté levantarme pero se me hizo imposible al darme cuenta de que no estaba en la carreta.
Estaba encerrado en una malla y prácticamente flotando en el aire.
Miré hacia mi alrededor para encontrar a Phyr con la vista, estaba encerrada en otra malla como si de un canario se tratase.

—¿Qué sucedió?—pregunté alarmado, pero al ver sus ojos cristalizados sentí cómo algo dentro de mi se rompía—. ¿Estás bien? ¿Te hiciste daño?

—Tengo—toma una pausa e intenta no dejar que una lágrima caiga por sus ojos—. Miedo—señala.

—Tranquila—miro a mi alrededor buscando una forma para escapar pero no encuentro nada—. Ya veré cómo salir de aquí.

Y antes de que pensara en algo, una persona aparece frente nosotros, lo suficientemente alto como para que su rostro quede a nuestra altura.

—Bájenlos—señala el hombre y lo siguiente que sucedió fue nosotros impactando contra el suelo.

Otros hombres con armaduras se acercan y rompen la malla que nos cubría.

—¿Cómo nos encontraron?—Inquire el hombre.

—Soy Phyrgen Zeglaedr—se levanta quitándose la malla de encima y adquiriendo una postura firme.

—Su alteza—se arrodillan todos ante Phyr—. Disculpa las molestias—se levanta y le mira con sospecha—. ¿Qué hace por aquí? Según nos informaron, usted está perdida y está siendo acompañada por un chico llamado Darhel Nixë el cuál dicen que es el hijo del dragón, ¿me equivoco?

Phyr me mira con precaución mientras yo permanezco sentado en el suelo. Me levanto para prepararme en el caso de que haya que escapar.
El hombre ante nosotros nos miraba con una sonrisa desafiante y al mirar una de sus manos me percato de que hizo un ademán a uno de sus soldados para que nos atrapara.

—Phyr—hablo con precaución y preparo mi cuerpo para correr—. Huye.

—¿Qu—le corto.

—¡Huye!—grito lo más fuerte que puedo y sin dudar Phyr comienza a correr entre los árboles.

Todos los soldados comienzan a correr hacia mi pero yo me mantuve en mi postura.
Si todos dicen que soy hijo de dragón, esto debería funcionar. Estiro el brazo y abro la mano en dirección  a los soldados.

—Ykniress—grito a todo pulmón pero nada sucede, sin embargo, los soldados se detienen ante mi.

—Ridículo—ríe uno de los soldados y todos imitan y ríen también—. Acabemos rápido con él.

mierda

—Funciona—hablo entre dientes y me comienzo a desesperar—.¡Ykniress!

Una gran llama sale impulsada de la palma de mi mano y hace que lo único que viera sea fuego. No podía permanecer parado, puesto que el fuego salia con mucha fuerza.
Cierro la mano formandola en un puño y así el fuego cesó. Abrí los ojos para ver si había quedado algo y solo veo cuerpos en el suelo quemándose.

Lo siguiente que sucede es que  caigo de rodillas al suelo y al ser incapaz de levantarme otra vez, caigo inconsciente al suelo.











Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Nov 28, 2017 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Hijo de Dragón | PAUSADA.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora