Buenos días

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Una habitación oscura, paredes rojas, el sonido de las armas al dispararse, aroma a plomo, una bala penetrando perfectamente en el blanco fijo del fondo.


Una bala penetrando perfectamente la cabeza de un hombre al que no conocía, y cuyo rostro jamás vería, cuya identidad no importaba, su misión era matar a ese hombre.


Caminó a paso firme, cargando el arma en su mano, el escenario se hizo borroso y cambió drásticamente. Ya no tenía el arma y se encontraba observando a un grupo de bailarinas de ballet, las que realizaban sus movimientos en conjunto y perfecta sincronía.


Todo debía ser siempre perfecto.


-Las lastimará...


-Solo a las débiles... tú eres de mármol


Escuchaba la voz de esa mujer como si estuviera sumamente lejos. 


Caos, destrucción, seres alienígenas destruyendo una ciudad, armas, disparos, un hombre muerto, podía ver sangre en sus manos, no podía saber a quién pertenecía pero no necesitaba que nadie más le confirmara que fue su propia mano la que lo mató. Porque eso hacía. Asesinar personas. 


Robots dementes, una ciudad flotando, gente muriendo, un puño verde se dirigía hacia ella. Dolor. Promesas. 


-Está bien, iré contigo...


-No, esto nunca estará bien


Dolor punzante en el pecho, aquella persona se había ido y eso le dejaba un vacío en el pecho.


Espiar, matar, encubrir, descubrir, ver morir a la persona en que más confiabas, una guerra absurda, camiones explotando, un fugitivo internacional, correr, golpear, bromear con un amigo en medio de una pelea, ya no saber si son amigos siquiera.


 ¿Había cambiado la KGB por esto? Parecía absurdo.


Dolor, sangre, muerte, mentiras, odio, falsedad, humillación, secretos, caos, destrucción, llanto, penas, orgullo, miedo, ira, rabia, decepción...


Placer...


Suspiró y comenzó a respirar cada vez más agitada, todas aquellas cosas que la estaban agobiando se desvanecían, ya no había nada, de pronto todo dejaba de existir y solo quedaba el placer.


Podía sentir algo frío en su cadera, aferró una mano a aquello y la otra sujetaron con firmeza las sábanas arrugándolas. Un escalofrío recorrió su espina dorsal, tembló ligeramente, sus piernas separadas intentaban cerrarse por sí solas pero algo en medio se lo impedía. 


Gimió.


Tensó sus músculos.


Estiró las piernas.


Arqueó su espalda.


Alzó la voz.


Y llegó al orgasmo.


Tras un momento de recuperar el aliento, y que su respiración se calmara, fue tomando consciencia de lo que ocurría a su alrededor. Reconoció su habitación perfectamente ordenada, excepto por la ropa tirada por el piso. Estaba de día, amanecía hace poco. Finalmente miró hacia lo que estaba en frente de ella, divisando a aquel hombre culpable de tan placentero momento.


Traía el cabello suelto y le cubría un poco el rostro pero él mismo se lo acomodó de un lado tras la oreja, observó las comisuras de su boca curvarse ligeramente hacia arriba, y ella respondió del mismo modo, con sus propios labios expresando una pequeña sonrisa.


Acercó su diestra a acariciar aquel rostro, tocando una de sus mejillas donde la barba ya estaba algo crecida, a él no le gustaba afeitarse pero la verdad eso lo hacía ver más masculino. Notó que todavía tenía los labios brillantes y húmedos, además de que estaban ligeramente rojos.


Él abrió sus labios y de ellos salió la voz más jodidamente sexy que había conocido en su vida, pronunciando las palabras que ella tanto amaba.


-Buenos días, Nat


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¡Sorpresa!

Hace días quería escribir algo así pero no lograba terminarlo o hacerlo bien.

¿Les gustó?

Si es así, bien, y sino... pues yo quería hacerlo así que ñeh.

¿Alguien tiene algún pedido? ¿Una pareja en específico? 

Ya saben, pueden dejarlo en los comentarios~


One Shots Stony [y otros]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora