S e s e n t a

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Al entrar en la habitación, mi madre estaba de pie tratando de dar algunos pasos, todos los presentes la felicitaban y le daban palabras de aliento.

Sin pensarlo dos veces, me separé de ti y me encontré con mi madre, mientras la envolvía en un cálido abrazo, sentí su tacto materno y olvidé todo por un instante.

—Mamá, me preocupaste mucho—dije aliviado, ella sólo se limitó a abrazarme con más fuerza.

—Bueno Amelia, me alegra muchísimo que te encuentres mejor, pero me temo que tenemos que despedirnos, la mudanza nos tiene muy ocupados—dijo tu padre, mientras se acercaba a mi madre para darle un abrazo de despedida.

No podía ser posible, acababa de recuperar a la mujer que me dio la vida y estaba a punto de perder a la mujer que me impulsó a vivir.

—¿Se mudarán?—preguntó mi padre confuso—. ¿A dónde?

—A Italia, por cuestiones de trabajo, no pude conseguir un trabajo aquí y no podemos seguir subsistiendo con nuestros pocos ahorros.

Me acerqué a ti y te tomé de la mano; estabas temblando y tu rostro estaba pálido, sin pensarlo dos veces te abracé y deposité un beso en tu frente, te limitaste a sonreír con tristeza, creo que ya no había nada más que decir, había llegado nuestra despedida.

Hola, ¿Quiéres Ser Mi Novia? ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora