Nadie puede saberlo

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Disparos, sangre, muerte... era todo lo que lo invadía en ese momento, el miedo, la angustia, haciendo presión en su pecho con fuerza, no se sentía capaz de salir adelante en esta situación pero sabía que debía reaccionar ahora.
Se puso en pie y comenzó a correr, todo parecía ir en cámara lenta, la adrenalina en sus venas tal vez, no había tiempo para buscarle una explicación, debía darse prisa, tenía que correr lo más rápido posible pero no, por más que se esforzara no era suficiente, sus piernas parecían ajenas a su cuerpo, mientras más corría su objetivo parecía alejarse, debía darse prisa.
Corrió sin saber cómo, corrió hasta alcanzar su objetivo, hasta tomarlo, hasta que sus manos se aferraron a aquello que deseaba tener en sus brazos.
Demasiado tarde.
Había sido demasiado lento. Demasiado débil. Demasiado idiota. Demasiado poca cosa. ¿Cómo pudo pensar que lo lograría? ¿Cómo es que esperaba llegar a tiempo? Él no era ninguna maravilla corriendo, él no tenía un suero de super soldado ni habían experimentado con él para mejorarlo. No, él aún era un humano común y corriente, solo eso.
Lo sostuvo en sus brazos con firmeza, sin dejarlo caer al suelo. Las miradas de ambos se cruzaron, las miradas de ambos se apagaron, sus manos se llenaron de la sangre ajena, intentaba cubrir las heridas con desesperación, no había caso, era inútil, ya no había nada que pudiera hacer, solo observó aquellos ojos en los que antes veía tanta determinación y seguridad, tanto vigor, esos ojos que había odiado la primera vez junto a esas palabras...
"A... caso... no lo... viste venir"
Murmuró aquel en sus brazos, luego silencio.
Comenzó a llorar y gritó. Gritó de rabia, de impotencia, de ira, el mundo se derrumbaba a su alrededor, deseaba morir.
Gritó y abrió los ojos.
Oscuridad.
Respiraba agitado. Ajustó la vista a aquella oscuridad y vio a su esposa a su lado plácidamente dormida. Solo había sido una de tantas pesadillas, "solo un sueño" pensaba, y lo repetía una y otra vez para calmarse, pero eso nunca funcionaba. Jamás podía quitarse esa sensación así nada más.
En silencio se levantó de su cama y salió de la habitación para caminar por el pasillo. Suspiró con suavidad, su corazón continuaba agitado, se pasaba una mano por la cara, deseaba quitarse esa sensación, la angustia, la pena, la rabia, ya no servían de nada, debía aprender a dejar las cosas en el pasado.
Abrió una puerta ingresando a una habitación igualmente oscura, pero que conocía a la perfección, no necesitaba luz para saber por dónde moverse. Caminó y con su izquierda tomó las sábanas levantándolas para acostarse junto a aquel cálido cuerpo que descansaba en aquella cama; se acomodó abrazándole y éste en silencio se volteó para quedar de frente, apenas observándose mutuamente en la oscuridad. Sintió una caricia en su mejilla y soltó un ligero suspiro, ahora al fin calmándose un poco, recorsándose que esa era su realidad, que todo estaba bien ahora. No hacían falta las palabras en esos momentos, nada más sus labios se rozaron con suavidad para comenzar una sesión de besos, de caricias deseosas que no pasaron a más. Se abrazaron y durmieron juntos lo que quedaba de la noche, no podía ser demasiado, nadie podía saber que compartían cama, nadie más podía saber que aquel chico se estaba refugiando en su casa. Nadie podía saberlo, solo ellos, y así estaban bien.

 Nadie podía saberlo, solo ellos, y así estaban bien

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One Shots Stony [y otros]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora