I

43 7 6
                                    

I

—Hijo, sal de tu habitación pronto, llegarás tarde a la escuela—escuché la voz de mi madre, de seguro estaba en la cocina, preparando mi almuerzo.

Terminé de escribir en mi cuaderno de notas, el sueño que había tenido esta noche. Tomé mi bolso, abrí la puerta y fui hacia la cocina.

—Me voy, madre—agarré mi almuerzo y me despedí depositando un beso en su frente.

—Cuídate—asentí y mientras salía por la puerta de entrada iba guardando mi almuerzo en el bolso.

Para llegar a la pequeña escuela tenía que pasar por el pueblo primero, para buscar a mi viejo amigo Nicyän, el cuál debía estar esperándome a las afueras de su panadería. Tras unos minutos caminando, llegue hasta él y efectivamente, me estaba esperando.

—Hey, Nic—saludé con un rápido abrazo para empezar a caminar hacia la escuela.

—Espero que hoy no te vuelvan a molestar.

—Sabes que ya es común para mi. Tantas veces me han molestado diciendo que soy adoptado que hasta casi me lo creo—solté una risita nasal a lo que Nic sonrió.

Y sí, solían molestarme diciendo que era adoptado, ¿y por qué? bueno... por una sencilla razón. Mis ojos son rojos, pero mi padre y mi padre tienen los ojos azules. Esto no ha sido siempre así, cuando pequeño, antes de los 6 años, tenía los ojos azules y repentinamente cambiaron.

No era tan malo tener los ojos así, pues en el sentido romántico no me iba tan mal, las chicas solían decir que tenía una mirada que llamaba la atención.

—Una de las hijas del rey está desaparecida, ¿sabías?—me preguntó Nic, cuando ya nos encontrábamos afuera de la escuela.

Me detuve antes de entrar, ya que estábamos en clases distintas.

—No, no tenía ni idea.

—Chicos, no se queden ahí, las clases comenzarán pronto —una profesora apareció en la puerta de entrada.

—Ya vamos—Nic le sonrió y ella se fue  sin decir más—. Dicen que hay una recompensa si es que la encuentras. Bueno, me voy a clases, nos vemos.

—Adiós—le vi entrar apresurado a la escuela para seguir corriendo en los pasillos. Yo con un paso lento caminé hacia el gimnasio, ya que tenía educación física.

Apenas puse un pie dentro del gimnasio sentí los pasos de alguien corriendo en mi dirección. Miré hacia mi derecha, y ahí venía Pyna. Una chica baja pero ágil, la cuál decían que se sentía atraída por mi.

  —¡Darheeeel!—giré mi cuerpo hacia ella, sabiendo que esta saltaría hacia mi para abrazarme, no recibí el abrazo, solo acaricié su cabeza hasta que se alejó—. El maestro ha dicho que hoy haremos un 1 contra 1, y yo estaré contigo.

Asentí sonriendo, a lo que ella agarró mi muñeca y me llevó hacia los demás.

Pasaron dos horas hasta que terminó la clase. Lo único que hice fue defenderme, mientras Pyna daba débiles golpes con la espada de madera. Luego en el cuerpo a cuerpo sin armas, ella salió ganando por su rapidez. Así que terminé varias veces en el suelo.

—Darhel, anda a guardar las espadas de madera en el almacén, luego ve a la siguiente clase—me indicó el maestro a lo que yo asentí y corrí a buscar lo que me indicó.

El gimnasio era al aire libre, e incluso el almacén se encontraba al lado del  bosque, por lo que tuve que caminar un poco más.

Antes de dar un paso dentro del almacén, escuché un ruido como si algo si hubiera caído, luego un gemido de dolor femenino.

Hijo de Dragón | PAUSADA.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora